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Con el monótono guión de la discreción, con ese vestuario diseñado para mimetizarse en los despachos y no pisar callos en la moqueta política. La responsable del Teatro Principal de Vitoria, Marta Monfort (San Sebastián, 1968), encara el acto crucial del gran teatro alavés: su ... imprescindible reforma. Se abre el telón. Y aparece ella.
- Lleva 17 años al frente del teatro. Pero usted no es la directora del teatro. Es...
- Es que no existe ese cargo como tal. El cargo es jefa de la red municipal de teatros, que incluye el Principal, pero también cuatro escenarios adiccionales: el Hegoalde, el Felix Petite, el Federico García Lorca y el Beñat Etxepare.
- Y esta situación, ¿no es un poco exótica? Es decir, ¿no es algo extraño que el gran escenario alavés no tenga una dirección que le dé su impronta?
- En un recinto teatral, el sello se nota en la programación y en la gestión. Y aquí todos tenemos muy asimilada nuestra tarea. Somos un equipo de 17 personas y tenemos muy clara la misión y la visión del teatro. Sí, comprendo que la figura de la directora está muy de moda en el ámbito escénicos pero lo importante es tener a alguien que lidere, que lleve las riendas.
- El suyo es un caso bastante atípico. Ha permanecido en el cargo con alcaldes de distinto signo. ¿Cómo ha conseguido sobrevivir a gobiernos del PP, el PSE y el PNV?
- No ha sido nada difícil. Mi cargo no es político. Yo tengo un cargo técnico. Este teatro es el gran escaparate de la cultura alavesa y siempre he trabajado muy cerca de los concejales de Cultura. Y, por cierto, siempre he tenido mucha libertad para programar. Las limitaciones han sido siempre o presupuestarias o técnicas. Con el trabajo bien hecho, se defiende todo.
- Encina Serrano, Maite Berrocal, Iñaki García Calvo y Estíbaliz Canto. ¿Con cuál de estos titulares de Cultura ha tenido mayor sintonía?
- Con todos. No ha sido cuestión de personas, ha sido cuestión de coyunturas presupuestarias o de la situación social de cada momento.
- Hay compañías locales que aseguran que les es imposible acceder al cartel del Principal.
- Todas las compañías profesionales de la ciudad están aquí representadas. Reconozco que ha habido años que no se ha hecho tan bien, pero ahora esa crítica no se puede hacer. El 20% de nuestra programación es de compañías locales. Hay que decir que Álava está en un momento excelso a nivel creativo, a nivel de danza. Y estamos muy bien acompañados por la red de centros cívicos, donde se hacen residencias escénicas. Los teatros están a rebosar.
- La percepción es precisamente la contraria. Da la sensación de que están vacíos.
- En esos teatros se hacen cuatro ciclos y una actividad muy grande, que es la colaboración con Teatro Paraíso en la sala Beñat Etxepare para el desarrollo de audiencias. Es verdad que no hacemos más programaciones. Pero los centros cívicos tienen una misión mucho más interesante: son espacios para los distintos procesos creativos. Hay más de 600 o 700 usos en toda la red.
- El Federico García Lorca programó sólo cuatro funciones en todo 2018. Esta cifra es muy difícil de digerir.
- Esa es una lectura sesgada. Las cifras se pueden leer de muchas formas. Al año la red de teatros programa más de 200 espectáculos. Un hecho es que hace unas semanas una asociación de vecinos nos pidió un teatro para una representación y no había nada libre: les tuvimos que derivar al salón de actos de Salburua.
- ¿Vitoria necesita un auditorio?
- Creo que sí, porque liberaría al Principal de mucha carga. Programamos 160 espectáculos al año. Pero yo misma descarto cada día cinco o seis propuestas. Y la música clásica necesita de unas condiciones acústicas más adecuadas, con unos camerinos con espacio suficiente. Ahora, por ejemplo, los coros se tienen que cambiar en nuestras oficinas porque no hay sitio. Hay programas que la Orquesta Sinfónica de Euskadi hace en Bilbao y en Donosti y aquí no puede hacer al completo.
- ¿Debería contar con caja escénica?
- Se podría amortizar más con caja escénica, pero, si no se hace, haremos los deberes para que puedan convivir los tres espacios, el Principal, el Auditorio y el Iradier mejorado, con un plan de programación coherente.
- Si esos proyectos se acabaran materializando, Vitoria pasará a contar con casi 34.000 butacas. ¿Un exceso, quizás?
- Para empezar, la reforma del Principal es absolutamente necesaria pero puede convivir con un nuevo auditorio y con la mejora del Iradier Arena. Necesitamos esos equipamientos. Creo que es perfectamente viable, como ocurre en otras ciudades de nuestro entorno.
- De esos tres retos, la remodelación del teatro es el que, a todas luces, parece más apremiante. Tiene importantes deficiencias de comodidad, de accesibilidad y de seguridad...
- No, esto lo quiero aclarar. El teatro está antiguo, es poco accesible, está repleto de barreras arquitectónicas. Pero no, no tiene problemas de seguridad.
Con o sin caja escénica: «El auditorio se podría amortizar más con caja. Si no, habrá que hacer una programación coherente»
Un escenario angosto: «Los músicos se tienen que cambiar en las oficinas. No hay espacio y la reforma es imprescindible»
Palcos sin autoridades: «Supongo que si los políticos no vienen más es por agenda. Lo importante es que peleen por el teatro»
- Pero en el informe del estudio de alternativas se señalaban deficiencias como las vías para la evacuación en caso de incendio.
- Tenemos revisiones periódicas. El lunes pasado, pasamos la última y sólo nos han hecho cambiar un cartel que se había caído. El teatro es viejo pero es seguro. La reforma es imprescindible, sobre todo en la parte de la caja escénica: tenemos un peine de madera que limita mucho para las cargas. Esta misma semana hemos tenido que rechazar dos espectáculos, uno de una compañía australiana y otro de una belga, para el Festival Internacional del año que viene porque no cabían. Hacemos espectáculos del siglo XXI en un escenario del XIX.
- Se contemplaban tres alternativas y parece que, finalmente, se ha optado por la opción intermedia, que implicará una inversión de 12,2 euros. ¿Se ha pecado de poca ambición?
- Hubiera sido poco ambicioso haber optado por la primera opción, que era poco más que un lavado de cara.
- La remodelación conllevará una ligera pérdida de butacas.
- Pero eso no me parece tan grave. Esta sala tiene 964 según el plan de autoprotección. Bajar a un escenario de 800 o 850 no me parece un problema. Por ejemplo, el Victoria Eugenia se ha quedado en ese aforo. El ciudadano ganará en comodidad. Y si vemos que se va a quedar corto para un espectáculo concreto se trae dos días.
- El Gobierno vasco no ha reservado ni un solo céntimo en su proyecto de presupuestos para la reforma.
- ... Ya. Yo sé que tanto el Ayuntamiento como la Diputación sí se han comprometido a poner este año medio millón cada una para sacar adelante el proyecto. Pero esto responde a una cuestión política.
- Pero usted es la gestora de este teatro. ¿De verdad que no se siente un poco huérfana del Gobierno vasco?
- Todas las instituciones deberían apoyar. El Gobierno vasco tiene una participación en este teatro (del 40%) y yo no tengo ninguna duda de que lo va a hacer.
- ¿Echa en falta que los políticos se dejen ver más por aquí, por los palcos, en los estrenos?
- Bueno, vienen lo que sus agendas les permiten.
- ¡La suya sí que es corrección política!
- No, no vienen mucho. El alcalde (Gorka Urtaran) y la concejala (Estíbaliz Canto), igual algo más y el consejero (Bingen Zupiria) sí que viene. Quiero pensar que si no lo hacen más es porque no pueden, pero lo importante es que peleen por el teatro en los presupuestos.
- La líder de EH Bildu, Miren Larrion, decía del Iradier Arena que «se pensó como multiusos y ahora es un 'ningunuso'». ¿Qué papel debería jugar durante las obras?
- Hay una mesa de trabajo para buscar ubicaciones para la programación durante la reforma. El Iradier es una posibilidad, pero estamos viendo una distribución para ver qué formato se puede llevar a cada sitio, también a los teatros de los centros cívicos y el Europa.
- Decíamos que lleva 17 años al frente del teatro. ¿No cree que sería positivo que entrara aire fresco?
- Sí. Yo me veo con fuerzas para continuar, pero a mí me encantaría y no descarto irme a trabajar a otro teatro. Y sería buenísimo que viniera otra persona. Los cambios son buenos. El problema es cómo se hagan las cosas.
La Royal Shakespeare Company y Peter Brook han sido las estrellas de la 44 edición del Festival Internacional Teatro que bajó el telón el pasado 1 de diciembre tras un otoño en el que se sucedieron 33 funciones. Para muchos, este año Vitoria ha vuelto a recuperar parte del pulso escénico que palpitaba en los 80 y a comienzos de los 90.
-¿En qué momento la ciudad dejó de estar a la vanguardia teatral?
- Fue por la coyuntura económica. Pero se ha recuperado. En aquellos tiempos, el Festival duraba diez días, ahora es toda una temporada. Con la crisis se cayó. Esto nos pasó a nosotros y también a festivales como el Temporada Alta de Girona, que juega en otra liga. Puedo asumir que tengo una parte de culpa porque no había presupuesto suficiente, pero creo que en los dos últimos festivales se ha recuperado esa vanguardia, diferente, porque el arte escénico ha cambiado. En Madrid nos han felicitado.
- Como programadora, ha de encontrar el difícil encaje entre complacer al público más liviano con propuestas más experimentales.
- Nosotros tenemos muy claro que somos un servicio público de cultura, sabemos los formatos que funcionan y tenemos que contentar al público pero sin dejar que se acomode. Siempre apostamos por traer propuestas de calidad, pero en el Festival siempre somos más atrevidos, más exigentes. De hecho, el lunes (mañana) presentaremos las cifras de asistencia, que son muy positivas, aunque este Festival ha sido complicado porque hemos tenido un montón de propuestas internacionales que solo han venido a Madrid, Barcelona, Sevilla y Vitoria. Ha venido muchísimo público a vernos desde Bilbao y San Sebastián y eso quiere decir que el Festival va por el camino, por donde tenía que ir.
- El Gobierno vasco aporta 30.000 euros al Festival. ¿No le parece una cantidad ridícula? Es lo mismo que Vitoria se gastaba hasta ahora, por ejemplo, en pintar un mural.
- Sí, pero tenemos otras vías de colaboración. A lo largo del año, (Lakua) aporta otros 50.000 euros. Como gestora y programadora no puedo decir más, esto queda en el ámbito político.
- «Vitoria ofrece más cultura de la que se consume», dijo hace 16 años en este diario. Pues sí que ha cambiado el panorama.
- No creo que haya cambiado tanto. Vitoria sigue teniendo una oferta cultural bestial, más de proximidad, igual no de grandes eventos. Tenemos que pelear contra esa percepción porque, en realidad, la ciudad tiene una vida cultural muy rica.
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