Okupas en Euskadi
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Okupas en Euskadi
Seis hombres okupan la antigua sede de Proyecto Hombre frente al parque de La FloridaUna monja se los encontró de frente. En un pasillo interior que comunica su convento con el céntrico edificio que durante años cobijó a integrantes de Proyecto Hombre, aquella iniciativa que ayudaba a batallar contra los insaciables tentáculos de las drogas. Desde hace unas semanas, ... los tres pisos de este inmueble albergan otra especie de inquilinos. Okupas. Con su irrupción, este bloque perteneciente a la Iglesia y levantado frente al parque de La Florida ostenta el triste récord de ser el último objeto de deseo de un preocupante fenómeno que, en Vitoria, no discrimina a ningún barrio. Afecta a todos.
De inicio, el propietario legítimo trató de convencer a los okupas para que hicieran las maletas. Obtuvo una rotunda negativa. «El edificio se pensó como ubicación para refugiados ucranianos y después para los inmigrantes que están llegando a Canarias. Pero por ahora no será posible», apuntalan desde la Iglesia.
Su denuncia se cursó hace días en el Palacio de Justicia de la Avenida de Gasteiz. «Se está tramitando, estos procesos llevan su tiempo», avanzan fuentes judiciales. 'Su tiempo' es un concepto demasiado genérico. «Puede significar entre uno y dos años», admiten estos medios. Depende de cada caso y de la carga de trabajo de la sala encargada. Y suele ser elevada. Desde el 1 de enero, entre la Ertzaintza y la Policía Local han abierto alrededor de un centenar de fichas por causas relacionadas con la okupación en la capital del País Vasco. La Policía autonómica, según los datos facilitados por la Jefatura Territorial de Álava, acumula «40 investigaciones por usurpación de inmuebles en Vitoria». Por su parte, la Guardia urbana supera el medio centenar.
Pero retornemos a este inmueble de tres alturas tomado con una patada a la puerta. Es martes y chispea en la capital alavesa. La actividad brilla por su ausencia. Nada indica la presencia de los moradores irregulares. Una ventana abierta y el acceso del portal, que no termina de cerrar bien, suponen los únicos indicios claros de su presencia. De pronto, dos jóvenes salen a la calle. Chandaleros ambos, uno porta una pequeña bolsa. «Llevo lo mínimo por si nos sacan», confiesa en un limitado castellano mientras muestra su interior. Un par de zapatillas deportivas, algo de muda y una camiseta.
Los dos se identifican como «exmenas». Aseguran tener «18 y 20 años», así como compartir techo «con otros cuatro» varones. «Uno tiene 60 años», puntualizan, aunque no se aprecia rastro de esos presuntos compañeros. Ni siquiera cuando invitan al interior del portal. Acceden por un boquete en el muro de pladur colocado como insuficiente muralla antiokupas. El viernes, los Bomberos colocaron una nueva capa. Ayer ya lucía horadada.
«No nos vamos a marchar de aquí hasta que nos saquen. No tenemos adónde ir», aducen. «Cuando cumplí 18 años me echaron del centro de menores. Me he tenido que buscar la vida», subraya el más benjamín. «En los recursos del Ayuntamiento te dejan unos días. Así es imposible. Mira este papel», dice su compadre al tiempo que enseña un supuesto documento de Osakidetza. «Estoy enfermo y no me operan. Necesito una operación», pide este veinteañero. Tras estos ruegos, los dos chicos se excusan y parten en dirección hacia la almendra medieval, el barrio con mayor número de viviendas usurpadas.
«Estas personas buscan o pisos o edificios vacíos», reflexionan efectivos policiales. Ese rastreo incluye desde El Caserón, el antiguo hotel de Armentia llegó a 'alojar' una pareja con un bebé, a lonjas a pie de calle. Las más conflictivas se localizan en Portal de Legutio y, en especial, en la calle Extremadura, que ayer volvió a requerir la presencia policial por una pelea entre sus inquilinos irregulares.
«Con los del bloque situado enfrente de La Florida apenas hemos tenido intervenciones. Unas bicis robadas lo que más. Pero no olvidemos que también están delinquiendo por vivir en sitio que pertenece a otros», ataja un mando policial.
«Esto no hay quien lo aguante, todos los días pasa algo». La paciencia de los habitantes de las calles Extremadura, León y Cruz Verde –todas localizadas en el barrio vitoriano de Arana– hace tiempo que se agotó. Ayer, poco antes de las 13.00 horas, cerca de una decena de dotaciones de la Policía Local rodearon el antiguo bar Dori, lonja apropiada desde hace meses por jóvenes «conocidos por su actividad delictiva». En esta ocasión, los uniformados debieron esforzarse para mediar entre los okupas, quienes «destrozaron» el interior del antiguo negocio hostelero, cuya propietaria legítima no puede traspasarlo hasta que un juzgado decrete el desalojo. Tal magnitud alcanzó la gresca entre los moradores ilegales que rompieron tres ventanas por lanzarse objetos. Cuando los agentes apaciguaron los ánimos, los Bomberos cubrieron los boquetes con placas de aglomerado.
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