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Vaya viaje se pegó Rafael la soleada tarde del jueves. De Ariznabarra a Judimendi en un autobús urbano. La historia no tendría más aquel si no fuera porque el tierno protagonista cuenta poco más de cuatro añitos y se cruzó media Vitoria a espaldas ... de sus padres, a los que probablemente dio el susto de sus vidas.
En el 092, el teléfono de emergencias de la Policía Local, entró la llamada de una familia de Ariznabarra que echaba en falta a su pequeño. Estaban todos en casa, cumpliendo con este confinamiento cada vez más light, cuando se percataron de que faltaba su niño. No había ni rastro del infante en todo el edificio. Ni en la calle. Agentes locales acudieron de inmediato al lugar a tomar nota. Otras patrullas peinaron el barrio en busca del chiquillo. Pero no dieron con él. Se había volatilizado. Todas las hipótesis estaban abiertas.
Pero poco después, el 092 recibió una comunicación que acabaría por resolver el enigma. El aviso procedía de Judimendi, a más de dos kilómetros de la vivienda del pequeño Rafael. Era la conductora de un autobús urbano. En plena ruta, el pasaje le advirtió sobre un pequeñajo vestido «con pijama» y sin la compañía de ningún adulto.
Miembros de la unidad de Menores de la Guardia urbana le recogieron. Con una tranquilidad pasmosa, señalan fuentes policiales, les dio sus datos personales. Y ahí, los agentes locales hilaron. Se trataba del mismo crío al que extrañaban en Ariznabarra.
Como si de un Willy Fogg se tratara, Rafael se las ingenió para abrir la puerta de su hogar sin que se enterara su familia. Bajó a la calle y se dirigió a la parada del autobús urbano que suelen coger habitualmente.
Como ahora se accede por la puerta trasera, burló el control de la conductora. Se supone que tampoco pagó billete alguno. El chiquillo se acomodó y fueron pasando las paradas. Así hasta que alguien se percató de la incoherencia de la situación ya cuando el vehículo público encaraba la última recta hacia Salburua.
Los policías locales trasladaron al aventurero en coche hasta Ariznabarra, donde pudo reencontrarse con sus padres, quienes no podían creerse el viaje que se había pegado su pequeño.
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