En Tomás Alfaro, como en todas las residencias, la mascarilla es de uso obligatorio en las zonas comunes. jesús andrade

Las residencias de estudiantes de Vitoria llenan sus plazas pese a la incertidumbre del curso

Con cita previa para instalarse, comedores con aforo reducido y sin huella dactilar en los accesos, los alojamientos se ponen al día para combatir los contagios

Miércoles, 2 de septiembre 2020, 00:29

En un año plagado de incertidumbres, los estudiantes que cada curso se instalan en Vitoria para iniciar sus estudios universitarios -más de la mitad de los 7.000 alumnos del campus alavés de la UPV- renuevan sus estancias en las cuatro residencias de la ciudad. ... Las 484 plazas de los centros mixtos Tomás Alfaro, San José, El Pilar y el religioso y femenino María Inmaculada se encuentran completas desde hace semanas, a menudo por alumnos que ya las habían ocupado en los últimos cursos.

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«Algo más de la mitad de los inquilinos ha renovado, lo que ha permitido menos nuevas incorporaciones. Las habitaciones dobles se siguen alquilando por chavales que ya se conocían entre sí y porque son más económicas», apunta Antonio Martín, coordinador de la residencia Tomás Alfaro, la más grande de Vitoria con un total de 220 plazas. Este curso 2020/2021 tendrá novedades en los alojamientos para estudiantes, ya que las visitas se restringirán o controlarán para minimizar el contacto con personas del exterior, el aforo de las zonas comunes se reducirá y el uso de mascarilla y gel hidroalcohólico para el lavado de manos será obligatorio. Algunas residencias ya contemplan escenarios como un nuevo confinamiento -algo poco probable, a tenor de los mensajes que lanzan los gestores públicos- para mayor tranquilidad de los estudiantes.

«Si los estudiantes tienen que volver a casa, pagarán el alojamiento pero no los suministros»

nuevas condiciones

«La situación de la pandemia en Vitoria no es buena y tenemos que contemplar la posibilidad de que los alumnos tengan que volver a casa, bien por obligación o porque se suspendan las clases presenciales. En ese caso les cobraremos los alojamientos, pero no los servicios ni los suministros», señala Óscar Relloso, encargado de la residencia San José, en el Paseo de la Universidad, con un centenar de plazas. De esta manera, los estudiantes abonarían los 230 o 300 euros del alquiler de la habitación pero se ahorrarían los 216 que se destinan a servicios como el comedor, que en estos días se ha transformado para adaptarse a las nuevas necesidades. «La estancia, para 96 personas, ha reducido el aforo al 50%. También hemos habilitado como comedor zonas que no lo eran», explica Relloso, quien subraya que han modificado incluso el sistema de entrada a la residencia, que hasta ahora funcionaba a través de la huella dactilar. Pero otro de los grandes retos de los trabajadores de las residencias tendrá que ver con las visitas que reciban los estudiantes.

Medidas de seguridad. Toma de la temperatura a un estudiante. jesús andrade

Abiertos durante la alarma

«Les estamos dando cita para que vengan a traer sus cosas y evitar que coincidan en los pasillos. Esperamos que el curso se desarrolle con normalidad», apunta Nuria Angulo, del departamento de administración de la residencia El Pilar. Sus 84 apartamentos con cocina ya tienen inquilinos. Ellos no cerraron ni durante el estado de alarma. «Algunos estudiantes internacionales no pudieron regresar a sus países y nos mantuvimos abiertos», coinciden en Resa Tomás Alfaro. Y pese a que están en el ADN universitario, las fiestas desaparecerán de estas instalaciones hasta que la situación sanitaria mejore. «Antes les permitíamos cierta flexibilidad, pero los alumnos ya están avisados de que no podrán celebrarlas ni consumir alcohol. No lo vemos posible», subraya Relloso.

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Las mudanzas se realizan por turnos, la mascarilla es obligatoria en los pasillos y se regulan las visitas

medidas de seguridad

Algunos padres y madres -quienes a menudo gestionan la reserva de estas habitaciones y acostumbran a pagarlas- han rechazado completar las reservas a la espera de noticias sobre el avance del virus y, al igual que otros establecimientos hoteleros, las residencias que reciben turistas en sus habitaciones en verano han notado un fuerte descenso en estas pernoctaciones. «Es habitual que se hospeden particulares, profesores que vienen a cursos de verano, peregrinos, cicloturistas, asistentes al festival de jazz, los cursos internacionales de la música o el Ironman...», enumeran en Tomás Alfaro y El Pilar.

En su contexto

  • 484 plazas tienen las cuatro residencias universitarias de la capital alavesa, los centros mixtos Tomás Alfaro, San José, El Pilar y el religioso y femenino María Inmaculada. Todos ellos están a tope.

  • 50% La capacidad de comedores como el de la residencia San José, con un centenar de estudiantes, se reducirá a la mitad para cumplir con la distancia de seguridad. También se acondicionarán nuevos espacios para las comidas.

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