Salir a Frozen

La cría de la foto tardará muchísimo, pero que muchísimo tiempo en descubrir qué entiende cierta gente malísima y poquísimo recomendable por hacerse un Frozen. Y eso si esa niña, un dechado de bendita inocencia, llega algún a pisar alguna vez una discoteca, un tugurio, un antro porque, hoy por hoy, no está tan claro. Y la mera idea de que pueda haber toda una generación que no llegue a conocer lo que era disfrutar de una noche de esas de hedonista desfase resulta muy inquietante.

«Escápate por el mundo, nosotros te guardamos el secreto», se puede leer en el escaparate que tiene delante la chiquilla. Ella está vestida de Elsa, la de Frozen, y ahí está la gracia de la fotografía. Pero, en realidad, esa pequeña, todos los pequeños, han dejado de soñar con ir a Disneylandia. Sus anhelos ahora pasan por llegar a cualquier parte más allá del portal. Como nuestros abuelos, a los que los Reyes les traían una naranja y una muñeca de trapo y flipaban, los niños de la 'generación covid' se van a contentar con salir a la calle a jugar con un patinete. Ya queda menos. Mañana podréis tomar las aceras de Vitoria. Y, que no se os olvide, pequeñuelos futuros votantes, será gracias a Él.

Viendo al camarada vicepresidente segundo por la tele, en esa inenarrable rueda de prensa con el ministro Illa, cuando se dirigió a los niños con un tonito a lo Xuxa, Teresa Rabal y Leticia Sabater (al medio día... alegría vírica), muchos padres se temieron que llegara un momento en que Iglesias se sacara un par de calcetines del bolsillo interior de la americana de Zara para utilizarlos como marionetas y hacer el ventrílocuo. Sí, un poco como esos maestros garbanceros que empiezan a poner vocecitas para explicarles a los críos la necesidad de cepillarse los dientes a diario. Criaturicas.