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Vitoria tiene sus propios reyes magos eméritos. Quienes durante más de 40 años llevaron la ilusión a los más pequeños de la casa a lomos de burros, caballos, dromedarios y carrozas 'brilli-brilli' se resisten a colgar la corona. Fueron jubilados a su pesar tras ... las navidades de 2020, primer año de la era pandémica, por mor de los nuevos tiempos, el bilingüismo, la diversidad y la 'profesionalización' de la Cabalgata. Y desde el año pasado el desfile oficial queda en manos de actores contratados por el Ayuntamiento, que como pasa en estas cosas de la realeza serán quienes hagan uso del palacio, los tronos, las capas de terciopelo azul y damasco, las casacas de sifón dorado y en general todo el atrezzo de la corte monárquica.
Y mientras el Departamento municipal de Cultura desempolva la alfombra roja para que la pisen los reales botines de los reyes herederos, los eméritos -a la sazón Miguel Ángel Zaldívar, Jorge Diente y Babbou De Ana- se niegan a pasar esos días que rodean la Epifanía cristiana comentando cómo van las obras del tranvía, de rule a bordo de algún yate y ni siquiera de safari fotográfico. «Queremos seguir llevando ilusión. Es tan bonito sentir el cariño y el abrazo de todo el mundo...», dicen Melchor y Gaspar seniors.
Sus veteranas majestades de Oriente volverán a repartir sonrisas, anuncian. Los reyes han echado mano de sus pensiones -mucho antes de la revalorización del IPC- y han comprado de su bolsillo - «bueno nos han ayudado los amigos»- sus propios trajes con todo tipo de detalles y con la idea de que les duren «unos añitos. Mientras nos acompañen las fuerzas». Coronas, turbantes, plumas, joyas de pega, capas y trajes, cinturones dorados, pelucas, barbas... Está todo casi a punto. «Realmente los compramos el pasado año, pero al final por las restricciones por el covid no salimos», revela el blanco rey.
Y es que en ningún caso se proponen hacer sombra a los actos oficiales de la programación real. «No queremos interferir. Vamos a ir adonde el Ayuntamiento no llega», anuncia Zaldívar. Su séquito será de tres pajes por monarca convenientemente ataviados con trajes de época, de cuando reinaba Herodes, y también comprados a escote. Y no es el único esfuerzo económico que van a hacer los eméritos «por altruismo y porque nos encanta, porque lo nuestro es dedicación y entusiasmo». Han adquirido caramelillos que van a repartir a niños, padres y abuelos.
Puede que no sepan mucho de métodos de interpretación como el Stanislavski pero después de 40 años saben muy bien cómo consolar a un niño o niña que entra en modo pánico al acercarse a pedirles un deseo o hacer reír y cantar a un anciano.
«Abiertos a todo el mundo»
Los más suertudos este año serán los alumnos y alumnas de Corazonistas, el único colegio que van a visitar los eméritos el día 5. «Estamos abiertos a todo el mundo». Ellos, acostumbrados a los Chevrolet o Porches descapotables del Araba Classic Club llegarán al recinto escolar en un microbús gentileza del AMPA.
Por la tarde irán a la residencia Ajuria y el día 6 ya tienen completa su agenda: los geriátricos Txagorritxu, Lakua y Zadorra. «No sabes la ilusión que les hace a los mayores». Ya se han agenciado un monovolumen y necesitan otro con chófer para poder llegar a tiempo a todos los sitios. «Y si de paso alguien quiere que entreguemos regalos, nosotros encantados. O que vayan los nietos. También nos falla la música. Estaría bien tener un acordeonista o que nos pongan villancicos en los centros».
Porque les gusta llenar de magia los sueños de los niños, pero su debilidad, confiesan los eméritos Melchor y Gaspar, son los mayores. «Es algo precioso. Cada año es una novedad. Están esperando todo el año a que lleguemos, quizá el mejor final de sus fiestas», reflexiona. «Te llena el corazón de alegría, es un subidón», agrega Jorge 'Gaspar' Diente. Cuarenta años de repartir ilusión y abrazos les avalan.
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