![Salburua vivió uno de sus inviernos más espectaculares con 1.500 aves en sus balsas](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/06/03/aves-invernantes-humedales-salburua-vitoria-k9XD-U220324672769Da-1200x840@El%20Correo.jpg)
![Salburua vivió uno de sus inviernos más espectaculares con 1.500 aves en sus balsas](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/06/03/aves-invernantes-humedales-salburua-vitoria-k9XD-U220324672769Da-1200x840@El%20Correo.jpg)
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Un invierno más, el humedal de Salburua ha ofrecido un espectáculo para la vista. Las balsas volvieron a ser el cuartel preferido de miles de aves procedentes de las gélidas tierras del norte de Europa que han buscado refugio entre sus bosques isla, malvaviscos y ... carrizos. Pero este año de una manera más intensa. Según el conteo realizado en enero y publicado estos días por la Unidad de Anillo Verde y Biodiversidad, nos han visitado nada menos que alrededor de 1.500 ejemplares de aves acuáticas de una veintena de especies diferentes que han compartido agua y comida con las ya asentadas en las lagunas y con las que sólo estaban de paso. Son cifras que no se veían desde 2003, explica el técnico Luis Lobo. Al menos en cantidad.
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«Es una buena noticia. Significa que las condiciones ecológicas de Salburua son buenas y que se mantiene una rica biodiversidad, propia de la Red Natura 2000», indica Lobo, quien matiza que no es sencillo explicar por qué unos años se ven más picos y patas en las balsas que otros. El cambio climático, sin duda, explica algunas cosas. Por ejemplo, el técnico cree que la sequía de marismas emblemáticas como la de Doñana han podido hacer que algunas aves acabaran recalando aquí este curso. Pero también, dice, el hecho de que los inviernos sean más templados en el norte de Europa puede haber hecho que aves que antes se dejaban caer por Salburua a partir de octubre ahora no atraviesen los Pirineos.
Número de especies y ejemplares. 20 familias reunieron a 1.546 aves.
Las más abundantes. Ánade friso (429), cuchara común, focha común, ánade azulón (200), cerceta común (168).
Las menos frecuentes. Cormorán grande (1), aguilucho lagunero (1), silbón europeo (2), agachadiza común (2), gaviota patiamarilla (2).
Vitoria lleva la cuenta de las aves que se refugian en los meses fríos en los humedales de Salburua desde 1999. En 2003 se restauró la balsa de Arkaute y aquella fue una «invernada» magnífica. «Es el término utilizado para referirse al lugar donde las aves optan por permanecer a lo largo de esa estación», aclara el experto. Veinte años después las balsas ya no son tan jóvenes. En este tiempo han recibido la visita estacional de entre 25 y 20 especies, mientras que la cifra de individuos alados ha fluctuado más. Si en 2003 se superaron los 2.100 ejemplares, en 2019 este peculiar turismo de temporada se desplomó hasta poco más del millar de acuáticas. Por eso lo de este año ha sido un hito que habrá que ver si se repite en el futuro.
El mayor crecimiento lo han experimentado los «contingentes» del ánade friso, del cuchara común y la focha común. Durante el censo realizado a mediados de enero por expertos ornitólogos se llegaron a avistar 429 ejemplares de ánade friso, ese ansar de plumaje gris parduzco, 286 de cuchara común o pato cuchara, y 219 de la prolífica focha común.
«Entre las especies menos presentes en la invernada de Salburua, el silbón europeo acumula desde hace años una tendencia fuertemente decreciente, que se traduce en que tan solo se detectaron dos ejemplares de esta especie de curioso pato», agregan los expertos de la Unidad de Anillo Verde y Biodiversidad en su informe.
«Lejos quedan los años en que esta especie era abundante, con cifras que superaban el centenar, como los 147 silbones detectados en 2004». Lobo sopesa que sea una de esas especies norteñas que ya no atraviesa los Pirineos en invierno porque encuentra cobijo y comida en el sur de Francia, por ejemplo. «Puede que llegue a extinguirse como invernante en Salburua», reflexiona.
Solo se localizaron dos ejemplares de agachadiza común y dos la gaviota patiamarilla y desde el punto de vista de la conservación de especies amenazadas, destacó la presencia del aguilucho lagunero, «una rapaz propia de las zonas húmedas y que siempre habita en invierno estos humedales en bajo número».
Ahora que esas aves han vuelto a sus cuarteles de verano es momento de poner en común los datos a nivel europeo. Y es que este es un conteo en red. La comunidad científica elige mediados de enero como periodo idóneo para censar a estas aves en sus refugios invernales y hay grupos repartidos por todo el continente encargados de identificar en cada lugar de invernada la cantidad de especies y el número de ejemplares. Estos datos son claves para establecer medidas de conservación de determinadas especies, como la de prohibir su caza, si se observa que están amenazadas. Esta operación se coordina a escala global por la organización Wetlands International.
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