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silvia osorio
Lunes, 21 de febrero 2022, 00:56
a pandemia ha puesto patas arribas al mundo entero, generando retos en todos los ámbitos. Pero es en la educación donde el impacto requiere de un análisis exhaustivo para evitar que ningún niño se quede atrás. Y en ese objetivo, el refuerzo escolar debe tratarse ... de manera natural, sin ningún tipo de pudor ni complejos para familias, críos y profesores. Joxe Amiama, doctor en Psicopedagogía en la Universidad Pública del País Vasco UPV/EHU, advierte de la importancia de que la necesidad de que un escolar reciba clases de apoyo «deje de ser un tema tabú».
Este experto, con dilatada experiencia en este ámbito tras haber realizado su tesis doctoral sobre el tema, anima a «objetivizar» la realidad. Sobre todo, en el aula. Ningún niño se debe sentir avergonzado por recurrir a clases de apoyo. «Los tutores deberían preguntar quiénes de sus alumnos van a clases particulares. Hay que ser valiente porque supone reconocer que la respuesta educativa ha podido fallar», afirma.
Quien toma la decisión también es un aspecto clave. A su juicio, la iniciativa debe partir de manera conjunta de padres e hijos. Según un estudio realizado para su tesis doctoral, el 58% de las familias vascas reconocía haber compartido la decisión con los niños. «Las clases particulares no solucionan nada si no existe actitud de aprender», expone.
Buscar el aprobado
A diferencia de otros países, el planteamiento de las clases de refuerzo en España y en el País Vasco se centra en el objetivo de remontar un mal trimestre o en recuperar una asignatura suspendida más que en perfeccionar conocimientos para sacar mejores notas. «En los idiomas sí se busca la excelencia, pero en el refuerzo escolar lo prioritario es aprobar», mantiene Jesús Marauri, pedagogo y doctor en Educación en la Universidad de Deusto.
Invertir en clases privadas se ha convertido en una prioridad para muchas familias pero no está al alcance de todos los bolsillos. Este especialista alerta del peligro de la desigualdad de oportunidades y que se genera una mayor brecha social entre las familias más adineradas y las que atraviesan por dificultades económicas.
«Familias con recursos limitados no se lo pueden permitir. Eso hay que gestionarlo bien». En este sentido, Amiama insta a las instituciones públicas a tomar medidas urgentes, ya que «esto no puede ser un sálvese quien pueda».
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