R. Cancho
Miércoles, 23 de agosto 2023, 18:57
Los estudiosos del sueño temen que el cambio climático reste horas de sueño al ya menguante descanso nocturno de los alaveses en particular y de la humanidad en general. «El número anual de horas de sol y calor ha aumentado. Si la temperatura media del ... planeta sube 1,5 grados eso afectará sin duda al sueño», reflexiona Carlos Egea. El presidente de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño y jefe de las unidades del Sueño y Neumología de la OSI Araba trata de explicar en qué consiste el 'insomnio climático', un trastorno en ciernes que podría ser parecido a lo que se vive estos días en miles de hogares alaveses.
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No hay quien pegue ojo en pisos diseñados más para que entre el sol que para eludirlo y sin aire acondicionado. A diferencia de lo que pasa de Burgos para abajo, donde los climatizadores forman parte del mobiliario habitual de las viviendas junto al sofá del salón o la mesilla de noche, en esta gélida provincia, adonde apenas llegaban hasta ahora las olas de calor, son más raros. Abundan algo más los ventiladores.
Solo quienes tienen sueño a prueba de bombas, una casa preparada para el calor o algún aparato eléctrico habrán podido dormir de tirón estos días, desde que el fin de semana se iniciara la escalada de temperaturas.
Antes de entrar en un sueño profundo, explica Egea, la temperatura corporal baja entre uno y un grado y medio. El cuerpo pierde calor por las extremidades. Y en plena canícula con noches a más de 25 grados esto es muy difícil. Quienes peor lo pasan son los más vulnerables: las personas mayores, los niños y, los enfermos. Y también las mujeres que viven su climaterio, indica el especialista.
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Egea recomienda mantener lo más fresco posible el dormitorio. Si se dispone de aire acondicionado o climatizador, el neumólogo recomienda que la temperatura oscile entre los 20 y 23 grados para evitar que se resequen las mucosas de nariz y garganta. El actual problema de insomnio por chicharra se resolverá el fin de semana, con la bajada de temperaturas, pero mientras puede afectar a las personas que estarán más irritables y con la capacidad de concentración mermada. Otra cosa es que cada vez sean más frecuentes las olas de calor. «No sabemos cuánto sueño se perderá o si nos adaptaremos».
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