Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Balón de oxígeno para Eliseo Gil en la segunda jornada del juicio por la supuesta falsificación de 476 fragmentos con inscripciones revolucionarias, hallados entre 2005 y 2006 en el yacimiento de Iruña Veleia. Las tres testigos convocadas este martes, todas del círculo ... de confianza del arqueólogo y principal encausado, no apreciaron ninguna irregularidad durante el tiempo que coincidieron en la excavación de la antigua ciudad romana, localizada a diez kilómetros de Vitoria. Los supuestos descubrimientos arqueológicos adelantaron 600 años las primeras palabras comunes escritas en euskera. Hubo más revelaciones increíbles, como el primer calvario cristiano conocido y hasta un jeroglífico egipcio. Todas rechazadas por la gran mayoría de la comunidad científica
La principal testigo de la sesión fue la arqueóloga Idoia Filloy. Expareja de Gil, también es su socia en la empresa Lurmen, firma adjudicataria del yacimiento hasta 2009, cuando la Diputación alavesa abortó el contrato y les llevó a los tribunales. Pese a ejercer de codirectora del proyecto fallido nunca ha sido procesada. Ni por la Fiscalía de Álava ni por la Administración foral, propietaria del terreno donde aparecieron los 476 «grafitos extraordinarios» datados en los siglos III a V.
Declaró Filloy durante más de tres horas en las que jamás puso en tela de juicio la autenticidad de los fragmentos presuntamente manipulados. Aunque eludió expresamente definirlos como verdaderos, sí se manifestó con una seguridad absoluta pese a no participar en las excavaciones, o en el posterior lavado de piezas. «Me centré en labores administrativas», aseguró. Su único reproche, al menos en esta comparecencia ante el Juzgado de lo Penal número 1, se limitó a reconocer que «de saber de esta lupa judicial, habríamos cambiado el protocolo de recogida». Y es que, a pesar de prodigarse en toda clase de detalles a la hora de contabilizar los hallazgos -ayudada por la proyección de material gráfico-, solo supo dar dos nombres de las personas que los extrajeron a pie de excavación.
El día anterior, el propio Gil explicó que el 22% de estas piezas jamás vistas se localizaron sobre el terreno y el restante 78%, al lavarlas. Esta afirmación contradice sus palabras al principio de la investigación, iniciada hace once años, cuando el exdirector del yacimiento alegó que todos los grafitos se obtuvieron en la segunda fase, en la de la limpieza. Por cierto, algunas evidencias permanecieron casi un año en un almacén de Iruña Veleia.
Gil está acusado de un presunto delito continuado sobre el patrimonio histórico y otro de estafa. Le piden hasta siete años y medio de cárcel. El otro procesado, el «físico» Rubén Cerdán, esquivó el lunes cualquier responsabilidad en el supuesto engaño. Este martes ninguna de las partes le prestó demasiada atención.
La Fiscalía y la acusación particular, en consonancia con la comunidad científica, creen que se trata de piezas antiguas sin valor arqueológico y que fueron manipuladas una vez extraídas. Filloy, sin embargo, defendió en todo momento el trabajo realizado en Iruña Veleia.
En 2002, Euskotren firmó con Lurmen un contrato por diez años, por un montante total de 5,1 millones de euros. Al final cobraron 3,7 millones al salir antes de tiempo de la instalación por orden de la Diputación. A pesar de semejante inyección monetaria, esta testigo proclamó que la compañía de transporte «no nos presionó» para obtener grandes réditos de las excavaciones. «El objetivo de intervenir en todos los antiguos sectores fue porque el yacimiento estaba casi en abandono. No era encontrar grafitos, pero la arqueología te da sorpresas», contó a la sala, presidida por la magistrada Isabel María Díez-Pardo.
De esa tarea, iniciada en 2002, «inventariamos 24.000 evidencias» que comprenderían desde el siglo III al V. Un total de 476 parecían destinadas a modificar las bases del origen escrito del euskera y del cristianismo. Filloy no recordó crítica alguna a su labor, o a la de su socio, en Iruña Veleia. Hasta dio una lista de expertos a los que acudieron, entre 2005 y 2006, a cotejar los descubrimientos. «Nadie los puso en duda».
Sin embargo, especialistas de la Universidad de Cantabria, del Museo de Arte Romano de Mérida o del de Burgos ya activaron por aquel entonces las primeras alarmas. También varios arqueólogos alaveses. Entre ellos, tres antiguos colaboradores de Gil que abandonaron el yacimiento en 2007 al observar «anomalías e irregularidades». Esta terna crítica -compuesta por José Ángel Apellániz, Miguel Ángel Berjón y Carlos Crespo- declarará hoy. Sobre ellos, la socia de Gil se limitó a comentar que «solo Apellániz manifestó en una ocasión que le sorprendió una imagen de un elefante en un grafito. No hacía falta ver un elefante de verdad, aparte de que la gente viajaba. Nos manifestó su sorpresa, pero no puso en duda nada», agregó.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.