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Elena Jiménez
Domingo, 14 de abril 2024, 00:28
La última novela de Ignacio Martínez de Pisón (Zaragoza, 1960), 'Castillos de Fuego', bosquejó con su publicación hace casi un año un retrato coral de Madrid -«una metáfora del resto de España»- que comprendía desde la inmediata posguerra (1939) hasta el inicio del franquismo (1945). ... La crítica encumbró el relato como una de las revelaciones literarias del momento; una ovación que se ha mantenido hasta ahora y que tendrá su eco mañana por la tarde en Vitoria, cuando el autor presente en el Palacio Villa Suso (19.00 horas, entrada libre) su historia.
- La posguerra, el inicio del franquismo son los centros neurálgicos de la novela. ¿Qué queda por contar de estas épocas?
- En realidad no hay muchas obras que recuerden cómo fueron esos cinco o seis primeros años en los que el régimen no es sólo una dictadura, sino que es un régimen de exterminio. Mientras Hitler está paseándose por Europa y parece que el nazismo acaba triunfando en todo Occidente. Franco está construyendo un régimen a imagen y semejanza del nazismo. Los fusilamientos estaban a la orden del día, la presión era enorme, las delaciones eran constantes, había gente que vivía en la clandestinidad...
- Menudo filón literario.
- Desde el confort de nuestro sofá volvemos a la España en la que vivieron nuestros abuelos, una España realmente atroz. Para cualquiera que haya vivido estos últimos años de la historia, que son los más plácidos, los más democráticos y los más prósperos, no deja de ser un tema literario apasionante porque son los últimos tiempos trágicos que ha habido en la historia de España.
- No es la primera vez que se acerca a ellos. Ya lo hizo en 'Dientes de leche' o 'Filek'.
- La historia de 'Filek' -que pasó mucho tiempo, por cierto, en el campo de concentración de Álava-, 'Enterrar a los muertos' o, incluso, el guion de 'Las 13 rosas' fueron como pequeños acercamientos que finalmente me generaron la posibilidad de escribir esta novela en la que se ofrece un panorama de lo que era la sociedad y de cómo cambiaba en poco tiempo la vida de la gente corriente.
- El relato comienza con el traslado de los restos de Primo de Rivera en el tercer aniversario de su asesinato. ¿Por qué?
- Ese arranque tenía un componente simbólico porque es un momento fundacional para el propio régimen. Para ellos, fue un acontecimiento importantísimo, que pensaban que iba a perdurar en la memoria de los españoles. Sin embargo, se olvidó con relativa rapidez. Por otro lado, también está la idea de la ocupación del espacio. Las dictaduras tienden a estos grandes movimientos de masas en los que hay una expresión de adhesión al régimen, de forma que el que no se suma queda como excluido. Y, en este caso, muchos españoles quisieron formar parte de ese momento histórico. Llegaron falangistas de todos los rincones de España para relevarse en el traslado de los restos de José Antonio (Primo de Rivera).
- Usted nació unos veinte años después de ese suceso. ¿Cómo ha sido la labor de documentación?
- Los novelistas no le han dedicado mucho atención a este período, pero los historiadores sí. Además, los libros autobiográficos y las hemerotecas también te permiten reconstruir aquellos años, teniendo en cuenta que los periódicos estaban totalmente controlados por el Gobierno y no decían la verdad u ocultaban muchas cosas. Tienes que leer entre líneas, pero esas noticias te ayudaban a captar el aroma de entonces.
- ¿Cuál era?
- El de un Madrid, la verdad, muy hambriento y muy desigual, donde al mismo tiempo que había unos señores que disfrutaban de la sala de fiestas más lujosa y despampanante de Europa, en ese momento había otros que se morían de hambre y que no tenían ni siquiera donde dormir.
- ¿Por qué Madrid y no cualquier otra ciudad española?
- Las cosas que ocurren en Madrid, ocurren en toda España y Madrid es una metáfora de toda España. Luego, el hecho de que allí la República aguantara hasta el final, hace que la represión fuera más dura que en otras ciudades que cayeron al principio, como Zaragoza, La Coruña o Sevilla. Aparte, en Madrid se juntaron personajes reales que me interesaba incorporar a la historia o, porque formaban parte de los nuevos gerifaltes, o porque precisamente formaban parte de la oposición clandestina que pretendía oponer resistencia al nuevo régimen.
- ¿No temía perder rigor histórico al mezclar ficción con realidad?
- Ya. A mí lo que me apetecía contar eran historias de gente corriente en tiempos extraordinarios. Lo que ocurre es que, al mismo tiempo que yo creo muchos ciudadanos de a pie, en sus vidas, también se cruzan los destinos de personajes que entonces tenían poder e influencia.
- ¿Como cuáles?
- Por ejemplo, José Luis Arrese, el secretario general del Movimiento; Dionisio Riduejo, un falangista que empezó a ir por libre en aquella época, o los enviados por el Partido Comunista a los que les piden reconstruir las estructuras del partido en la clandestinidad. Todos esos personajes no me los podía inventar y, por suerte, hay buenas biografías que me han ayudado a reconstruir sus peripecias.
- Le ayudan, de hecho, a mostrar los dos bandos que había en ese momento.
- El retrato habría quedado si no incompleto. Son unas historias de unos años convulsos, salvajes, bárbaros, en los que la vida humana valía bastante poco y en los que se cometían atrocidades. La mayoría, por parte de las nuevas autoridades del Gobierno de Franco, pero también dentro de la oposición comunista había grandes tensiones y a veces ajustes de cuentas.
- ¿Escribe pensando en cubrir las lagunas de otras generaciones?
- Uno sí que aspira a ser leído en el futuro, pero es verdad que cuando uno escribe, también tiene la idea de que esas cosas que cuenta son desconocidas. Muchas de mis novelas están protagonizadas por personajes que forman parte de un lado escondido de la historia de España y así uno consigue evitar caer en clichés y en estereotipos.
- ¿Nunca se ha sentido atraído por tratar lo contemporáneo?
- Lo más próximo a la actualidad que he llegado a escribir es finales del siglo XX. Creo que esos años son tan apasionantes por lo infaustos que fueron en muchos momentos, que creo que hay muchas historias que merecen ser contadas. No digo que este siglo no sea interesante, pero me da la sensación de que la actualidad la contarán mejor la generación que la sufre más, no alguien como yo que soy de una generación que hace años que ya está asentada.
- No habrá sorpresas, entonces, en su próxima novela.
- Bueno, acabo de entregar un librito muy corto y diferente que sale en septiembre. Yo nunca he escrito sobre mí mismo y no me gusta nada la autoficción, pero de repente necesité escribir un libro autobiográfico sobre mi infancia en Logroño, mi juventud en Zaragoza y sobre mis primeros pasos como escritor en Barcelona.
- Será un paréntesis en su producción.
- Me parecía que ya llegado a esta edad, me podía permitir escribir un libro pequeño sobre mí mismo donde agradezco a la vida el privilegio de haber podido vivir 40 años como escritor, que es lo mejor que le puede pasar a una persona que ama la literatura y que desde joven quería ser escritor
- Y... ¿piensa en la posibilidad de que 'Castillos de Fuego' se traslade al audiovisual, como ocurrió con 'El día de mañana'?
- No me lo planteé en un principio, pero casualmente hace un par de meses me llamaron y ya está la cosa en marcha, hay un guionista trabajando. Me da la sensación de que va a salir adelante y que podría ser una buena serie de televisión. Ya veremos.
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