Como un reloj suizo
CARMEN GUTIÉRREZ
Miércoles, 13 de julio 2022, 15:52
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CARMEN GUTIÉRREZ
Miércoles, 13 de julio 2022, 15:52
En plena cuarentena, Iñaki Añua continuaba grabando su programa de jazz de medianoche para los sábados de Radio Vitoria. Casi sesenta minutos en los que se puede escuchar su voz, tan poderosa y aterciopelada antaño y tan débil en los últimos tiempos, pero tan enamorada ... del jazz y sus grandes intérpretes siempre. Aún transmitía el entusiasmo por quienes han pasado, casi todos, por el Festival de Jazz que él convirtió, sin exagerar, en uno de los más prestigiosos del mundo. Para Vitoria fue un sueño escuchar a Ella Fitzgerald, a Oscar Peterson, a B.B. King, Wynton Marsalis. Porque la Vitoria a la que llegaban no era entonces más que una ciudad de provincia con una vida cultural a su escala. Consiguió que el festival se convirtiera en un disfrute imprescindible en el julio de muchos vitorianos. Llegó ¡cómo no! el postureo, pero la crisis se encargó de reducir el público en melómanos entregados y vitorianos admirados que aún seguían fieles a la calidad de lo que en Mendizorroza se escuchaba. Y el mérito tiene un nombre: Iñaki Añua. Sobre sus espaldas ha recaído la responsabilidad de cuarenta ediciones. Con un gusto exquisito, la búsqueda de la excelencia por encima de lo normal, la astucia del viejo zorro y una tupida red de relaciones con otros festivales internacionales, conseguía cuajar cada año un programa asombroso. No han faltado las críticas, que si se repite, que si hay que darle un giro....Lo que quieran. Pero cuando las luces se apagan y suena la música en aquel desabrido polideportivo, se produce la magia, porque las noches de jazz en Vitoria son magia. Y yo pienso seguir envolviéndome en ella.
Cuando me incorporé al equipo de Iñaki, encontré un engranaje más preciso que el de un reloj suizo. Todo estaba tan bien organizado que solo había que atender los imprevistos. En los años en que yo estuve tras las bambalinas apenas los hubo. Y si los había, el equipo de letrados y asesores de Añúa, además de amigos, estaban allí para resolverlo. La grandeza de Iñaki era su pasión por el festival. Y, claro, este entusiasmo, unido a su fuerte carácter, hacía temblar a veces las paredes de Mendizorroza. También hay que decirlo. Quizás no era ajeno el hecho de que naciera el 21 de junio, día en el que tuvo lugar la batalla deVitoria y que, cuando Iñaki era niño, se conmemoraba con poderosos cañonazos. Su madre le decía, según me contó, que los cañonazos eran en su honor.
En 2019 se despidió del Festival. El público en pie le dedicó un largo, largo, largo aplauso. Había hecho un esfuerzo sobrehumano por estar allí. Compareció en una silla que le transportaba a buena velocidad de un sitio a otro del pabellón. «Ya sabes lo cabezota que soy», me dijo días antes. «Quiero estar bien para el Festival». Y lo estuvo. De aquí para allá con su silla, controlaba hasta el último detalle. Tengo la sospecha de que Iñaki era el espectador que menos disfrutaba, atento a cualquier incidencia.
Aún le recuerdo en su despacho, bajo una enorme foto de B.B. King en Vitoria, con un lápiz en la mano, llevando la contabilidad de la venta de entradas en un cuaderno. Y cómo verificaba cada día si eran más o menos que el año anterior. Atento al mínimo detalle. Estamos hablando de un señor que había conseguido que Winton Marsalis -para Iñaki, Winton a secas- compusiera una suite dedicada a la ciudad de Vitoria. Ni más ni menos que Winton Marsalis. Y tenía la amistad de Chick Corea o de Paco de Lucía.
Le encantaba contar anécdotas de su relación con ellos. Estaba orgulloso de su trabajo porque sabía que estaba bien hecho. No han sido ajenos a ello su equipo durante tantos años, Blanca Sanz y Alberto Ibarrondo; sus amigos, en especial Enrique Guinea; sus hermanos Javier y Mikel y su cuñada Maite; su hija Jasone y, sobre todo, su inteligente compañera de vida, Elena Ugarte. A ellos quiero dedicar estas reflexiones. De los festivales salidos de su cabeza quedan los recuerdos, pero a Iñaki le podemos seguir escuchando en sus programas de radio guardados para la posteridad. Es lo que yo estoy haciendo ahora en su memoria.
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