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Sumergirse en el universo de la cerveza artesana es embarcarse en un viaje lleno de aromas tentadores, sabores audaces y una rica historia de tradición. La pasión por la calidad y la innovación se entrelazan en cada burbujeante vaso. Es mucho más que una bebida, ... es un arte en sí misma, con maestros cerveceros dedicando sus vidas a perfeccionar cada sorbo, cada receta. Álava cuenta con artistas de la birra, reflejando en cada botella los ingredientes locales, las técnicas de elaboración y las influencias culturales porque la cerveza artesana va más allá de lo sensorial, también es un vínculo con la comunidad y la historia.
Býra, por ejemplo, nace en las entrañas de la Llanada Alavesa, en Nanclares, en el seno de una tradición familiar, declarada amante de la cerveza. Buscadores de aromas y sabores únicos, decidieron adentrarse en el mundo de la elaboración artesanal de cerveza y sus diferentes variedades conforman una amplia amalgama de colores, sensaciones, aromas y matices que hacen de cada una de ellas cervezas con cuerpo, sabor y carácter, «donde el límite es tu imaginación», aseguran. Está la Alpha, tostada con sabores afrutados; la Gamma, ligera y refrescante con un toque cítrico; la Engel, elaborada solamente con ingredientes naturales y sin gluten; la Season 03, cerveza negra elaborada con café; o la Teufel, una märzen que reúne la esencia de la ancestral tradición alemana OktoberFest.
Elaboradas de manera natural, sin ningún tipo de aditivos ni conservantes, sin filtrar y, por supuesto, sin pasteurizar, son las cervezas de Baias. A 29 kilómetros de la capital, en Oiardo, está el caserío en el que nacen las burbujas. Un baserri en plena naturaleza que apuesta por la reutilización de espacios y las energías renovables y cuenta con un taproom ideal para degustar propuestas como la Urka, muy amarga y con final seco; la Chichen-Itza, una Ale que aporta aroma con notas a lima, melón, manzana, papaya y pimienta verde; la Ipa, de carácter exótico con mango, piña y maracuyá; la Eko, una rubia elaborada con materia prima procedente de agricultura ecológica; o la Brux, maltosa, compleja y dulce en boca, entre otras.
Asier Landa e Iker Otxoa de Eribe, dos jóvenes de Murgia, crean en 2015 Saltus Brewing, y lo hacen por puro placer, «el placer de beber una buena birra», cuenta la pareja. Nacen como una cervecera gypsy y luego compran una antigua fábrica de Pamplona y conforman, junto a otros nómadas, la cooperativa EH Bier Koop. Comprometidos con sus ámbitos más cercanos en la búsqueda de materias primas locales que también aporten valor añadido a su entorno inician, por ejemplo, su propio cultivo en el valle de Zuia. Destacan la Labana Ta Sardexka, con un agradable sabor de maltas horneadas donde el café y el chocolate la hacen muy agradable de beber; la Basurdik, con 11,3 grados y elaborada con vainilla que le otorga un punto dulce; la Hop Take, de apariencia turbia, sencilla de beber, cortita y con un punto amargo contenido; o la Kloratipa, una Ipa muy agradable al trago ideal para beber en lata.
GaragArt es una cervecera nómada surgida en 2014 en Vitoria. Como no tienen fábrica propia, elaboran sus brebajes dependiendo de la temporada en las instalaciones de cerveceras amigas. Son variopintas sus creaciones y algunas con declarado espíritu alavés, como la Olárizu, una Ipa sedosa y muy agradable de beber; la Florida Park, muy concentrada en el lúpulo lo que la hace más amarga; la No Alligators in Salburua, una cerveza exótica que une el anillo verde con Nueva Zelanda; la Izki, una Neipa con mucho cuerpo y sedosidad en boca, textura cremosa y muy fresca; o la Begia, con cuerpo robusto y un volumen alcohólico más que notable.
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