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Cada vez que el cabeza de familia, de 24 años, salía a la calle les encerraba. Colocaba una cadena, un candado y podían pasar horas ... hasta su regreso. Dentro de la lonja okupada, situada en la calle Bruno Villarreal, aguardaban su pareja sentimental y sus tres hijos en común, todos menores de edad. Ninguno de los cuatro habla castellano. «Es por su seguridad», justificaba el varón a este periódico a finales de enero.
La tarde del sábado, ese mismo joven fue detenido por la Policia Local de Vitoria acusado de «un delito de agresión a pareja sentimental en el ámbito de la violencia de género». Es reincidente.
Tras una llamada al 092 por el presunto ataque, agentes locales acudieron sobre las 18.00 horas a esta lonja, famosa porque han pasado decenas de okupas distintos en los últimos meses. En su interior, los uniformados localizaron a la mujer –con heridas visibles– y a los tres niños, de 5 años, 3 años y apenas dos meses.
Debido a su origen argelino tuvieron que valerse de una traductora para contar lo ocurrido. Al parecer, el varón agredió a su esposa y huyó en dirección a la calle Gorbea al oír las sirenas. Una patrulla le interceptó «cuando se disponía a coger el tranvía» con destino desconocido.
El posterior cotejo de la identidad de este okupa desveló la existencia de una orden de alejamiento previa firmada por un juzgado valenciano sobre su compañera sentimental. No le fue notificada en su momento «porque huyó a Francia». En diciembre, este hombre, su mujer y dos pequeños se instalaron en esta lonja tras pagar «500 euros» a otro okupa, quien supuestamente controla el inmueble desde hace unos diez meses. En este tiempo lo habría 'alquilado' a «numerosas personas», según vecinos legales de esta calle del barrio de Coronación. En enero nació el tercer pequeño «en Txagorritxu».
Debido a la situación de peligro claro tanto para su pareja sentimental como para los pequeños, los cuatro fueron realojados en un piso de emergencia social dependiente del Ayuntamiento de Vitoria. En próximas fechas, los servicios sociales decidirán sobre su futuro inmediato.
En la lonja de Bruno Villarreal, en el barrio de Coronación, se ha quedado es sospechoso. Es la única que cuenta «con luz y agua» de la veintena de inmuebles similares repartidos por la capital del País Vasco.
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