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La mayoría de los científicos se sienten mucho más cómodos entre probetas y pipetas, con la bata blanca, que vestidos de punta en blanco y brindando con copas de champán. La ropa de gala les suele tirar de la sisa. A la investigadora Mercedes Maroto- ... Valer no le ha quedado más remedio que acostumbrarse a la etiqueta que exigen los laureles. Ella acaba de recibir un nuevo galardón que avala su brillante trayectoria. El pasado miércoles recogió el Scottish Women's Awards, que reconoce la labor de las mujeres más destacadas de Escocia en sus respectivos campos. En el caso de la científica vitoriana, el jurado de los premios ha puesto el foco en sus apasionantes estudios sobre el CO2.
Directivas de pequeñas y grandes empresas, ejecutivas, emprendedoras sociales, médicas, juristas, educadoras, artistas... En una gala que tuvo lugar en el Crowne Plaza Hotel de Glasgow, Maroto-Valer se impuso en la categoría de ciencia y tecnología a otras siete investigadoras que desempeñan su labor en universidades del país como la St Andrews o la de Edimburgo.
«Era la tercera edición de unos premios en los que estábamos unas 300 nominadas de distintos campos», explica en conversación telefónica desde Edimburgo, donde reside. «Es un premio muy importante porque celebra las aportaciones que hacemos las mujeres en la ciencia, donde hasta ahora no hemos tenido mucha visibilidad. Creo que puede servir para que más mujeres entren en este campo», remacha la investigadora
La científica puede presumir de un currículum brillante. Inició su andadura profesional en los 90, tras licenciarse en Química por la UPV (antes había cursado estudios en los colegios vitorianos San Viator y San Martín), cuando realizó su doctorado en Escocia. Más tarde, recaló en Estados Unidos para desarrollar su labor docente en las universidades de Kentucky y Pensilvania, donde pilotó un programa sobre energía sostenible. En 2005 se trasladó a Nottingham para participar en un prestigioso grupo de investigación de lucha contra el cambio climático antes de 'fichar' por la Heriot-Watt, donde en la actualidad lidera un equipo de más de 50 personas que trabajan en varios proyectos (algunos con un impacto económico de hasta 4,2 millones de libras) y dirige el Research Centre for Carbon Solutions (RCCS).
Este está siendo un año fructífero en cuanto a reconocimientos para ella. En febrero, la universidad holandesa de Delft le otorgó el título de doctora honoris causa por su trabajo sobre los combustibles solares además de sus profundas investigaciones sobre los sistemas de energía baja en carbono, su captura y almacenamiento. «Pero, aunque yo sea quien da la cara, son reconocimientos en nombre de todo mi equipo», puntualiza.
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