El Ayuntamiento deriva a 20 personas cada día al comedor de Desamparados, que ha sufrido una fuerte caída de usuarios desde marzo. IGOR MARTÍN

«La segunda ola será letal para las familias en la cuerda floja», advierten Cáritas y otras ONG

Las peticiones de ayuda se duplican respecto a marzo mientras el Banco de Alimentos ayuda a 5.000 personas y se teme otro confinamiento

Jueves, 5 de noviembre 2020, 03:35

Un segundo confinamiento o el cierre de la hostelería y el comercio no provocaría un pico de asistencia tan grande como el vivido en marzo y abril, pero dejaría a numerosas familias alavesas en la estacada. Así lo creen asociaciones y ONGs como Cáritas ... , que observan con preocupación las medidas que ya se están tomando en comunidades autónomas como Asturias o Castilla y León.

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«La gran situación de inseguridad que dejó el primer confinamiento no ha mejorado y septiembre nos ha vuelto a colocar ante la complicada realidad laboral», señala Ramón Ibeas, secretario general de Cáritas en Álava. Cada vez son más los ciudadanos con dificultades para llegar a fin de mes con la garantía de tener comida y una vivienda. «En marzo hacíamos 480 entrevistas al mes en nuestros despachos y ya nos acercamos a las 700», explica. Entre sus motivaciones se encuentran la demanda de empleo o las situaciones de soledad que se dan entre las personas de la tercera edad.

En Cruz Roja continúan haciendo llamadas de acompañamiento a las personas que viven solas, un servicio que pusieron en marcha en abril. «Si nos reconfinan estamos más preparados para dar respuesta que la última vez, aunque el ratio de inserción ha bajado un poco», apunta Aitor Allende, su coordinador autonómico en Euskadi. El perfil de quienes se inscriben a sus programas de empleo ha cambiado de forma considerable. «Por un lado vuelven personas a las que ya habíamos conseguido insertar antes, y por otro cada vez llegan personas más jóvenes, con hijos muy pequeños y gastos de vivienda, que han perdido el empleo o prevén perderlo próximamente», detalla. Cruz Roja les ofrece apoyo psicológico para hacer frente a esta nueva situación y ha vuelto a poner en marcha todos sus programas gracias a sus 1.100 voluntarios alaveses y a la recaudación del pasado Sorteo del Oro. «El nuevo ya está en marcha y será de gran ayuda», anima Allende.

«Llegan personas jóvenes con hijos muy pequeños y gastos de vivienda que ya han perdido el empleoo prevén que pueden perderlo»

Aitor allende, coordinador cruz roja euskadi

«Estamos temblando ante la situación que puede venir, muchos nuevos usuarios no han cobrado sus ERTE»

JOSÉ ANDRÉS GABILONDO, VICEPRESIDENTE BANCO DE ALIMENTOS DE ÁLAVA

El Banco de Alimentos de Álava, otra de las entidades de reparto de comida a las personas más desfavorecidas del territorio, encara una gran carga de trabajo este 2020. Sus voluntarios y las asociaciones que colaboran con él reparten alimento a cerca de 5.000 personas estos días, una cifra muy por encima de las 3.700 a las que asistían en mayo. «Estamos temblando ante la situación que pude venir. Muchos de los nuevos usuarios son personas que están en ERTE, no lo han cobrado y están aguantando con sus ahorros», apunta José Andrés Gabilondo, vicepresidente de la entidad.

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Pocas reservas de alimento

A Gabilondo le preocupa que numerosos alaveses que ya están en la cuerda floja no aguanten «un segundo envite» de esta crisis y el hecho de que el Covid les complica reponer la gran despensa de los hambrientos de Álava. «En esta ocasión cambiaremos la Gran Recogida de Alimentos por una recogida de donaciones económicas entre los días 16 y 21 de noviembre con la que después compraremos alimentos», anima. Las reservas recolectadas durante la Gran Recogida del año anterior están agotadas y el Banco está utilizando el dinero que se le ha donado durante la pandemia al tiempo que evita el despilfarro de alimentos recogiendo productos en los supermercados de lunes a viernes. «Nos daban mucho producto seco que nos duraba durante meses en la Recogida y este año puede escasear», señala Gabilondo.

Este difícil panorama complica la reinserción de personas como los 17 hombres que Satur García, de la asociación Bultzain, acoge en su hogar de Puente Alto. «En parte un nuevo confinamiento o el cierre de la hostelería les vendría bien para no salir por ahí, pero por otra parte el encierro agrava otro tipo de problemas y les aleja de la posibilidad de encontrar un trabajo», plantea García. Dos de estos hombres fueron despedidos hace apenas un mes, lo que supuso un duro golpe para ellos.«Ya podemos decir que tenemos paro pleno», suspira el responsable de este albergue que ya funcionaba con toque de queda desde antes de la pandemia.

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La Renta de Garantía de Ingresos y sus perceptores son otro de los indicadores económicos que secundan las palabras de estas asociaciones entregadas a los demás. En apenas medio año los beneficiarios de esta ayuda social han aumentado un 4,9% en Álava y ya alcanzan las 8.500 familias.

El comedor social de Desamparados teme por su continuidad mientras crecen los desfavorecidos

Mientras crecen los usuarios de las ONG del territorio, cada vez menos almas acuden a por un plato caliente al comedor de Desamparados, que ve peligrar su supervivencia después de más de medio siglo ayudando primero a trabajadores llegados desde otras provincias y después a quienes más lo necesitan. «El Ayuntamiento sólo está derivando una veintena de los 90 comensales acordados a principios de año y ha desaparecido el perfil de usuario que circula entre varias ciudades», explica Santos Gil, miembro de su patronato. El gran cambio de tendencia llegó con el confinamiento, a partir de marzo, y desde entonces apenas se ha ejecutado un 37% del presupuesto del convenio.

«El cierto crecimiento económico del que hablan algunas cifras no compensa las pérdidas y la situación de los desfavorecidos se va a agravar si la situación sanitaria no mejora», advierte Ramón Ibeas, quien desde Cáritas pone el foco en los inmigrantes, la economía sumergida y el sector de los cuidados. «Los irregulares no saldrán de casa por temor a una expulsión, la gente que estaba en el mercado negro ya se encuentra sin nada y muchas personas se han quedado sin trabajo en el sector de los cuidados y el servicio doméstico», subraya.

En Berakah comparten el punto de vista de que la crisis sanitaria «ha cerrado la puerta de la economía sumergida» a muchas personas. En su comedor Zugaz se sirven alrededor de 164 menús diarios, más del doble que al inicio del curso pasado. Otros acuden al comedor municipal de los Arquillos mientras Desamparados alimenta a alrededor de 14 comensales derivados por los servicios municipales en cada comida y 12 en cada cena, datos que poco tienen que ver con los 3.000 servicios registrados en enero. «Nos gustaría dejar de ser necesarios algún día, pero nos preocupa no poder seguir adelante cuando aún hay quienes nos necesitan», destaca Gil.

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