![El tamaño sí importa](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/07/10/Imagen%20CF1MIX11-kbGG-U2007308787372jC-1200x840@El%20Correo.jpg)
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En mi infancia los bichitos enemigos eran las pulgas y los piojos. Las pulgas las atacábamos vareando la lana de los colchones en la calle y luego con el DDT. Los piojos, llevando el pelo más al cero que los 'chordis'. Aún así siempre estuvieron ... presentes.
Lo de las moscas era diferente. En cierto modo las cebábamos, Las dejábamos que entraran en la galería hasta que hacían montón. Entonces, a la orden de mi padre, bajábamos las persianas y abríamos la puerta del baño del fondo con la ventana abierta. Ellas mismas iban a la luz pero, por si acaso, la animábamos con trapos o toallas. Mi madre nunca fue partidaria ni del matamoscas, ni de las tiras de pegar. Le daban asco, con razón, así que era nuestro trabajo, casi cotidiano. Porque es que ¡había moscas!... hasta en la sopa (sic).
Y lo de las cucarachas, mucho peor. No había muchas, es la verdad, pero alguna vez se nos ocurrió mover un mueble, salió alguna y el asco fue generalizado. No por el bichito, por el ruido que hacen cuando las aplastas. Una vez mi madre confundió mi grillo escapado de su jaula con una de ellas. Lo conseguí salvar de la escoba pero por los pelos.
Para las polillas teníamos varios métodos de aniquilarlas. Algunos mediante productos naturales, otros químicos pero, al final, casi siempre había alguna prenda que resultaba apolillada.
En los campamentos de chaval, aprendí que los mosquitos van al limpio y las moscas al sucio. Es fácil suponer qué opción tomé para evitar que me picaran. Y el ir siempre tapado hiciera el calor que hiciera. Pantalón largo, camisa de manga larga, gorra con un pañuelo a modo de faldón.
De todas maneras, harto ya de estar harto de que en las tiendas de campaña entraran todo tipo de bichitos, opté por ir a los campamentos con un bote de fumigar. Antes de abandonar la tienda, por la mañana, antes de entrar en ella, a la noche, fumigaba bien y, a dormir; el olorite del fumigador era más aguantable que los bichitos.
Pensaba yo que era un experto en bichitos, cuando me entraron las hormigas en casa. Para cuando descubrí la manera de evitar que lo hicieran, método que no pienso revelar, me dieron la tabarra durante meses. Pero las vencí. Desde entonces me siento capaz de enfrentarme y vencer a cualquier tipo de bichitos.
Una forma muy sencilla, por ejemplo, es no comprar geranios baratos. La mayoría vienen con huevos de bichito dentro, que se alimentan de las ramas hasta secarlas. Antes de convertirse en unas maripositas nada vistosas. Mi solución ha sido drástica. Ya no tengo geranios en el alféizar, tengo cactus. De paso desaconsejo a las palomas que se sienten en él.
Una batalla auténtica tuve que lidiar con los bichitos de la quinoa. Me los traje directamente de Perú. Y se convirtieron en una pesadilla de bichitos volantes hasta que descubrí que unos filamentos invisibles eran los gusanos y dónde estaban los huevos. Me tuve que emplear a fondo porque me habían infectado la cocina entera, pero los exterminé.
También he vencido a los 'pececitos de plata' (Lepisma saccharina) . Unos bichitos con esta forma y de hábitos nocturnos que se te presentan en la cocina de inicio pero que te los acabas encontrando por todas partes, especialmente en los cuartos de baño o debajo de las alfombras. Durante, ¡yo qué sé el tiempo! me estuve levantando por la noche para sorprenderlos y exterminarlos a lo bruto. Nada.
Tras una ardorosa investigación, supe que se alimentan del pelo que se nos cae, a mí ya no, y de la pasta de la que se hacen algunas alfombrillas para la cocina, el baño. Quité la que tenía y descubrí que, efectivamente, por la parte inferior, la que no se ve, había unos estupendos agujeritos nido. Fue tirarlas y ya está.
En la actualidad tengo abiertos dos frentes. Uno es contra las arañas. No contra esas grandes que salen de los desagües cuando va a llover, a esas no les hago nada porque no me han hecho nada, no, a las otras, a las pequeñas, a las que nos la ves y te pican. Haciéndote más daño cuanto más pequeñas son. Por eso digo que tengo el frente abierto porque son tan pequeñas que no consigo verlas para atizarles, y fumigar no me gusta. Empleo algo la lejía pero el espray no uso porque he leído que el calentamiento de la atmósfera lo estaba produciendo concretamente yo, cuando lo empleaba para echarme el producto contra los hongos de los pies; pero ese, el de los hongos, es otro capítulo.
El otro frente, al que más tiempo dedico en la actualidad, es a unos minibichitos tan pequeños que no los veo hasta que los tontos de ellos se mueven para tratar de escapar. Cosa que no consiguen. Pero yo tampoco consigo saber dónde tienen los nidos y los huevos... Últimamente estoy pensando en la silicona que ajusta la ventana, porque andan por la repisa. Sé por la experiencia de los 'pececitos' que a muchos bichitos les gusta ese tipo de alimento por eso mezclo la lejía con la observación a ver si les pillo los nichos.
No he conseguido encontrar a un solo animalista que defienda la pervivencia de todos los bichitos que he mencionado. ¿Por qué será? Pienso que es por cuestión de tamaño. No entiendo muy bien por qué, pero observo una relación entre la necesidad de tratar bien a unos animales y que no importe nada que se trate mal a otros. Excepto el tamaño. Las ratas trasmiten enfermedades pero ya hay un movimiento asociativo en su defensa. El lobo no hace más que fastidiarnos, pero ¿a quién se le ocurre que hay que acabar con ellos, cuando interfieren en lo humano? A mí, y me pusieron a parir de forma traidora en las redes.
Y si digo que me caen mal todos los animales grandes menos el cerdo, del que me gustan hasta los andares, y que no veo ninguna diferencia entre mis bichitos y los pulpos, que deben ser de lo más inteligentes, o que las vacas me parecen tontas de remate o que los delfines me dan grima o que las ballenas ocupan demasiado, o que los hipopótamos son unos sádicos, los osos peligrosos, los monos unos salidos, y que si dejáramos a los elefantes a su antojo acabarían con toda la vegetación de África, por lo menos, y si... ¡Uy, lo que ha dicho, pero ¡mátame esa araña que me da mucho asco!
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