Laguardia. Blanca Castillo

La Ruta del Vino y del Pescado está en auge y logra ya 8.000 visitas al año en Álava

Desde Oion hasta Bermeo recorre los caminos que usaban los arrieros para llevar mercancías de la tierra de viñedos hasta los puertos vizcaínos

Lunes, 22 de julio 2024, 00:05

El GR38, también conocido como la Gran Ruta del Vino y el Pescado, es un sendero de largo recorrido que antaño unía los viñedos de Rioja Alavesa con los puertos pesqueros del Cantábrico. Por sus caminos transitaban arrieros que en sus carretas tiradas por mulas ... llevaban al norte vinos, trigo, sal y vinagre alaveses para traer de vuelta el pescado fresco o en salazón de los puertos vizcaínos. Estos senderos, menos conocidos que el Camino de Santiago o el Ignaciano, están tachonados de historia y de los más bellos paisajes. La ruta empieza en Oion y termina en Bermeo. Son 166 kilómetros divididos en ocho etapas que en su vertiente alavesa cada día ganan más adeptos. Sólo en el último año, han transitado por sus caminos 8.000 senderistas o ciclistas (están preparados para las dos ruedas), de acuerdo con el ultimo recuento hecho por el Departamento de Medio Natural de la Diputación alavesa.

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  • 1. Oyón-Oion-Laguardia 19,6 km.

  • 2. Laguardia-Albaina 22 km.

  • 3. Albaina-Estibaliz 23,1 km.

  • 4. Estibaliz-Otxandio 37,5 km.

  • 5. Otxandio-Durango 19,5 km.

  • 6. Durango-Gernika 29,7 km.

  • 7. Gernika-Bermeo 19,2 km.

  • 8. Ruta alternativa.Santutxu-Ondarroa 12,5 Km.

La instituciones han acondicionado durante los últimos años caminos que se han mantenido abiertos gracias al trasiego de montañeros, pastores, cazadores y ganado hasta hacerlos lo más accesibles posibles. Son pasos que usaron durante siglos y hasta no hace tanto para sortear a pie, en carro o a lomos de mulas y caballos puertos, portillos, collados y vaguadas. No sólo eran rutas comerciales, sino también las más rápidas para ir a fiestas, romerías y otros eventos. Así, un paseo por esta gran ruta permite también hacerse una idea de la sacrificada vida en los tiempos no motorizados.

La ruta está dividida en ocho etapas, algunas tan exigentes que pueden hacerse en varios tramos. El camino se inicia en Oion y se dirige hacia Laguardia y transcurre entre viñedos. Pasa junto a la villa amurallada de Labraza, recorre el biotopo de Laguardia y concluye en la 'capital' del vino de Rioja Alavesa. Esta primera etapa tiene 19,6 kilómetros de longitud.

La siguiente es más exigente. Tras ver el poblado de La Hoya uno puede seguir el camino en dirección a los relieves de la Sierra de Cantabria. Este imponente cordal montañoso añade dureza al camino. Tras una fuerte subida por bosques de quejigos se llega al alto del puerto del Toro, con impresionantes vistas de las tierras del vino. Desde ahí el sendero baja hasta Lagrán, que cuenta con centro de interpretación del GR38 y enfila hasta Laño. Ahí están Las Gobas, eremitorios rupestres de la Alta Edad Media. La exigente etapa de 20 kilómetros acaba en Albaina, en el Condado de Treviño.

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Hasta el mar

Desde Albaina, la ruta lleva hasta la Llanada Alavesa por uno de los desfiladeros más hermosos del territorio, el del río Ayuda. Antes pasa por Sáseta, con su hermosa cascada. Desde Okina, el camino permite adentrarse en el corazón de los Montes de Vitoria hasta llegar a Estíbaliz, cuna del magnífico santuario románico. Esta tercera etapa tiene 23,1 kilómetros. Poco, en comparación con la cuarta y la última alavesa. Desde Estíbaliz, los arrieros tiraban hasta Otxandio. Hace dos siglos no había embalses, pero si el bosque de ribera del río Zadorra que sigue en pie y que es una magnífica antesala de la villa monumental de Otxandio (37,5 kilómetros)

Paso hacia el puerto de Toro desde Lagrán. Igor Aizpuru

A partir de aquí, según se recoge en la página de Turismo del Gobierno vasco, el recorrido «se encarama sobre la majestuosidad de Urkiola y desciende hasta Durango, desde donde nos eleva hasta los relieves de Oiz. Atravesando los dominios de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, la marcha nos aproxima hasta la villa de Bermeo, punto final de nuestro viaje».

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Los puertos de Ondarroa y Lekeitio también establecieron rutas comerciales y desde el siglo XV hasta el siglo XVIII mantuvieron contactos con el interior. «Sus caminos se juntaban en Santutxu desde donde alcanzaban los pies de la sierra de Oiz para unirse al camino procedente de Bermeo».

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