Alarma en policías, vecinos, comercios y bares de Vitoria por las peleas en la Virgen Blanca

A partir de las ocho y durante algo más de una hora, patrulleros de ambos cuerpos no dieron abasto para contener las riñas multitudinarias a plena luz del día y con las terrazas del salón de estar de Vitoria rebosantes de ciudadanos atónitos ante el espectáculo. Estas fuentes cifran en un mínimo de «cinco peleas multitudinarias» en esos poco más de 60 frenéticos minutos.

Y lo que más les preocupa en ambas comisarías es que son «menores de edad en su gran mayoría» los que protagonizan estos tumultos. En este sentido, vecinos y comerciantes de la zona consultados por EL CORREO muestran su hastío y piden «más seguridad» ante estos incidentes, que suelen enmarcarse a las tardes de los sábados y cuyo inicio sitúan «en enero, aunque han ido a más con la llegada del buen tiempo».

Se trata de un fenómeno vivido el verano pasado en la confluencia de Nueva Fuera con Portal del Rey y, con menor intensidad, enfrente del Parlamento vasco. Con la salvedad de que en la Virgen Blanca hay un número muy superior de implicados. «No menos de 300 chicos», coinciden testigos y efectivos de ambos cuerpos policiales. Un portavoz del Gabinete Urtaran subrayó ayer a este periódico que están «vigilantes» ante estas concentraciones.

«Se pegaban, unos corrían al vernos y luego se volvían a enzarzar en otro extremo de la plaza o de calles cercanas», relata un policía local participante en las diferentes intervenciones, saldadas sin detenidos aunque sí hubo varios identificados. La Ertzaintza ha pedido grabaciones de seguridad a varios comercios de la Virgen Blanca, General Loma y Prado. De hecho, fue una hostelera quien dio la primera voz de alarma a las autoridades policiales.

Luismi Varona, alma máter del Dublín, ya ha puesto quejas en el Ayuntamiento de Vitoria. «Esto viene desde hace meses. Son muy habituales las tanganas en la plaza los sábados y festivos. El ambiente es bastante decadente, sobre todo para ser un punto turístico», lamenta. «Hay un ambiente terrible los sábados porque la plaza se ha convertido en punto de encuentro para pegarse y beber».

Kepa González, del Mallory, apunta a que «se forma una marabunta cuando salen de una discoteca light cercana. El sábado sí vi una pelea, pero eran dos y un montón alrededor mirando». Otro hostelero que solicita el anonimato afirma que «pasan borrachos y nos tiran mesas y sillas». El tono de preocupación se repite en residentes y comerciantes.

El sábado hizo una tarde primaveral, con riadas de personas por el centro. «Me sorprendió verles ahí, a la vista de todo el mundo, como si la plaza fuera suya», comparte Ramón, vecino de la zona. Y es que en esta ocasión hubo más jóvenes de lo habitual. «Desconocemos si quedaron por redes sociales, pero fue una auténtica locura», indica un ertzaina. Algunas fuentes conjeturan con «posibles rencillas» tras el concierto de un conocido grupo de drill (una derivada del rap) ofrecido la noche anterior en una discoteca vitoriana.

El patrón de estas riñas siempre es el mismo. «Empiezan a empujarse dos o tres y una multitud les rodea, grita, jalea y probablemente graba con los móviles. Se forma tal barullo que, aunque el número real de golpes suele ser escaso, el efecto que provoca en la gente ajena resulta demoledor», refleja otro agente que también medió en las grescas del pasado sábado. «¿Dónde están los padres de estos chicos?», requiere otro patrullero.

«Muchos probablemente se lo tomen como un juego. No son conscientes de los riesgos que entraña una simple patada o un puñetazo. A veces tienes la sensación de que se ha convertido en su afición liarla para que vayamos, salir corriendo y vuelta a empezar», destaca otro veterano de Aguirrelanda.