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El azar fue quien decidió su nombre, hace casi 50 años. Y hace ya lustros que es todo un icono en la escena del rock. Ahora llega al frente de Burning a la sala Jimmy Jazz de Vitoria (sábado, 22.00 horas), para un intenso ... concierto. Johnny recuerda que «lo soy desde el año 74. Éramos dos 'joseantonios', echamos una moneda al aire y a mí me tocó ser Johnny Burning».
El cantante y teclista viene con «batería, dos guitarras, bajo, percusión y saxo: un buen combo para hacer una buena historia de rock and roll». Pero no suficiente. hace falta un buen repertorio y, además de contar con 'Qué hace una chica como tú...', 'Esto es un atraco', 'Mueve tus caderas' o 'Esto es un atraco', el cancionero de Burning tiene tanto material que escoger no ha de ser fácil. «Qué razón tiene, tenemos una carrera larga, más de 200 canciones donde puedes elegir. Vamos haciendo repertorios según el sitio donde vayamos a tocar, porque no es lo mismo un festival que unas fiestas –fueron los grandes triunfadores del cartel de la pasada Aste Nagusia bilbaína– o una sala».
Sin olvidar las ganas del 'frontman' y la banda de interpretar unas u otras. «Es como cuando tienes muchas guitarras, hay que tocarlas, joder, porque si no parece que no las quieres o que se te están quedando oxidadas», compara. Luego, detalla que «de un repertorio de 40 o 45 canciones de Burning», sale lo que va a sonar esa noche. «Es muy normal que en una sala la gente está más relajada, con la barra al lado, su gente, sus amigos. Y haces cosas más con las entrañas, que no funcionarían tan bien en los festivales, donde hay poco tiempo». Para «'la Jimmy'», Johnny anuncia «toda la emoción que se le puede poner a un concierto de rock and roll».
Razona que cada directo es distinto. Y lo predica con el ejemplo «volviendo loca a la banda, llevando el repertorio hacia un lado u otro. es como tomar la temperatura a la banda, a la gente, al lugar» con las canciones adecuadas. Incluido algún tema de su álbum en solitario 'Hagámoslo', que se vio injustamente lastrado por esos extraños meses de virus y variantes hasta del Día de la Marmota.
Todo ello empapado, cuando no chorreante, de actitud rockera que algunos confunden con chulería. Que también. Con un líder que «también asisto a muchos conciertos. Me gustan mucho cuando hay esa actitud que comenta: es como vivirlos, teatralizarlos, hacer una performance. Yo creo bastante en todo eso, te entra mucho más por lo ojos y conoces mucho más de qué va el tema. Es el ejemplo que yo he seguido: ya sabe que una cabecera mía son los Stones y es una suerte poder verlos todavía, son un espectáculo increíble».
Y esto lleva a una letra de su disco. «Petty y Lou ya no están, ¿qué haré cuando me falten los Stones? Me voy a comer el presente a bocados, el futuro es tan incierto y el pasado es inamovible.Así que no nos queda otra que disfrutar. A esta gente les daría un pase pernocta, como en la mili, para que nos siguieran dando conciertos toda la eternidad. Pero eso ya es otra historia».
Como aquella en la que la letra habla de las lentes oscuras, como las que parecen fundidas al rostro del músico. «'Chupa de cuero, gafas de rock. Guau, me siento mejor'», amplía. «Cuando pasas el verano, vuelves a coger la chupa del armario y es una sensación de lo más agradable. Y las gafas son una cuestión de timidez. Pepe Risi y yo decíamos que esta historia se la habíamos enseñado a los Blues Brothers, que llevaban gafas de sol, ja ja... para mí son un elemento tranquilizador, que me da muy buen rollo en el escenario. Y las llevo hasta cuando salgo por la noche, ya forman parte de mí. De hecho, si me las quito la gente no me conoce, ja, ja», confiesa quien no pierde ni por un momento su fe en el rock.
También recuerda a su colega Risi, «era un tío muy prolífico y muy 'star' sin quererlo. Una de estas personas que no van de nada pero que tienen un peso. desprendía una aureola muy mágica. Se fue joven, lleno de historias y dejó unas buenas páginas de rock and roll». Algunas de ellas sonarán con fuerza, electricidad y canalleo. Están en una misión de rock.
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