
Salinas desentierra su muralla
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Arqueólogos destapan 250 metros de la cerca medieval y 9 torres que defendían la villa más antigua de EuskadiSergio Carracedo
Domingo, 5 de septiembre 2021
Hace más de 900 años que se construyó y durante demasiadas décadas ha permanecido oculta bajo toneladas de tierra, escombros y una densa vegetación. Una ... actuación arqueológica iniciada este verano ha descubierto más de 250 metros lineales de la muralla medieval que protegía la vieja villa de Salinas de Añana, la más antigua de todo el País Vasco. Además, las labores han desenterrado también un murallón posterior, previsiblemente del siglo XVI, y una vieja iglesia que podría tener tres fases, una del siglo X, una románica del XII y la última, de hace unos 400 años, tras una ampliación del recinto fortificado. De ello se han encargado los arqueólogos de la Cátedra UNESCO de Paisajes Culturales y Patrimonio de la Universidad del País Vasco, junto con el Ayuntamiento de Salinas de Añana y los vecinos del pueblo, que «se han implicado muchísimo» en las labores, participando en las visitas e incluso en las veredas de limpieza, cuenta la concejala de Cultura, Vanesa Martínez Ferreras.
«Sabíamos que existía la muralla, pero apenas teníamos constancia de ella porque no se habían hecho estudios antes de 2005», explica el alcalde de Salinas de Añana, Juan Carlos Medina. Con una idea aproximada del lugar por donde discurría, el Ayuntamiento compró los terrenos que formaban parte del paseo de ronda de esta infraestructura defensiva y gracias a una ayuda del Centro de Patrimonio Cultural del Gobierno Vasco, este verano se realizó el desbroce, la limpieza y diversas actuaciones arqueológicas. «Lo que ha aparecido es impresionante», añade el regidor.
La actuación ha arrojado varios resultados, el más espectacular es, sin duda, el lienzo de muralla de más de 7 metros de altura en algunos puntos y de 250 metros lineales con sus nueve torres defensivas en forma de cubo que jalonaron la fortaleza por sus lados Norte y Oeste. «Por fin hemos dado con la pieza del puzle que siempre hemos buscado y que une el Valle Salado con la villa de Salinas de Añana», manifiesta el alcalde. «No se puede entender el uno sin el otro». Con el descubrimiento de la cerca medieval «se cierra esa ansiada conexión» entre ambos reclamos turísticos y los pone «a la misma altura, de modo que se puedan ampliar las visitas al pueblo».
Concluida la primera fase, el arqueólogo de la UPV/EHU José Luis Solaun, destaca que las murallas de Salinas de Añana «recuerdan mucho a las de Vitoria, por ser otro ejemplo paradigmático de arquitecturas olvidadas, que siempre han estado ahí, pero que han sufrido un proceso de abandono y olvido por parte de todos, vecinos, instituciones e investigadores. De esta manera, y aunque pueda parecer sorprendente, todos las estamos redescubriendo ahora», recalca. «Lo que rodean las murallas es la formación de la villa más antigua del País Vasco», puntualiza Medina. «Aunque lo tenemos que estudiar, previsiblemente, las murallas cuando menos son coetáneas al privilegio que da en 1114 Alfonso I el Batallador», añade Solaun.
Si la antigüedad de las salinas -más de 6.000 años- y la temprana fundación de la villa ya denotan la pujanza que generaba el negocio de la sal, no lo es menos la gran ampliación que sufrió la villa en la Edad Moderna vinculada a la reconstrucción de la iglesia de San Cristóbal. «Se ha descubierto parte de un murallón de aterrazamiento, de gran calidad técnica, con trabajo de cantería, posiblemente del siglo XVI, del que se tenía menos constancia y que sirvió para ampliar la superficie de uso del cerro con el fin principal de construir una gran iglesia», explica el arqueólogo.
Uno de los retos ahora es encontrar las puertas que comunicaban el espacio intramuros con el exterior. «Un encachado con una canalización de desagüe en el Norte podría estar indicando la presencia de un pequeño portillo de salida, donde se ha descubierto una calle», mientras que la puerta Sur está desaparecida. Las sospechas apuntan a que «debería aparecer junto a la iglesia de San Cristóbal», dice la concejala de Cultura, que también es arqueóloga.
Gracias al movimiento de tierras se ha generado un nuevo espacio de diversión y disfrute en la capital de Añana que ya permite a sus vecinos caminar por el viejo paseo de ronda, a pesar de que ahora no es más que un camino de tierra. La intención es «recuperar las murallas integrando los aspectos arqueológicos y monumentales con los medioambientales e incorporar la red de caminos y el urbanismo de la propia villa, de manera que se conviertan en un nuevo eje vertebrador de la villa salinera», indica Solaun.
La magnitud de los hallazgos ha desbordado a todas las partes implicadas y consideran necesaria la «unión de las diferentes instituciones para realizar un replanteamiento de objetivos, la elaboración de una hoja de ruta y, sobre todo, lograr financiación para continuar los estudios y las actuaciones». Ello servirá para determinar los pasos a seguir, aunque el primer edil ya apunta a que los vehículos son el primer elemento distorsionador, por lo que el Consistorio ha comenzado a trabajar para liberar de coches las estrechas calles del casco medieval, de modo que la visita al cerro fundacional retrotraiga a los visitantes al nacimiento de la villa.
La intención ahora es descubrir todo el perímetro de la muralla, aunque parte de ella está enmascarada en las viviendas de la población, consolidar las zonas problemáticas, realizar intervenciones puntuales y señalizar los puntos de mayor interés. Para 2022, de la mano del Gobierno vasco y la Diputación, el deseo es restaurar y acondicionar la muralla, ponerla en valor y hacerla accesible. El anhelo es convertir el entorno en una calle más del pueblo y compaginar las visitas del Valle Salado con las de la villa amurallada.
«No se puede dejar en el abandono otra vez», claman. Una vez terminada la restauración y el acondicionamiento, Salinas de Añana entrará en la liga de villas amuralladas alavesas en las que ya figuran Antoñana, Laguardia, Labastida, Labraza o Peñacerrada.
EN SU CONTEXTO
euros ha sido la inversión en la fase preliminar aportada al 50% por el Ayuntamiento de Salinas de Añana y el Centro de Patrimonio Cultural del Gobierno vasco.
La aparición de nuevos elementos inesperados hace necesario un replanteamiento de objetivos y la búsqueda de financiación.
es el año en el que se pretende restaurar y acondicionar la muralla, ponerla en valor y hacerla accesible.
La villa de Salinas de Añana recibió sus fueros del rey Alfonso el Batallador en 1114 englobando dos pueblos, Fontes y Villacones. Cada uno de ellos tenía sus propias iglesias. La de San Sebastián, el primero, y las de San Cristóbal y Santa María, el segundo. Hoy sólo se mantiene en pie esta última, junto a la carretera que va del Valle Salado a Valdegovía. El tiempo y los acontecimientos no fueron propicios para las dos primeras.
La de San Cristóbal, que fue «un gran templo ampliado hacia el siglo XVI, fue escenario de una batalla entre las tropas napoleónicas y las nacionales en el contexto de la Guerra de la Independencia, que acabó por reducirla a escombros. «Las tropas napoleónicas llegaron a Salinas en 1810 y se acantonaron en el interior de la iglesia. En 1813, las nacionales les echan a cañonazos y antes de que los franceses abandonaran el templo hicieron detonar el arsenal que tenían y quedó reducida a escombros», explica la concejala de Cultura de Salinas de Añana, Vanesa Martínez Ferreras.
Con esta intervención se ha dado un paso más en el conocimiento de esta «iglesia reconstruida en tres ocasiones y con más de mil años de historia», añade el arqueólogo José Luis Solaun. Un primitivo templo prerrománico documentado en el siglo X, previo a la fundación de la villa en 1114, uno posiblemente románico, adosado a la muralla y un último gran templo, levantado hacia el XVI, que fue volado hace doscientos años.
Reescribir la historia
En la explanada en la que se alzó la iglesia reside ahora el frontón y también gran parte de las esperanzas de los arqueólogos, ya que «es la caja negra de Salinas». En ella ya se observan restos óseos, por lo que su excavación y estudio aportarán valiosos datos con los que «escribir microhistorias» y reescribir la historia de la vieja villa. «Aquí queda muchísimo trabajo por hacer y mucho por descubrir», concluye Solaun.
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