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Algo se mueve en Bacalao Giraldo. Según ha podido saber EL CORREO, el grupo portugués Brasmar prepara una oferta para tomar el control de ... la histórica marca alavesa, en concurso de acreedores desde principios de mes. En la última semana se han intensificado los contactos para concretar una posible operación, aunque todavía no hay una oferta con cifras en firme.
Surge así una nueva oportunidad para rescatar al emblema alavés, suministradora de grandes cadenas de supermercados como Mercadona, Eroski, Carrefour o El Corte Inglés. La deuda y la pérdida de clientes habían ahogado a la empresa familiar progresivamente desde 2020 hasta que este mes se vio obligada a declarar la situación concursal. La firma había intentado especializarse todavía más en la venta de platos precocinados con una nueva planta en Legutio que suponía una inversión de 10 millones y que llegaba para atender un proyecto «enorme» en palabras de sus propios portavoces, pero esa iniciativa –que implicaba un 60% de la facturación de esta línea de negocio– se desbarató al perder clientes y pedidos cuando ya se estaban haciendo las obras de esas nuevas instalaciones. Para colmo, la pandemia, primero, y la guerra de Ucrania, después, dispararon los costes de la construcción e hicieron que las obras se retrasasen mientras no ocurría lo mismo con los plazos para pagar los créditos a la banca.
Antes de entrar en concurso de acreedores, Giraldo ya tuvo 'novias'. Angulas Aguinaga negoció con la propiedad una posible compra. El grupo guipuzcoano, en manos del fondo PAI Partners ha adquirido otras empresas en situación similar –con productos demandados por el mercado, pero con la contabilidad estrangulada por los números rojos– como la factoría madrileña Aperitivos Iñaki hace tan solo unos meses y planteó a la propiedad de Giraldo una operación parecida, pero esa opción no cuajó a pesar de la sintonía que parecía haber en un principio.
Ahora, sin embargo, se abre una nueva oportunidad de la mano de Brasmar. El grupo portugués es otra de las marcas líderes del sector, hasta el punto de que algunas consultoras la colocan como segunda empresa en el negocio del pescado sólo por detrás de Aguinaga. Detrás de Brasmar está un fondo español: MCH, que gestiona la compañía junto al holding industrial luso Vigent Group. MCH no es un desconocido en el sector. Hace tan solo unos meses protagonizó la venta de Palacios, que se cerró con el hermano de Ana Botín y los Riberas -los dueños de Gestamp- por 425 millones de euros.
Fuentes cercanas a la operación detallan que el planteamiento con el que parte Brasmar pasaría por mantener a todos los trabajadores de Giraldo, algo que facilitaría la negociación si las cifras satisfacen a las dos partes y que podría invitar a la paz social en el seno de la empresa alavesa. «Giraldo está muy bien valorada en el mercado», argumentaban portavoces de Giraldo hace unas semanas a este periódico. De confirmarse la operación sería la tercera adquisición de Brasmar en España tras las compras de Foncasal (una empresa de Logroño especializada en el mundo del pulpo) y La Balinesa, una compañía leonesa centrada en ahumados y bacalao.
Por el camino ha habido otros acercamientos hacia Giraldo, pero no del calibre del de Brasmar. El grupo, paradójicamente, busca hacerse con la marca alavesa de bacalao justo cuando cuelga el cartel de 'Se vende' sobre él mismo. MCH pretende salir después de nueve años gestionando el conglomerado luso y busca desde 2023 un posible comprador para Brasmar.
Los sindicatos han sido muy críticos con la dirección una vez se conoció el cierre. LAB, principal central en Giraldo, llegó a publicar un comunicado en el que censuró la «mala gestión empresarial». «Esta situación viene como consecuencia de las malas decisiones que ha tomado la empresa durante todos estos años: medidas poco o nada eficaces frente a las pérdidas económicas, nulo control de gastos que ha acarreado que no se hayan contenido como es debido, ver dinero fácil y jugársela a un solo cliente, despedir al antiguo director financiero por hacer ver la mala situación económica de la mercantil», enumeró.
«La plantilla no es responsable de la situación a la cual han abocado a la empresa, cumpliendo escrupulosamente con sus obligaciones. No vamos a aceptar que el proceso que pueda avecinarse sea utilizado para destruir puestos de trabajo o tratar de empeorar las condiciones de la plantilla», subrayan desde esta organización sindical.
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