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El calentón vino después de vaciar el depósito de gasolina. La pareja cazada mientras practicaba sexo en un coche detenido en el carril izquierdo de la autopista AP-68, hace ahora 25 días, así lo declaró ayer en el Juzgado de lo Penal número 1 ... de Vitoria. Tras írseles de las manos una tarde festiva en la localidad vizcaína de Lemoa, sobre las seis de la mañana del domingo 31 de marzo fueron sorprendidos por ertzainas mientras mantenían relaciones en el asiento del conductor. Él, debajo; ella, encima. Tan enfrascados andaban que ni escucharon los golpes en la ventanilla de los agentes.
¿Pero por qué se detuvieron en el carril cerca de Ribabellosa? «El coche empezó a dar fallos y se paró. No sabíamos dónde estábamos porque nos habíamos pasado el desvío a Vitoria. Mi chica no se atrevió a salir, pusimos las luces de emergencia y llamamos a su madre para que nos trajera gasolina... y pasó lo que pasó», describió el chico, con seis condenas previas por delitos de seguridad vial. Tenía el carné retirado el día de autos.
«Pusieron en peligro a otros conductores y a ellos mismos. A los cinco minutos de moverles el coche al arcén, pasaron un autobús y un todoterreno a la par», desveló uno de los ertzainas intervinientes. Tan mal lo vio la primera patrulla en personarse -el 112 recibió «varias llamadas» de otros conductores- que pese a llegar al punto pero en la otra calzada, cruzaron a pie la mediana y colocaron los triángulos de señalización antes de acercarse al Ford Focus de los encausados, «cuyos cristales estaban empañados».
Sin opción de defensa sobre la incorrecta ubicación del turismo certificada por los agentes, la vista oral giró en torno a quién manejó el volante hasta agotar el combustible. Si fue el procesado, con el carné retirado, o su pareja sentimental, «embarazada de cuatro meses». Esa es la miga judicial de este proceso.
La Fiscalía pide para el joven 27 meses de prisión, más 3 años y 9 meses sin carné -ya lo tenía suspendido-. En el caso de ella, un año y un día sin poder conducir, además de una multa de 4.320 euros. Las defensas, la absolución de sus clientes. O, como mucho, «una sanción administrativa». Una multa, vamos.
El imputado no salió a poner los triángulos «porque no podía moverme». Se supone que por la ingesta de alcohol. «Cuando abrimos la puerta del conductor ya se notaba el olor», contó otro de los policías. «Ella pasó al asiento del copiloto. Él me dijo que venía conduciendo y se pasó la salida hacia Vitoria. Estaba desorientado totalmente. Cuando le pedí mover el coche, intentó arrancarlo sin éxito. Bajó a ayudarnos a llevarlo al arcén, pero casi no podía ni tenerse en pie», compartió un ertzaina. «No nos reconocía pese a llevar uniformes», puntualizó otro.
«Tras dar positivo, cambió su versión», coincidieron los agentes. El etilómetro escaló hasta los 0,87 miligramos de alcohol por litro de aire espirado. Ahí, «se rió y gritó que no le habíamos visto conducir, que tendríamos que demostrarlo».
«Conduje yo», insistió su pareja sentimental, la dueña legal del vehículo. No la hicieron soplar «porque él nos admitió que conducía». Su madre, sin embargo, aseguró que «ella le lleva al trabajo, a todos los lados». Tras recibir su llamada de auxilio, la progenitora salió a la carretera a buscarles, compró una lata de gasolina pero no les encontró «porque no fuimos capaces de decirle dónde estábamos». La sentencia llegará en unas semanas.
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