El impacto de la pandemia se mide en contagiados y fallecidos, en test PCR a la población, en camas ocupadas en los hospitales... pero la crisis sanitaria arrastra otras cifras, las de las consecuencias económicas. La evolución de la Renta de Garantía de Ingresos (RGI) ... en los últimos meses arroja algunos de esos números que alertan sobre la incidencia del coronavirus en el bolsillo pues, en medio año, los beneficiarios de esta ayuda social han aumentado un 4,9% en Álava. En marzo había 8.102 familias que subsistían con esta prestación de Lanbide y en septiembre eran ya 8.500. Y lo peor, advierten quienes pelean contra la pobreza, está aún por llegar.
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El horizonte pinta oscuro desde el estallido de la pandemia aunque fue en el confinamiento, con la economía prácticamente parada, cuando se disparó el cobro de la RGI. Más de la mitad de los alaveses que han entrado en esta bolsa de ayudas desde la aparición del coronavirus –249 de los 398 totales– lo hicieron entre marzo y mayo, a razón de un centenar de nuevos beneficiarios cada mes. Ramón Ibeas, secretario general de Cáritas, reconoce que «no son cifras excesivas» para el tremendo parón que ha sufrido el territorio ya que unas cuantas personas no han accedido todavía a esta prestación porque se sostienen sobre el 'colchón' de los ERTEs, lo que les impide recibir otras aportaciones públicas y también el respaldo monetario de su entidad por superar el umbral mínimo de ingresos, por escasos que sean. «La clave es qué pasará cuando se acaben los ERTEs, aún no hemos visto el final del túnel», advierte.
ramón ibeas, cáritas
La estadística de la RGI, sin embargo, avisa de que muchos vecinos del territorio transitan ya por ese callejón de las estrecheces económicas, como ocurre en el resto de Euskadi. La pobreza ha crecido en este tiempo en cifras similares en Gipuzkoa (con un 5% más de perceptores desde marzo) y la situación se asoma bastante mejor en Bizkaia (un 1,5% de incremento). Ibeas cree que detrás de esas subidas se halla el ascenso del paro, con sectores como la hostelería a medio gas o la aeronáutica al borde del abismo, pero admite que en Cáritas han observado un claro aumento de trabajadores de la economía sumergida entre quienes demandan su apoyo. «Hay gente que estaba en el mercado laboral en negro y de repente se ha visto sin nada». En la calle, sin ingresos, pero también sin derecho a desempleo.
En Berakah coinciden en que la crisis sanitaria «ha cerrado la puerta de la economía sumergida» a muchas personas. En su comedor Zugaz, por ejemplo, sirven hoy 164 menús diarios, más del doble que al inicio del curso pasado. «Ahora mismo no hay nada que me diga que esto va a mejorar», se resigna Fidel Molina, al frente del programa que da un respaldo a quienes soportan «un índice socioeconómico muy bajo o nulo». La RGI no arroja un retrato robot tan claro de sus beneficiarios, que se han incrementado desde marzo en todas las franjas de edad. Cuatro de cada diez tienen entre 35 y 49 años, algo más de la mitad son mujeres y el 74% no pasó de la enseñanza obligatoria.
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A Cáritas, cuenta Ibeas, llegan muchos emigrantes en situación irregular y solicitantes de asilo aunque sabe que el coronavirus ha multiplicado la pobreza en todos los grupos sociales. En sus despachos, señala, atendieron en septiembre a 643 personas frente a las 428 que se presentaron en marzo. «Estamos en subidas del 50% cuando en la anterior crisis, la de 2008, eran hasta del 100% al mes. No estamos en un territorio desconocido aunque creo que esta vez se están haciendo las cosas mejor en el terreno económico».
Las Iglesias católica, evangélica, ortodoxa rumana y rusa y las comunidades musulmana, taoísta, budista e hindú de Vitoria se unirán el sábado 17 alrededor de una vela sobre la plaza del Machete. El encuentro a las 18.00 horas alrededor de ese cirio, que representará «la esperanza en un mundo mejor», se enmarca en el Día internacional para la erradicación de la pobreza, que el pasado año se convirtió en motor de una multitudinaria marcha por las calles vitorianas y que, en esta ocasión, la pandemia ha reducido a una concentración sólo con los representantes de los diferentes colectivos religiosos de la ciudad.
Los organizadores del acto, que encabezará el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde, hacen «un llamamiento público a no acudir por motivos de seguridad sanitaria». «La celebración será mucho más discreta pero sin mermar la potencia del mensaje», aseguran. El coronavirus ha obligado también a suspender el coloquio programado en el aula San Pablo dentro de esta semana dedicada a la lucha contra la pobreza. En su lugar se han grabado los testimonios de diversas personas que ayudan a las personas más empobrecidas para su emisión a través de las redes sociales de la Diócesis a lo largo de estos días. Entre ellas se encuentran Mariona Téllez, cooperante en el campo de refugiados de Lesbos, el sacerdote franciscano Isidoro Macías, conocido como 'padre patera', el teólogo musulmán Abdelaziz Hammaoui o la religiosa María Luisa del Pozo, que se dedica a la acogida de mujeres víctimas de la trata y de la prostitución.
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