Delitos en Vitoria
Los robos, las peleas y el trapicheo de droga carcomen Coronación y AldabeDelitos en Vitoria
Los robos, las peleas y el trapicheo de droga carcomen Coronación y AldabeDomingo, 20 de octubre 2024, 00:49
Tres tardes seguidas de combates callejeros han devuelto el foco a Aldabe y Coronación, las dos áreas más carcomidas de Vitoria. Los robos con violencia, los hurtos en comercios y supermercados, las peleas multitudinarias (al parecer por controlar el territorio), un trapicheo tan ... constante como notorio que juega al gato y el ratón con las patrullas policiales, y una veintena de okupas que han dividido a los vecinos legítimos. Semejante mezcla ha dejado el vaso de la paciencia social al borde del colapso.
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Hacía tiempo que estas dos zonas –problemáticas, siempre en los radares policiales– no pintaban tan oscuro. En el triángulo Simón de Anda-Coronación-Domingo Beltrán se han 'acostumbrado' a los hurtos en supermercados y tiendas. Aldabe y sus alrededores dan cabida a camellos especializados en despachar a pie de acera. Y entre estos, dos recién llegados han puesto patas arriba ese mercado negro, con grescas continuas por el territorio. «Unos por hacerse con el control y otros por no perderlo», estiman fuentes internas de la Policía Local y la Ertzaintza.
Sin embargo, Aimen, uno de los implicados en esas trifulcas y al que estos nuevos residentes sacaron un machete de 52 centímetros, da otra versión. «Soy vecino desde hace once años. Crecí en Bideberria y lo único que hice fue impedir que esta gente vendiese más pastillas (los medicamentos Lyrica y Pregabalina, principalmente) a los menores del centro», ataja sentado en una terraza. «Esta gente sobra en el barrio», clama.
Desde esas tres tardes de broncas –entre el miércoles y el viernes de la semana pasada– reina una calma tensa. «No son tontos. Andan más precavidos porque ahora hay más policía», analizan varios vecinos y comerciantes que solicitan el anonimato. La presencia de uniformados se deja notar sobre todo a las tardes. Eso sí, en cuanto los agentes se marchan a alguna urgencia en otro punto de Vitoria, los camellos salen a la luz.
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«Mira ese, coloca una manta en el balcón para que los clientes sepan que está disponible. Le llaman por teléfono o le escriben al whatsapp y baja. Si tiene mucho lío, su hija menor le trae el 'tema' (droga) de casa». Otro camello se saca una bola de la boca y se la entrega a un joven. «Ese vende hachís», dicta un habitante. Ayer, entre las 16.05 y las 16.15 horas, este periódico fue testigo de dos 'pases' (venta de estupefacientes).
La droga trae inseguridad. Algunos comercios han optado por cerrar antes a las tardes. En la farmacia de la calle Portal de Arriaga despachan con la persiana bajada en cuanto anochece. Uno de los bares acaba de instalar un potente sistema de videovigilancia.
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«El hotel para ricos (en referencia al Palacio de los Álava Velasco) fue un soplo de aire fresco, pero el otro día mangaron las bicis a dos clientes alemanes que las habían candado frente al centro cívico. Esos ya no vuelven», vaticina Aimen apesadumbrado.
Sobre la situación actual de Aldabe, el departamento de Seguridad, dirigido por Iñaki Gurtubai, recuerda que el «dispositivo de vigilancia específico –a medias entre Policía Local y Ertzaintza– es el mayor de este tipo en la ciudad». Una presencia preventiva como repelente ante posibles «peleas multitudinarias, trapicheo, robos y molestias a vecinos y comerciantes», precisa un portavoz autorizado. «El problema es que cuando les surge una urgencia en otro sitio se van y los 'malos' reaparecen», insiste Luis, que en breve se mudará a otro barrio.
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Durante la tarde del viernes, efectivos de la Guardia urbana se entrevistaron con los dos varones que días atrás habían okupado en una lonja vacía en Santo Domingo número 40. Ante «el riesgo de derrumbe», ambos jóvenes –«conocidos» de la casa– optaron por marcharse a otro lugar. Los bomberos tapiaron los accesos.
Las lonjas okupadas encarnan el tercer vértice en este agujero negro de consecuencias aún impredecibles. En concreto, las de las calles Bruno Villarreal y Cruz Blanca. Sus moradores ilegales están enfrentados. Se han peleado varias veces. Y, como mínimo, una vez usaron machetes como evidencia un vídeo manejado por la Policía Local y la Ertzaintza, y al que ha accedido EL CORREO.
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En Bruno Villarreal, sólo aguantan tres varones de los que vivían allí en junio, cuando este medio les dedicó un reportaje. «Sospechamos que cobran al resto. Si agregamos los problemas legales que arrastran muchos de ellos, ahí tienes las causas de la enorme rotación», dicen medios policiales. Uno de esos tres supervivientes estuvo preventivo en Zaballa por «agresión sexual».
En ambos locales se han encontrado móviles, patinetes, bicicletas –todo sustraído– y pastillas de estupefacientes y medicamentos usados para «volarse».
Su voracidad delictiva ha generado un inusual sentimiento de rechazo en buena parte del barrio, que el martes salió a las calles a protestar. Esos ciudadanos lo hicieron en contra del parecer de la asociación vecinal, Errota Zaharra, presidida por un integrante de las listas electorales de EH Bildu en 2023. Los manifestantes fueron increpados por una veintena de jóvenes, supuestos vecinos del barrio, que fuentes policiales los sitúan en el entorno de la izquierda radical. Cuatro de ellos terminaron identificados por la Ertzaintza. Al menos una está empadronada fuera del barrio.
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