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El trazo grueso presentista repara básicamente en un republicanismo plebeyo, popular, incluso izquierdista, que cuestiona la circunstancia indiscutible: la dirección y la mayoría de esa cultura política era del republicanismo señor. Manuel Azaña, Izquierda Republicana, la Constitución del 31 y las reservas al programa electoral ... del Frente Popular dan fe. El carácter político de aquel republicanismo era más de reforma que de revolución, más de las clases medias ilustradas que de cualquier obrerismo, más del recuerdo de 1789 que de 1917, más devoto de Joaquín Costa que de Largo Caballero o La Pasionaria.
Se comprueba en cada provincia. En Álava lo representaron los Martínez de Aragón. El más lejano, Domingo, fue el último Diputado General del tiempo foral, y protagonizó en 1876 la respuesta intransigente contra su abolición. Su hijo era también un burgués de maneras aristocráticas, liberal canalejista, diputado, senador y dirigente del sanedrín vitorianista que eligió a Dato para las Cortes entre 1914 y 1921. La trágica experiencia de su hijo Ramón le desveló la felonía militarista que presidía Alfonso XIII. Luego otro, José, fue represaliado por negarse a aplaudir el golpe de Primo de Rivera, y participó en el movimiento republicano de Cuatro Vientos, en 1930. Don Gabriel, como tantos monárquicos en tantos sitios, se pasó al otro lado: «Al no encontrar en la Monarquía el respeto debido (…) me voy a la República para aspirar a vivir en España al modo en que se vive en las más adelantadas naciones del mundo». Fue Fiscal General de la República y presidió el Consejo de Estado.
Sus siete hijos resumen la tragedia de los perdedores de la guerra. Ramón y José perseguidos por los militares. Alberto asesinado al inicio de la contienda. Gabriel encarcelado, condenado a muerte y desterrado. Domingo capturado por la Gestapo. Ernestina recluida en un campo de concentración galo. Las propiedades familiares saqueadas, comenzando por su casa de La Florida, donde ahora está el Hotel Canciller Ayala: fue expropiada por los militares. La Ley de Responsabilidades Políticas les multó con un millón de pesetas. Su apellido, con el peso que tenía, fue eliminado del recuerdo local, como si nunca hubiera tenido lugar. Y si eso pasó con el republicanismo señor, qué no ocurrió con el más débil plebeyo.
El 9 de abril de 1937, el hijo que falta, Jesús, un abogado al que la guerra llevó a comandar una Brigada para defender el frente de Madrid, murió en la toma de una posición. Su muerte conmocionó a muchos. El socialista Zugazagoitia escribió: «A diferencia de otros soldados, el valor de Jesús Martínez de Aragón no está en su muerte, sino en su vida, en la que le soñaron sus padres y la que le propiciaron sus hermanos». Soñaban todos con un país democrático donde vivir. La suya es una historia extraordinaria que rememoraremos este 9 de abril con el estreno del también extraordinario documental que ha hecho su nieta Isabel. Porque ««El olvido está lleno de memoria» (con permiso de Benedetti).
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