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Jugadores del Covadonga Rugby y el Olímpico Pozuelo de Alarcón disfrutan del partido que jugaron ayer en las instalaciones de Lakua. blanca castillo
El rugby como símbolo de compañerismo

El rugby como símbolo de compañerismo

En Lakua. La XIII Araba Rugby Cup reúne a 1.300 niños y niñas de 28 clubes de España y Francia que ya sueñan con la siguiente edición

Domingo, 7 de mayo 2023

Amanece en Vitoria sin la presencia del sol, las nubes cobran protagonismo y tiñen la ciudad de un color grisáceo que invita a un día un tanto desapacible. Un sabio dijo en su momento que el mal tiempo dura un momento y que la luz que alumbra el día dura toda la vida. Una frase que tomaron al pie de la letra los más de 1.300 niños que formaron parte este fin de semana de la edición número 13 de la Araba Rugby Cup, procedentes de diferentes puntos de España y Francia.

Los protagonistas, de entre 7 y 14 años, se reunieron en las instalaciones deportivas de Lakua 03 para disfrutar de una de las citas más esperadas para la gran parte de los amantes del deporte ovalado. No sólo por los chavales, sino también por unos padres y madres que ven el rugby como claro ejemplo de lo que debe reflejar el deporte, que consta de «deportividad, diversión y respeto», palabras que empleó Pedro Lavadiño, del CR Alcorcón de Madrid. Su hijo Daniel, de solo 11 años, ha participado por primera vez en la Araba Rugby Cup, una experiencia que será inolvidable para él. Éste ha sido uno de sus primeros contactos con el deporte, algo que «le ha emocionado mucho, ha descubierto algo nuevo. Ha visto que no todo es fútbol o baloncesto, sino que hay otros deportes con los que puede pasarlo genial».

Es el cuarto año seguido que se celebra en las instalaciones de Lakua 03, un escenario que ha sido acogedor para la gran mayoría de los participantes, pero que comienza a hacerse un tanto pequeño. «Cada vez somos más personas, noto que estamos muchos en poco espacio», comentó Gloria Casado, vinculada al Gaztedi Rugby Taldea vitoriano desde hace más de una década. Su hijo, que en su momento jugó en el club alavés, fue quien la introdujo en un mundo con unos valores «tan únicos». «Ver a tantos chavales disfrutando y pasándoselo en grande es muy bueno, es una alegría para todos». Y es que este torneo no sólo se ha formado para visibilizar el rugby, sino que también sirve como punto de encuentro para muchas personas. Al menos así es para Clara Rodríguez, del Real Oviedo Rugby Club. La asturiana apenas recuerda la primera edición a la que acudió a Vitoria, pero jamás se pierde una. Se ha convertido en una segunda casa para ella. «Gracias a este maravilloso torneo hemos conocido personas maravillosas de Vitoria y de otras ciudades. Solemos venir en ocasiones a visitarlos. Esta es una de las pequeñas partes del rugby, que te permite crear vínculos que en otras circustancias quizás no serían posibles».

Ganó el respeto

«No hemos ganado, pero lo he pasado en grande. Me da un poco de rabia porque se está terminando, pero el año que viene vendré», dijo Paula González, de 14 años, del Olímpico Pozuelo, mientras que su padre, Juan Carlos, reflejaba una amplia sonrisa a su lado. «Su hermano juega en Madrid, es un poco mayor que ella -pronto cumplirá los 18- y la convenció de que jugara un poco», una insistencia que terminó con la pequeña Paula disfrutando cada viernes junto a sus compañeras en los entrenamientos.

Y es que al final, la cuestión de estos torneos no trata de que un equipo se proclame ganador o reciba un trofeo que acredite su triunfo. En una cita donde no existen los vencedores ni vencidos, el Araba Rugby Cup volvió a lucir momentos de colaboración, ayuda y respeto entre los más de 1.300 niños y niñas que, con su inocencia habitual, pusieron la guinda a un evento que para muchos se consolida como uno de los días más importantes en su calendario.

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