
Vitoria, 45 años de capitalidad / 2
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Vitoria, 45 años de capitalidad / 2
En algo menos de un mes, Alfredo Marco Tabar cumplirá 92 años. Confiesa que las piernas le empiezan a fallar, pero demuestra que la cabeza ... le funciona. Hace medio siglo fue junto al fallecido Chus (Jesús María) Viana el principal representante de Unión de Centro Democrático (UCD) de Adolfo Suárez en Vitoria y la llave para negociar en Madrid aspectos esenciales para Álava y Euskadi, entre ellos, el propio Estatuto de Gernika.
– Se cumplen 45 años desde que Vitoria es la sede de las principales instituciones autonómicas y así se convirtió en la capital de facto de Euskadi.
– Yo niego la mayor. Vitoria no es la capital de Euskadi. Y no es porque no se quiso, sino por la ensoñación nacionalista con Pamplona y Navarra. Esa situación no ha cambiado y hoy menos que nunca, pese a que sería tan sencillo como modificar una ley. Ni PNV ni EH Bildu van a renunciar al sueño de Pamplona.
– Pero aquí llegaron el Gobierno vasco, el Parlamento, la sede de Lehendakaritza...
– Eso nos ha dado apariencia de algo que realmente no somos. A Emilio Guevara –diputado general y portavoz del PNV en la Cámara vasca en 1980– hay que reconocerle que estuvo muy hábil ofreciendo lo que tenía para acoger las sedes autonómicas y consiguiendo lo que pudo.
– ¿Se ha convertido en una especie de título honorífico para Vitoria?
– Ni eso. La prueba es que nadie lo ha querido fijar de forma expresa. Si fuera un título honorífico, pues no habría problemas en formalizar que Vitoria es la capital de Euskadi. Tal cual. Pero no se quiso decir, no se ha dicho y le aseguro que tampoco se va a decir.
– Entonces, ¿no cree que alguien esté dispuesto a cambiar el Estatuto de Gernika e incluir la capitalidad?
– Evidentemente. Si se quisiera hacer, sería sencillísimo con una ley y la modificación del Estatuto. En estos momentos eso es impensable. Ni PNV, ni Bildu, ni PSOE lo admitirían.
– ¿Y si nos quitasen eso?
– Eso es impensable, eso no puede ser.
– ¿Hasta qué punto los partidos políticos son conscientes de que en Vitoria se reparten 20 de los 75 parlamentarios?
– Los partidos nacionalistas tienen especialmente en cuenta a Álava desde hace un tiempo y quieren asentarse más sólidamente aquí para perpetuarse en el poder. Ya tienen fuerza hasta en Rioja Alavesa, algo impensable en aquellos momentos. El nacionalismo tiene solidez y fuerza.
– Pero de forma reiterada aparecen esas 'batallas' entre territorios en asuntos como el TAV, Foronda...
– El aeropuerto de Vitoria se hizo porque la alcaldesa de Bilbao (Pilar Careaga) quería liberar Sondika como zona urbanística y Foronda tenía todas las características para ser el referente de toda la zona Norte. ¿Y qué pasó? Que la Cámara de Comercio de Bilbao no lo podía consentir y se invirtió todo lo impensable en Loiu. Vitoria es una gran estructura, pero sin un reconocimiento como aeropuerto internacional como preconizaban las fuerzas nacionalistas entonces.
– ¿Álava hubiese aguantado igual si llegan a elegir a Bilbao o San Sebastián como sede de las instituciones vascas?
– Y aun así, surgió Unidad Alavesa (UA), que tuvo un papel importante y yo creo que fue bueno en algunos aspectos. Siempre estuvieron mitigando los excesos nacionalistas e incluso gobernaron con el PNV (en el Ayuntamiento entre 1997 y 1999) y el PP (tanto en el Consistorio como la Diputación desde 1999 hasta 2003). Sirvieron como una especie de puente de unión.
– Antonio Rivera decía la semana pasada que sin la capitalidad de Vitoria, Bizkaia y Gipuzkoa hubiesen tratado a Álava como la «hermana pequeña».
– Bizkaia no ha consentido nunca que Vitoria saliera por encima en ningún aspecto. Así sigue siendo y será.
– Usted estuvo tres años de alcalde, diez de concejal...
– He sido juntero, diputado, procurador en las Cortes de Franco... He sido el perejil de todas las salsas.
– Cuando se inician los primeros debates sobre la capitalidad, usted era alcalde de Vitoria.
– Detrás de mí no había una organización política y lo pasé muy mal. Todos los demás partidos estaban constituidos y, en cambio, yo tenía personas afines y amigos, pero no tenía una estructura. Yo fui el alcalde que puso la primera ikurriña en Vitoria, nadie me lo ha reconocido y en la época se me criticó muchísimo por una parte importante de la sociedad. Todavía recuerdo el título de un artículo de Don Luis Madrid, capellán de 'Sindicatos', que se titulaba: 'Tenías que ser tú'. Yo le respondí con otro que era: 'Y tú tenías que ser'.
– ¿Desde UCD no le presionaron más para conseguir más o menos para Vitoria?
– Yo llevaba la voz cantante con Chus Viana. Teníamos claro lo que podía ser, pero también lo que éramos. Es decir, nunca nos planteamos la capitalidad como una exigencia de máximos. ¿Nos conformamos? Pues sí, y todo lo que le ha dado a Vitoria ese matiz de capitalidad ha sido a pesar de las intenciones de los demás.
– ¿No cree que la capitalidad consiguió que se terciarizase la ciudad posindustrial que era Vitoria en los 70?
– Yo aún recuerdo aquellas caravanas de autobuses de funcionarios que llegaban desde otros puntos del País Vasco. Me gustaría tener el dato concreto de cuántos funcionarios del Gobierno vasco viven en Vitoria y cuántos van y vienen sin pisar el centro de la ciudad. No se han integrado y el ejemplo más claro son los lehendakaris. ¿Cuántos han vivido en Ajuria Enea? ¿José Antonio Ardanza? Los demás incluso han hecho ostentación de que no vivían aquí.
– Vitoria ha sumado 50.000 vecinos en estos 45 años.
– Sí, pero no creo que sean por el Gobierno vasco. Principalmente ha subido por la inmigración, que ha convertido a Vitoria en una capital heterogénea. Y, por supuesto, hay que tener en cuenta la industrialización que puso en marcha el alcalde Luis Ibarra Landete (1957-1966) con los polígonos de Betoño. Jamás nadie se lo ha reconocido. ¿Vitoria ha cambiado y crecido? Por supuesto, pero no es por la capitalidad sino por el progreso natural de los pueblos. Faltaría más.
– ¿Cómo han cambiado Vitoria y Álava en estos años?
– Yo creo que lo que más ha cambiado es el sentimiento nacionalista. Yo tenía muy buenos amigos del PNV en Vitoria que en los años 70 y 80 me decían: «Alfredo, los nacionalistas en Vitoria somos mis primos y yo». ¿Y hoy? Eso sí que ha cambiado, ha crecido una barbaridad en poco tiempo.
– ¿En eso ha podido influir la llegada de funcionarios?
– No es por eso, sino por la propia evolución de los tiempos. Yo creo que ser sede de las instituciones lo único que le ha dado a Vitoria es visibilidad a nivel nacional e incluso europeo.
– Alrededor de Lakua se creó una especie de atmósfera de funcionarios.
– El Gobierno vasco se instala en lo que iba a ser un geriátrico, entonces éramos un referente con la fundación asistencial sanitaria FASVA, aunque finalmente se dedicó como ubicación para las instituciones. Lakua era la reserva de expansión de la ciudad. Pepe (José Ángel) Cuerda dejó una innegable impronta en la ciudad durante veinte años de alcalde, pero en este caso yo creo que se equivocó. Quitó la fuerza al centro de la ciudad y lo repartió entre diferentes puntos.
El rincón favorito de Marco Tabar era la plaza de la Virgen Blanca. Lo fue hasta que se ejecutó su reforma y se eliminaron los jardines que envolvían al Monumento de la Batalla de Vitoria. «Era un espacio coqueto. ¿Tenía menos utilidad para eventos? Sí, ¿y qué pasa? Junto al Iradier Arena, que no es plaza de toros ni es nada, son los dos grandes errores de los ocho años de Alfonso Alonso como alcalde», sentencia. En la actualidad, le gusta El Prado y La Florida. El primero especialmente lo considera como el «punto de encuentro y concordia» de la ciudad, pues «allí coinciden deportistas, niños jugando y gente que simplemente se sienta en un banco o una terraza». «En mi época, la gente acudía allí a socializarse o emparejarse. Ahora muchos hacen todo eso a través del teléfono móvil. Es lastimoso porque la gente pierde de vista lo que pasa delante de sus ojos», lamenta.
Las últimas veces que Marco Tabar ha visitado la Casa Consistorial observa el retrato que le hicieron y que hay colgado en la antesala del Salón de Plenos. Él no lo reconoce, pero da la sensación de que se siente poco reivindicado. «Yo me he equivocado muchas veces y volvería a hacerlo otras tantas. Es la vida. Hay muchos que tiran de brochazo gordo para resumir la vida de una persona, pero hay muchos matices», resume.
Alfredo Marco Tabar cree que Álava y Vitoria son un territorio que está preparado para los mayores. «Hemos mejorado muchísimo en las últimas décadas. La competencia en mi época se dividía entre los 'válidos' para el Ayuntamiento y los 'inválidos' para la Diputación. Gracias a Dios, ahora todo se ha humanizado y las instituciones atienden a la gente según sus necesidades y exigencias», comenta el político a sus 92 años.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Encuentran muerta en un río a la actriz Sophie Nyweide
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.