Del rigor académico a la «pura imaginación» literaria

«Tengo todas mis publicaciones organizadas en unas dos baldas en casa, además de muchas traducciones», comenta García (Elvillar, 1957) asomando una sonrisa cuando se le pregunta qué lugar ocupan tantas páginas en sus estanterías. Tras décadas de trabajo centrado en el estudio y en dar clases en el campus universitario de Álava, ha seguido investigando acerca de la historia local y por primera vez se ha con el relato literario.

Es el caso de 'La Hechicera de Elvillar y otros relatos', una serie de doce ficciones en las que no solo cabe el rigor histórico, sino también la «pura imaginación». Su incursión en la ficción tiene que ver con su retiro docente, motivado por problemas de salud. Apunta que la pandemia fue «culpable» de impulsarlo a escribir relatos.

El título del libro remite a una de las historias principales, inspirada en las leyendas que le contaban sus abuelos sobre el dolmen de Elvillar, un conocido dolmen situado en la localidad de Rioja Alavesa. «Hay mucho misterio y tradición en ese lugar», afirma acerca del cuento que se inicia con una fórmula muy tradicional. «Érase una vez una época en que los principales edificios de veneración se construían con enormes piedras arrebatadas a las montañas», arranca ese capítulo. En ese texto también palpa el interés que despiertan las brujas y cómo han ido variando a lo largo del tiempo. Consideradas entre los siglos XIII y XVII como seres malvados a los que quemar en la hoguera y ahora como seres que animan festividades locales.

Otros relatos se sitúan en Inglaterra, Oriente Medio o Etiopía. Vitoria también sirve como telón de fondo de relatos como 'La broma', que transcurre en el tranvía, y 'La ermita del barrio de San Martín'. Aunque ha explorado la ficción, García Fernández no abandona su faceta de historiador, como demuestra en 'Historias vascas', publicado hace unos meses. Este libro, subtitulado 'Judíos, judeoconversos, herejes de Durango, caza de brujas, emperadores, reyes pájaro, bufones y cachimorros', desentraña mitos históricos, como la supuesta convivencia pacífica entre judíos y cristianos en la Vitoria medieval. «Se cree que cuando se dona el cementerio judío de Judimendi al concejo de Vitoria en 1492 fue por un trato respetuoso, pero nada más lejos de la realidad. Los judíos llevaban años sufriendo medidas antisemitas», explica este académico que compagina la afición literaria con la investigación absolutamente rigurosa.