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El rock y la hostelería han tenido siempre mucha relación.Y no sólo porque los locales de conciertos tengan su parte de bar. También en lo destructivo, como cuando el bajista de Johnny Cash 'comunicó' las habitaciones de los músicos con un gran boquete en ... la pared. O cuando The Who -sobre todo, el baterista Keith Moon- dejaban poco más que los acabados de obra en las estancias. Este último escenario es toda una metáfora aplicada al panorama de conciertos en Vitoria en este arranque de 2022.
«Las restricciones anticovid nos obligan a las salas de conciertos a estar cerradas», asegura el coordinador de la sala Hell Dorado, Juan Uriarte. «La gente está un poco engañada con eso de los aforos: si al 60% de público se le suma la prohibición de consumo de pie y en barra, que no puede haber grupos mayores de 10 personas y que han de estar sentadas, la capacidad disponible baja hasta el 15%. Y así es imposible trabajar», razona.
Con 14 trabajadores, el local de Oreitiasolo puede acoger hasta 381 asistentes, pero con los 58 parroquianos que acudirían a ella resultaría imposible cubrir los gastos de apertura. «Nos vemos obligados a cerrar o a cancelar eventos y actuaciones, a posponerlos hasta después del 28 de enero», lamenta el expresidente y actual tesorero de la asociación de salas de conciertos de Euskadi Kultura Live, que reúne a 17 tarimas.
Juan uriarte
Coordinador de Hell Dorado
Fuera de este colectivo, responsables de Jimmy Jazz ya han expresado recientemente su hastío por «pagar la mala gestión de otros». Desde la sala de la calle Coronación han explicado que «hemos cumplido todo tipo de medidas sanitarias y no sanitarias, hemos cambiado no sabemos ni cuántas veces los protocolos, hemos atrasado, reprogramado, cancelado y vuelto a programar decenas de eventos, hemos llenado la sala de sillas, bajado el aforo, trabajado el doble para no cubrir ni los gastos, llevado a cabo conciertos sin barra, con todo lo que conlleva, y otras mil cosas... Nos hemos reinventado y hemos hecho todo lo que se nos ha pedido y más para intentar que la cultura y los eventos en directo sigan vivos. Pero una vez más nos obligan a cerrar y sin ningún tipo de compensación», han recalcado quienes se sienten «hasta el moño».
Por su parte, el programador de Urban Rock Concept, Txema González señala que «hay cansancio, aburrimiento, porque cuando parece que vamos a mejorar, damos marcha atrás.Es casi mejor que nos cierren y nos den ayudas, porque hacemos el trabajo de programar, de promoción y demás para luego tener que cancelar».
También siente que el sector está desahuciado frente a las medidas anticovid. «Es como si nos dijeran 'os quedáis sin ningún tipo de cobertura y sobrevivid como podáis'. Y, de vez en cuando, con menos aún».
En este mes, «nos quedan dos conciertos de nueve y ya veremos si finalmente se harán». En su apuesta por mantener la actividad, la opción que plantea González es «no abrir la barra y funcionar con un 60% de público, de pie. Aunque es una época de muchos contagios... vamos poco a poco», reflexiona el responsable de un local que, a diferencia de Hell Dorado, al menos puede abrir entre semana por las mañanas, como cafetería.
«Estamos sometidos a un castigo que no es ni medio normal», se lamenta Uriarte. Calcula que la sala de Oreitiasolo ha dejado de ganar unos 40.000 euros con los diversos cambios de aforos y medidas complementarias en la pandemia, como asientos o consumo de bebidas.
Y compara la ausencia de medidas compensatorias por parte de las instituciones con la época del cierre por confinamiento. «Entonces había ayudas o exenciones de cuotas de seguridad social o autónomos, ERTEs o apoyos para hacer frente a créditos o alquileres», recuerda.
txema González
Programador de Urban Rock Concept
Entretanto «hay políticos e instituciones que presumen de programaciones desde un sector público con las espaldas cubiertas, mientras el privado no puede ni trabajar», subraya el coordinador de Hell Dorado. Añade que a las salas vascas «nos están ignorando y ninguneando al 100% y de forma constante».
«Ya veníamos malheridos y esto de ahora ha sido un palo tremendo», describe el impulsor del local de la calle Venta la Estrella. «Posponer todo ha supuesto un daño duro y severo porque no nos dejan opción de ingresos y ni sabemos cuándo vamos a poder abrir de nuevo», analiza.
Y subraya que «no existe la licencia de 'sala de conciertos', así que nos engloban en 'ocio nocturno', como cuando hace unos meses había 6 millones de euros para subvencionar a la cultura y nos dejaron fuera por esto mismo». El programador vitoriano recalca que «duele el desconocimiento por parte de políticos e instituciones: las medidas son nefastas y demuestran una ignorancia absoluta del entramado cultural vasco, que da cabida a infinidad de actos, fuera de las planificaciones de la cultura oficial», distingue Uriarte.
Pero, como indica Juan Uriarte, el problema no es sólo de los programadores, sino que este parón afecta a transportistas, responsables de catering, técnicos de luces y sonido, agencias de contratación y giras y, por supuesto, a «cientos y cientos de músicos».Uno de estos últimos es el vitoriano Iñaki Urbizu, Pela, vocalista de bandas como Víctimas Club o La Excavadora, que han visto canceladas las actuaciones que tenían previstas en estos primeros días del año en Hell Dorado y en Jimmy Jazz, respectivamente.
iñaki urbizu, pela
Voz de Víctimas Club, La Excavadora y Marky Ramone
El también frontman de la banda de Marky Ramone matiza que «en enero se me han caído 8 o 9 bolos» y «el mes se me ha ido a la mierda». Pela se lamenta de que a los artistas «nadie nos contempla: cuando hay medidas de compensación, son para los hosteleros. Nosotros estamos en un limbo».
Para mayor complicación, ni siquiera es posible para los rockeros acceder a actuaciones de pequeño formato «en bares o en gaztetxes, que puedan ayudar en el global de nuestros ingresos. Sólo nos queda ponernos a tocar en la calle Dato», agrega antes de rematar con ironía que con la Ley en la mano también te pueden buscar las vueltas por actuar en la vía pública.
Pero el cantante alavés tiene prevista para marzo, por fin, una gira con el exbaterista de Ramones por Argentina, Uruguay, Chile y Colombia.«Tenemos ya los billetes. A ver qué pasa», avanza con expectación ante esos 6 conciertos entre los días 11 y 22 de ese tercer mes de 2022. Pero Pela apostilla que, mientras tanto, «aquí en lugar de reforzar la sanidad para evitar el problema que sería el colapso, se plantean restricciones».
«Parece que aquí no quieren una ciudad viva, en la que hay ya un entramado de locales con actividad musical o de escena. O iniciativas como las del bar Extitxu con la poesía. En lugar de crear unas licencias para que pubs y bares hicieran conciertos en condiciones, se plantean sanciones si hay molestias a los vecinos. Lo que no hacen ellos, van a cargárselo. Y todo esto incluso les serviría a los políticos para sacar pecho: lo único que no tienen que hacer es poner palos en las ruedas, pero lo hacen», constata Uriarte, que lleva más de dos décadas al frente de Hell Dorado.
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