Okupas en Vitoria
Una psicóloga evita el suicidio de un okupa y logra que abandone un piso de Alokabide en SalburuaOkupas en Vitoria
Una psicóloga evita el suicidio de un okupa y logra que abandone un piso de Alokabide en SalburuaCada semana, el personal del Palacio de Justicia de Vitoria suele afrontar un desahucio o lanzamiento. Estos operativos acostumbran a completarse sin mayores contratiempos. Avisados con varias jornadas de antelación, la mayoría de okupas abandona la morada invadida antes de la aparición de ... la comitiva judicial, compuesta por funcionarios judiciales, representantes legales de los propietarios legítimos, un cerrajero y agentes uniformados.
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A veces, algún dueño ha llegado a llevar personal de seguridad privada para custodiar su propiedad hasta blindarla con garantías. Sin embargo, lo ocurrido hace escasos días en una calle del barrio de Salburua jamás se había visto con anterioridad en el término municipal.
Tocaba el desalojo del ocupante de una vivienda de alquiler social de Alokabide, sociedad perteneciente al Gobierno vasco. Acumulaba «más de un lustro» de gratis en este edificio de titularidad pública. En parte porque el covid paralizó durante muchos meses las maniobras legales para sacarle, en parte porque «en 2019» ya consiguió evitar su salida al «amenazar con suicidarse» cuando agentes locales tocaron el timbre del domicilio.
«No era un operativo más», reconocen medios internos de la comisaría de Aguirrelanda. Prueba de ello es que con el personal de Alokabide iba una joven licenciada en psicología. Ella llevó la voz cantante debido a la especial condición del okupa a desalojar. «Lo primero es que ese varón nos estaba esperando y seguía todo lo que hacíamos desde una ventana», deslizan los medios policiales consultados.
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La vivienda a recuperar se localiza en una segunda planta. Cuando este hombre vio acercarse al representante de Alokabide y al cerrajero «comenzó a gritar y a amenazar con que iba a lanzarse al vacío desde la ventana». La advertencia hizo efecto. La comitiva paró su avance. Se pidieron refuerzos. Una ambulancia llegó y también se pasó por allí alguna dotación de la Ertzaintza.
Desde la ventana, el okupa continuó con los amagos de precipitarse a la acera, con grave riesgo para su salud. Entonces se decidió que la joven psicóloga entrara en acción. Esta profesional, acompañada por un uniformado de la Policía Local, se acercó hasta la puerta de la casa. Con paciencia y cintura, se ganó poco a poco la confianza del varón.
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Al rato, la conversación desembocó en la aprobación del okupa para dejar el inmueble y ser derivado –de manera voluntaria– a la séptima planta del hospital Santiago, para una valoración psiquiátrica de su estado. Tras su evacuación en ambulancia, la comitiva accedió al piso. «Había varios varios pájaros y peces, por lo que se decidió llamar a la protectora de animales para que se hicieran cargo de ellos».
A partir de ahí se colocó una puerta antiokupas hasta poder entregar la casa a alguien que sí cumpla las reglas. Es la táctica habitual de Alokabide ante la ola de allanamientos en sus bloques durante los últimos tiempos. Sólo en la capital alavesa mantiene abierta una quincena de procedimientos judiciales para recuperar sus propiedades.
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¿Y la psicóloga clave en este desalojo? «Se trata de una colaboradora del tercer sector», conceden desde la sociedad de alquiler público sin querer ofrecer más detalles.
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