El implacable avance del coronavirus en las residencias de mayores, uno de los ámbitos más vulnerables frente a la epidemia que no da tregua a los centros alaveses, tiene su contrapunto en aquellos geriátricos que por ahora han esquivado al patógeno. Frente a los crecientes ... datos de contagios y fallecidos especialmente en algunos de los 101 equipamientos del territorio (86 de ellos privados, los más castigados por la crisis al doblar en plazas a la red foral), aún quedan 'refugios' de mayores libres de Covid-19 que resisten 'al otro lado'. «Hay centros que están teniendo mala suerte», reconocen sus responsables.
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«Quieras o no, la dinámica de la residencia no se para por el coronavirus. Tenemos los mismos traslados hospitalarios que el año pasado», expone Josu Alda, que dirige los dos centros de la residencia privada Albertia en Vitoria (uno en el antiguo edificio Bonilla y otro junto al Campus). Sus instalaciones están libres de Covid-19 –salvo un caso que tuvieron en aislamiento «como obligan los protocolos» pese a ser negativo, y dio positivo ya fuera–. Antes de que el virus obligara a tomar medidas, implantaron pautas como el hidroalcohol para visitas. «La higienización la intensificamos desde el principio», y mantienen «máximo rigor» con los EPIs. Con 89 usuarios entre los dos centros (uno de ellos con plazas concertadas) que suman una capacidad de 95, «desde hace un mes no hacemos ingresos y esas plazas vacías nos permiten gestionar las zonas de aislamiento para personas que vienen del hospital con mayores garantías de seguridad». Los movimientos de residentes «obviamente» se han limitado, con distancias de «2 metros»; todo persigue que «la distancia social en este momento de urgencia sea la mayor posible entre residentes», que hablan con sus familias por vías como Skype. Material de protección «tenemos, como el resto, Osakidetza ha estado pendiente y lo ha entregado en lo posible». «El personal está muy comprometido; si falta cubrir algún turno se ponen a disposición. Hay un compromiso y responsabilidad si cabe mayor en estos momentos de esfuerzo añadido», recalca Alda. Otros centros «han tenido mala suerte. Se desconocían los síntomas», razona.
Lanzamiento a la diana, un poco música, naipes y repetidos lavados de manos. La docena de mayores que han hecho de la residencia Zirauntza, en la céntrica calle Dato, su hogar, viven así el 'encierro'. Este pequeño centro privado se va librando de la lacra del coronavirus, pero su directora gerente, Marian López Bayona, insiste en que «nos estamos dejando la piel con la desinfección». «Higiene, higiene y más higiene», repite. La ropa del personal se guarda en bolsas aisladas a la entrada, los zapatos se limpian con lejía y el catering y los medicamentos que traen los repartidores, que no entran a la instalación, también se desinfectan. «Procuramos que estén seguros y entretenidos», resume.
El inicio de la crisis «lo vivimos con muchísimo respeto y conciencia, y extremando la higiene y procurando restringir visitas lo más rápido que pudimos». Las malas noticias en la tele no es lo que más les conviene en estos momentos a los residentes, por eso ahora 'zapean' más entre programas de entretenimiento. A los mayores no les falta su 'momento ventana' a las 8, cuando se sienten acompañados por los saludos que reciben de los balcones de enfrente, aunque «lógicamente añoran a sus familias». Nada que no solucione el móvil.
Los 21 empleados de la residencia Purísima Concepción de Murgia protagonizaron esta semana el primer 'encierro' en un centro alavés para evitar el contagio de sus 58 residentes. «Seguimos sin ningún caso, como no entra ni sale nadie.Tenemos los ánimos altos, y las familias nos apoyan», transmite su directora, la religiosa Asunción Inza. Los últimos 9 usuarios llegaron la pasada semana desde la residencia Igurco IMQ en Vitoria, que ahora atiende casos de coronavirus. «Fue duro, los mayores llegaban desorientados y para nosotros sumar a 9 personas de golpe resultó caótico. Pero nos hemos reorganizado». La desinfección ha tomado todos los rincones de este geriátrico –bomberos fumigan el exterior y otras áreas– así como la toma de temperaturas dos veces al día a usuarios y plantilla. Aunque las últimas semanas de marzo anduvieron algo «justos» de material de protección, «nos ha ido llegando más y ahora estamos bien». Disponer de habitaciones individuales y equipos «muy delimitados» por zonas «ayuda». Sobre la situación de otras residencias, Inza siento «mucha pena» y dice que en su caso «no sabes si es suerte o prevención».
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