Jorge Barbó e Igor Martin (fotografía)
Jueves, 27 de junio 2024, 01:33
Aquí, la cabeza. Unos palmos más allá, el torso. Y en otra 'camilla', muy cerca, mutiladas, las extremidades inferiores, con un perro con cara de pocos amigos a los pies. Por allí cerca, el cuerpo inerte de su mujer y de sus padres. Descrita así, ... la estampa podría corresponder a la escena más truculenta de un thriller o, directamente, de una cinta gore de serie B. Pero estamos en Quejana, en la capilla funeraria de los Ayala. Aquí se está realizando la operación de cirugía restaurativa más minuciosa que se ha emprendido en Álava en los últimos tiempos. El objetivo es recuperar el lustre de los sepulcros del Canciller Ayala y su familia, una de las grandes joyas que quedan en la provincia. Y se están logrando. Con hisopo y bisturí, los grandes señores de Álava empiezan a resucitar.
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Unos potentes focos alumbran el espacio, algo lúgubre. Aquí no hay ni rastro de la asepsia de un quirófano, pero las restauradoras trabajan como neurocirujanas, con unas lentes binoculares idénticas a las que se utilizan en las operaciones más complejas. Esta desde luego, lo es. La firma vitoriana Petra, especializada en restauración de patrimonio, está recuperando los sepulcros de alabastro del canciller, su esposa Leonor de Guzmán y sus padres, Fernán Pérez de Ayala (X señor de Ayala) y Elvira Álvarez de Ceballos.
Quejana abre sus puertas de par en par para este periódico antes del inicio de un programa de visitas que, a partir de mañana, va a permitir conocer 'in situ' cómo se están realizando estos delicados trabajos, que supervisa el servicio de restauración de la Diputación de Álava liderado por Cristina Aransay.
«El sepulcro doble del Canciller y su esposa, junto con los de sus padres, que se encuentran en los laterales, suponen uno de los mejores ejemplos del patrimonio civil y nobiliario que quedan en el País Vasco», explica Aransay sobre esta obra «esencial», que se tiene la certeza de que fue salió del prestigioso taller de Fernand González, en Toledo, en el siglo XIV.
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Las tumbas son de alabastro policromado, esculpidas con un nivel de detalle asombroso. «Tienen una factura sobresaliente», valora Aransay, que reconoce que el estado de conservación hasta ahora «ha sido malo». La humedad y las condiciones de la capilla han hecho mella en las obras. cubiertas por capas de mugre. Con todo, siempre se ha tenido plena consciencia de que estos sepulcros eran valiosos. Muy valiosos.
Con más buena voluntad que criterio, las antiguas moradoras de Quejana, las hermanas dominicas -a las que la Diputación compró el conjunto monumental a finales de 2022 por 2,7 millones de euros-, hicieron todo lo posible por mantener los sepulcros. Aunque sus métodos fueron tirando a poco ortodoxos y su labor hasta algo contraproducentes. «Durante la restauración se han detectado restos de jabón industrial fruto de limpiezas poco profesionales», señala Diana Pardo, restauradora foral especialista en piedra.
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El trabajo de las especialistas resulta apasionante. Con sus hisopos (vaya, un palito largo rematado en algodón en la punta) y unos geles especiales que permiten eliminar todos esos restos, todas esas capas de pura mugre, las restauradoras están recuperando la veta natural del alabastro, un material mucho más delicado de lo que aparenta -«es muy blando, casi se puede rayar con la uña», anotan- y están sacando a la luz todos los detalles, cada pliegue, cada policromía de las figuras que refulgen al microscopio. Literal. A través de las lentes se aprecian los dorados, el oro, con el que se enriqueció la indumentaria militar con la que el canciller quiso pasar a la posteridad, que corresponden al ideal del caballero de la nobleza trastamarista, con su lebrel recostado en los pies.
Los que acudan las visitas guiadas, que realizarán los propios restauradores a partir de mañana, podrán comprobar que los sepulcros de los padres del Canciller, en los extremos de la capilla ya han sido restaurados. Se han colocado sondas en todo el espacio para registrar las condiciones ambientales, la temperatura, la humedad, del espacio para afinar su posterior conservación y, con todos los datos recogidos, se realizarán modelos en 3D para permitir conocer hasta el más mínimo detalle de los túmulos del gran señor de Ayala, de Álava. Esta está siendo una resurrección a tumba abierta.
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Cuándo . Los viernes, a partir de mañana y hasta el 27 de septiembre a las 12.00 horas. Tienen una duración de una hora. Dónde . Pórtico de entrada de Quejana. La visita se realiza en la Capilla Torre de Nuestra Señora del Cabello. Inscripciones . Visitas limitadas a 180 personas. Es necesario reservar en el 945182050 o a través de restauraciones@araba.eus.
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