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Hacer lo mismo durante 145 años no es algo común. Pero hay cosas, como las uvas de Nochevieja o el roscón de Reyes, que permanecen una generación tras otra. Pero si en Álava hay algo que refleja ese 'statu quo', esa continuidad, es el 'tun ... tun'. Y los alaveses no faltaron a esa cita con la tradición. A pesar de que San Prudencio fue 'meón' en su previa durante buena parte del día, perdonó la Retreta y la Tamborrada. Sólo cuatro minutos de lluvia al filo de las 20.30 horas hicieron abrir los paraguas.
¿Por qué siguen los alaveses honrando al patrón casi siglo y medio después? Por distintas razones. Para Tere Lainaz, «porque es una fiesta que nos llega, que nos gusta... Nos identificamos mucho con ella». Y no es baladí que quien diga esto sea una guipuzcoana, aunque ya se ve como una vitoriana más. «Mis tres hijas son bien patateras, ¿eh? Y yo, ahora que son adolescentes, siempre vengo a ver la Retreta».
Entre las fieles a la cita también estaba Guadalupe Álava, que con el apellido dice que «sólo podía ser alavesa». Viene a la Retreta «siempre que puede» a sus 86 años. Y su marido, José María Osés, no tiene más remedio, le guste o no, que acudir. Juntos llevan muchas fiestas de Álava a sus espaldas, pero «nunca hemos venido al zortziko, porque siempre nos quedamos hasta tarde». Y aunque a Álava le gustaría venir, admite que tampoco será este año.
En cualquier caso, si algo dejó claro el arranque de las fiestas es que San Prudencio tiene el relevo generacional atado en corto. Los carritos de bebé estuvieron muy presentes tanto en la Plaza de España como en la de la Provincia. Los pequeños Jon Mikel e Irati, que bailaban más que los propios dantzaris, sólo fueron una muestra entre los muchos pequeños que, a lomos de sus padres, presenciaron el arranque de fiestas. Algunos hasta usando un chupachups como baqueta para su tambor.
A las 20.00 horas, con puntualidad británica, arrancó la Retreta en la Plaza de España. Sin paraguas, pero con la cremallera de los abrigos hasta arriba. Los 22 grados de hace un año se quedaron ayer en la mitad, siendo generosos: 10 grados para descorchar la fiesta.
Allí, dispuestos a ver a una amiga, en buena unión, estaban Aitor Izar de la Fuente y Ane Orbañanos. Para ellos, «es una fiesta muy personal, que está muy inscrita en la identidad de los vitorianos».
Pero lo importante estaba en la Plaza de la Provincia. Frente al Palacio foral, con lleno hasta la bandera, una multitud -completada por el alavesismo, extasiado por el 3-0 al Celta en Mendizorroza- esperaba la llamada a la fiesta de los trompeteros del Ayuntamiento y la Diputación, acompañados de los atabaleros.
Entre toque y toque, entre cuarto y cuarto de hora, las actuaciones: de danza, de folk vasco, de gospel... y, otro año más, música con su particular guiño a los jóvenes, los herederos de un legado sin el que no se puede entender el territorio y que poco a poco también van tomando protagonismo en las propias fiestas.
Este año no sólo con actuaciones dirigidas a ellos entre los toques de Retreta, sino subiéndolos directamente al escenario. Junto a trompeteros y atabaleros también tuvieron su cuota de protagonismo vitorianos como el trío Royal Cloud, que deleitó con sus bailes de hip-hop al público que peinaba menos canas en la Plaza de la Provincia. Como teloneros de ellos, el break dance de los 'Vitoria City Breakers'. Juntos ya se convirtieron en una de las revelaciones de las fiestas de El Pilar en octubre. Ayer fueron, de largo, los que más aplausos robaron al público. Se acompañaron de La Omega, que puso el toque grafitero con una reinterpretación del cartel de fiestas pintado en directo sobre el escenario. Incluso los más mayores, tras la sorpresa al principio de la actuación, acabaron aplaudiendo.
El espectáculo piromusical, que ya convenció el año pasado, volvió a contar con la aprobación del público, que vio en él hasta una columna de calor que ayudaba a combartir el frío. Las columnas de fuego y chispa son de esas innovaciones que aspiran a quedarse unos cuantos años.
A las 23.30 horas fue el turno de la Tamborrada, también protagonizada por rostros jóvenes como los de Paula y Carolina Flórez, dos primas que comparten pasión con el resto de su cuadrilla. «Para mí San Prudencio significa un montón. Es una fiesta muy grande. Mi padre lleva toda la vida saliendo en la Tamborrada. Siempre le he visto y ahora tengo la suerte de salir con él», resaltaba Carolina.
Los soldados, las majorettes y los cocineros tomaron el relevo de los trompeteros y empezaron su habitual kalejira para celebrar y anunciar las fiestas.
Hoy tocará seguir interpretando el ritual infinito con el santo. Primero, con el 'Zortziko' y los actos religiosos. A partir de las 11.00 horas, las campas de Armentia volverán a ser el espacio central de la celebración con la misa y, después, herri kirolak, los juegos infantiles y, por supuesto, talos, txoripintxo y música para celebrar que, un año más, el territorio ha cumplido con San Prudencio.
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