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Juan José volverá a preparar leña para un invierno más y otros hombres como Iñaki, Víctor o Kimera no se verán en la calle dentro de siete semanas. Los usuarios del albergue de Puente Alto, el hogar puesto en marcha por Satur García en el ... que 16 drogodependientes o personas con problemas económicos tratan de salir adelante, no abandonarán la casa el 31 de diciembre tal y como se les había notificado al vencer el actual contrato de arrendamiento. Los propietarios han comunicado a Satur que podrán seguir «hasta que logren vender la casa».
«Es un gran respiro. Dicen que nos avisarán con dos meses de antelación para que nos marchemos, pero no hay una fecha y un edificio así es difícil vender», explica García con el alivio pintado en la cara. Son ya once años asistiendo a personas sin recursos. Para García, lograr un alquiler similar por 1.200 euros era una tarea difícil. «Puente Alto tiene dos baños y seis habitaciones. Para encontrar algo similar hay que alejarse de Vitoria, pero ya dependemos mucho del único coche», plantea García.
Satur García
Los usuarios de este particular albergue alejado del circuito institucional acuden a terapia en instituciones como la Fundación Jeiki o el Centro de Orientación y Tratamiento de Adicciones de Osakidetza (COTA). La posibilidad de desplazarse a estos sitios andando ofrece una mayor autonomía a los residentes, que tratan de recuperarse de sus adicciones para volver a encontrar un trabajo y encarrilar sus vidas. «No he podido dormir tranquilo hasta que los dueños me han asegurado que no tenemos que desalojar el edificio en Navidad», reconoce Satur.
En estos días en los que el desalojo ha planeado sobre el albergue de Puente Alto, su promotor ha intentado ver algún inmueble con mejor habitabilidad. Además, una avería en la caldera les ha impedido calentar la casa en condiciones estos meses de otoño. Sin embargo, la situación ha dado la vuelta. Ya no tienen que irse y la propiedad del inmueble se ha comprometido a arreglar la calefacción. En este punto se puede recordar que desde noviembre de 2018 el albergue se encuentra casi a la mitad de su capacidad, puesto que se vieron obligados a renunciar a utilizar el ático de la vivienda debido a su mal estado. Si hasta entonces podían vivir 32 personas, ahora no hay espacio más que para 16. Y cada noche hay gente que se queda fuera pese a presentarse en Olárizu para que la dejen entrar, asegura Satur.
García podrá seguir contribuyendo a la recuperación de estos hombres que, en ocasiones, no se sienten preparados para ingresar en otros recursos más estrictos como Proyecto Hombre. «De todas maneras Puente Alto tiene fecha de caducidad, por lo que hago un llamamiento para tratar de encontrar una ubicación alternativa entre todos. Recibimos algunas donaciones puntuales de gente buena, pero sin unos ingresos mayores nos es muy difícil continuar», razona tras haber superado su enésima crisis de cierre.
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