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La temperatura media del planeta sube y las estaciones sufren alteraciones climáticas. Sean cíclicas o no, lo cierto es que afecta a los movimientos migratorios de las aves. Álava se encuentra en la encrucijada de las bandadas que en verano huyen de las altas temperaturas ... del Sáhara y en invierno abandonan las gélidas tierras del norte de Europa. Y no todas van de paso. Miles de ellas instalan sus cuarteles de invierno o de verano en los humedales de Salburua y los embalses del Zadorra. Empieza la estación más fría y ya se dejan ver por las balsas de Vitoria o Mendixur algunas de las miles de aves acuáticas que pasarán aquí unos meses, algunas incluso hasta que sus polluelos salgan del cascarón.
Gorka Belamendia, ornitólogo y coordinador de Ataria, centro de interpretación de los humedales de Salburua, elabora para EL CORREO la lista de algunas de las aves que se pueden avistar. El cambio climático empieza a notarse, explica. «Aunque no ha desaparecido ninguna invernante, sí han bajado en número». Son muchos los censos en los que ha participado y percibe cómo año a año algunas especies ya no se desplazan tan al Sur en busca de comida. Esto tiene una parte positiva para el territorio y otra negativa. Por ejemplo, detalla, lo bueno es que ahora se pueden ver por estos cielos milanos reales y ansares que antes pasaban la Navidad en Madrid, Castilla-La Mancha, Doñana o Villafáfila.
Pero también hay despedidas. El silbón europeo, por ejemplo, cada vez se ve menos. Sus poblaciones invernantes crecieron hasta 1999 y desde 2004 «han ido cayendo en picado». Se les puede encontrar en las balsas de Arkaute. Y el porrón europeo del que se llegaron a ver hasta 5.000 ejemplares en un mismo invierno por estos pagos también se ha estancado. Desde hace tres años apenas se contabilizan 500 miembros. «Antes de cada cinco patos que veías en los embalses tres eran porrones europeos, y hoy hay pocos».
También están bajo mínimos sus primos los porrones moñudos. Las aves frías parecen preferir ahora el norte de los Pirineos, se echan de menos aquellas numerosas bandas de zorzal avirrojo o real y casi ha desaparecido el alcaudón real. A cambio, visita el territorio algún que otro vuelvepiedras.
No fallan a la cita con su despensa alavesa el ánade azulón ni las fochas, también en descenso. Ganan presencia la cerceta común, el cernícalo vulgar y la curruca rabilarga, que ya no hacen viajes tan al sur de la Península. «La climatología también influye mucho;no es lo mismo un año seco o uno muy frío que otro más templado», señala Belamendia. El coordinador de Ataria señala que aparte del calentamiento global hay más cosas que están influyendo en los cambios de hábitos de algunas aves. Por ejemplo, la cada vez mayor presencia de peces no autóctonos en los ríos y humedales. «Se comen las especies vegetales y remueven los fondos y a las aves les cuesta encontrar comida», explica.
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