![«La poesía nos concede una libertad de pensamiento que no existe en lo laboral»](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2024/05/13/mario-obrero-kyDF-U22096902474OHB-1200x840@El%20Correo.jpg)
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«Gotitas viajeras /que van haciendo 'bum bum'/ en tu coche». Esos fueron los primeros versos que Mario Obrero (Getafe, 2003) escribió con siete años en un viaje en el que se le acabó la batería de la Nintendo. Luego, se alzó con el Premio ... Nacional de Poesía Joven Félix Grande, se marchó becado a Estados Unidos y a sus diecisiete años, se convirtió en el poeta más joven de la historia en recibir el Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe. «No es sencillo asistir a la vida/sin embargo compramos tuercas/a la luz preguntamos sus nombres/desnudas aguardamos», ilustra ahora en su poemario recién publicado 'Tiempos mágicos' (ed. La Bella Varsovia). Parte de esas líneas recitará esta tarde, a las 19.00 horas, en la Casa de la Cultura de Vitoria como parte de la programación de Poetas en Mayo.
– Su abuela no sabía escribir y ha dicho en otras ocasiones que en su hogar sólo existía el libro la 'Historia del Mueble'. ¿Cómo se explica su profesión?
– Precisamente mi abuela Carmen es de mis mayores influencias poéticas, casi a la par de poetas como Concha Méndez. Aunque ella no supiera el lenguaje de la grafía, sí que tiene una gran conciencia de su condición. Escuchar su voz es fundamental.
– En 'Tiempos mágicos' oímos a poetas como Sebastián de Covarrubias, Marta Agudo o Rosamel del Valle.
– La poesía es un territorio donde en contraposición a la vida diaria, tenemos la oportunidad de estar junto a otras personas, como ocurre en festivales como Poetas en Mayo. Por eso el libro cuenta con muchísimas citas, y citas de poetas euskaldunas como Tere Irastortza, pero también de otros nombres que me acompañan como lector.
– Su mirada actual al mundo reclama más tiempo. En general. ¿Por qué?
– En un tiempo en el que laboralmente existía más bien poco el tiempo propio, me balanceó esta escritura. Creo que estamos en disposición en este siglo, no ya de pedir una habitación propia –como decía (Virginia) Woolf– sino de demandar un tiempo propio, que sea mágico y plural. A partir de ahí, son poemas muy diversos que tienen mucho que ver con la geografía. Cuando los escribí, trabajaba en un programa de televisión ('Un país para leerlo', de RTVE) y tenía que viajar muy a menudo. Por ejemplo, hay una parte del poemario escrita de Gasteiz a Miranda de Ebro.
– No me diga.
– Creo que eran unos poemas que había empezado a escribir en la India, pero que tuvieron su corrección al paso por Añana. Es que ese momento era el tiempo mágico, el que uno dedica a la escritura, que comporta una libertad de pensamiento que va mucho más allá de otros lugares y contextos, el laboral o, en muchos casos, el doméstico, donde no podemos tener esa movilidad de investigar, de dudar, de proponer. Era la reivindicación y el disfrute y la celebración de ese tiempo que nos concede la poesía.
– En ese viaje empleó el euskera para comunicarse. Y también escribe en esta lengua en 'Cerezas sobre la muerte', además de en asturiano, catalán y gallego. ¿Cuando aprendió a dominarlas todas?
– Me encantaría decir que todas, aunque, al euskera, por desgracia, le sigo cogiendo el pulso y este verano voy a un barnetegi. Pero bueno, es cierto que es una alegría. Yo soy de Getafe y mis padres y mis abuelas, de procedencia manchega y andaluza, han podido hablar castellano durante dos o tres siglos de forma continuada. Precisamente por eso para mí es un descubrimiento entender lenguas históricamente minorizadas y violentadas por una estructura muy monolingüe. La poesía también ha pasado por esos momentos de asfixia histórica. Entonces me parece que es lo más consecuente que algo pequeño como la poesía se una a algo minorizado como es una lengua y entendiendo, además, que el euskera, o en este caso las lenguas en general, simbolizan el espacio de libertad en el que cobra sentido lo que hacemos. No hay nada más hermoso que, además de decir amapola, decir 'papoula' o 'rosella' porque entonces tenemos verbalmente y físicamente más flores.
– Su poesía está marcada por la reivindicación. ¿Le preocupa convertirla en un panfleto?
– La poesía no es un espacio de dominancia. A la poesía no se le puede poner una correa para que vaya a una óptica particular. Es al revés. Es la conciencia civil que tenemos todos los días como ciudadanos la que puede llegar al poema.
– Entiendo.
– Otra cuestión que también me preocupa es la de reivindicar sin ocupar el primer puesto. Es decir, si el euskera se mantiene no va a ser nunca por una persona de Madrid que le guste decir 'kaixo', va a ser por instituciones y organizaciones que llevan manteniendo la lengua desde hace siglos. Pasa igual con la memoria histórica. Es verdad que la poesía te permite hacer algo muy disruptivo con respecto a la realidad, que es empatizar y escuchar lugares sin que eso significa apropiarse de ellos y mucho menos postularse como afectado.
– Todo lo escribe sin puntos ni comas. ¿Responde a una estética, a una poesía joven...?
– Yo diría que no. Venimos de la tradición surrealista. Lo que pasa que luego, en el caso de España, la imposición de un fascismo fue más allá de lo político y entró en el entendimiento de la creación y nos pesa mucho. Aunque a mí me gusta pensar que la poesía no puede ser también un lugar dado a esas normas tan restrictivas, si no que tiene que significar un lugar de libertad, que propone una sensación de juego.
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