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Menuda resaca electoral. Y en unos días otra vez a darle a la matraca y a pleno sol sin posibilidad de esconder siquiera una urna en la sombra detrás de la columna. Y más fantasías en color con el dispendio del combustible electoral, más ruido ... y farfolla. O sea; más apariencias y envolturas, más venta a granel a todo trapo, pero la chicha en el plato, qué, ¿para cuándo?
Escribo estas líneas un tanto confundido y fuera de juego como si participara en una catarsis colectiva y además sin saberlo como invitado a un programa de esos como aquel 'Sorpresa, Sorpresa'. Resulta que sin expresarlo ni elevarse tampoco a la categoría (!) de promesa electoral se ha transmitido a la ciudadanía con intencionada como calculada ambigüedad, no la promesa, no, sino un deseo, una ilusión, una esperanza y cosas así por el estilo acerca de que se «pretende» crear para nuestra ciudad un 'espacio museizado' que tendría por nombre Espacio Memoria de Vitoria-Gasteiz. ¡Ostras!
Así lo retrataba la periodista Saioa Echeazarra en EL CORREO del pasado día 26 de mayo a declaraciones de la entonces candidata a la Alcaldía Maider Etxebarria. Este 'espacio museizado' -un espléndido concepto porque tampoco sé exactamente a qué compromete- se centraría en «la historia y evolución de Vitoria y de sus barrios, y donde se reconozca la 'aportación' de las miles de personas que desembarcaron en la ciudad en las décadas de los 60 y 70 del pasado siglo cuando la capital alavesa vivió su gran desarrollo demográfico e industrial». Pues, oye, muy bien.
Aquí como siempre, la báscula pendolea de un extremo al otro entre lo útil y lo «chulísimo». Sería entonces poner sobre la realidad un contexto de radical transformación experimentado por nuestra ciudad con sus verdaderos protagonistas a la vanguardia, con sus reflexiones y emociones, con sus recuerdos y sus memorias, con sus trabajos y realizaciones en el día a día. Hasta llegar a conformar la historia vitoriana: la del pueblo, los barrios y sus vecinos. Pero sería -verbo en condicional- eso, un planteamiento, una hipótesis que como tal puede cumplirse o no: ¿un `espacio museizado´? ¿Cómo se ordena? ¿Dónde? ¿En qué lugar? ¿Con qué medios, o sea, con qué presupuesto/s? Con estos aires tan traídos rezuma una vez más la sabiduría del refranero popular: «del dicho al hecho hay mucho trecho».
Por si lo entiendo o me he perdido yendo en pos de la utopía. Se trataría de articular un centro todo lo `museizado´ que se quiera aprovechando algún inmueble municipal -o no, tampoco se indica en cuál se piensa- para terminar de insertarlo así en el tejido urbano con nueva vida y otro protagonismo. Que ese `Espacio, historia y memoria de la ciudad´ va a disponer de documentación, mucho audiovisual y tecnología, y contaría también con la muy estimable colaboración de los vecinos para que transmitieran y dejaran constancia de sus vivencias y testimonios, y más asuntos así como un legado de futuro. O sea; dando respuesta a las tres preguntas clave de la filosofía: «¿quienes somos?, ¿de dónde venimos?, ¿hacia dónde vamos?».
Pero en torno a este relato tan fascinante, me surgen dudas. ¿Qué papel desempeñaría a partir de entonces el Archivo Municipal ante lo que podría `avecinarse´? ¿No cumple acaso el Archivo Municipal con estos planteamientos y con estas funciones, con esas atribuciones y excelsas cualidades que se pretenden proyectar para ese espacio tan zumbón en su todavía más pura inanidad? El edificio del Archivo no es un `espacio museizado´, sí, de acuerdo. No es el continente, pero ¿y sus contenidos? ¿Qué? ¿Van a entrar en conflicto de intereses, se van a duplicar, se van a solapar con los nuevos aportes todavía sin engendrar sin ayuntamiento ni acuerdo tácito? Paciencia. Que nos encontramos en la antesala prefigurada, anticipatoria y soñada de una idea. ¡Ah, vale!
Incorporo otro aspecto con nueva consulta hemerográfica: en este mismo diario (15-XI-2012) Natxo Artundo publicó la noticia de que «El futuro de Montehermoso, en el aire». Rescisión de contratos, cambios de dirección y de organización, debilitamientos en la programación, salas o incluso pisos cerrados... Han pasado más de diez años, y desde entonces hasta ahora unas excelentes infraestructuras culturales totalmente desaprovechadas, o al ralentí, las del Centro Cultural Montehermoso.
¿No es este Centro Cultural tan dependiente del Ayuntamiento gasteiztarra un más que excelente `espacio museizado´ con más de la mitad de sus dependencias sin explotar o simplemente cerradas con unas programaciones temporales tan interesantes como escasas? La actual muestra `Vida y color´, por ejemplo, ¿no plasma acaso el uso de la fotografía como instrumento de archivo y conocimiento para narrar la historia de la ciudad, e incluso del territorio alavés? La memoria de los fotógrafos desinteresada y gratuitamente, con otros agentes, es la historia de la ciudad, de sus barrios y de sus vecinos. ¿Entonces?
Ese `espacio museizado´ existe. Con unos fondos orientados al público para su consulta, estudio y documentación. Unos fondos los del Archivo Municipal que ya ìnteractúan eficientemente con la sociedad. Muchos de ellos son donaciones de historia -como ocurre con la exposición citada-, verdadera transmisión de conocimientos, auténticos regalos de vida para sus ciudadanos.
Con este fenómeno imperante tan extendido actualmente como es el adanismo, terminaremos un buen día por volver a inventar la pólvora o a descubrir el océano Pacífico. Un poco de tiempo. Ahora llega el verano y la vida continúa.
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