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David González
Sábado, 28 de abril 2018, 01:31
Un conocido club de Vitoria que ofrecía copa, bailes y servicios sexuales escondía a juicio de los investigadores una red de trata de mujeres extranjeras traídas a la fuerza para ejercer la prostitución. La Guardia Civil, en colaboración con la Policía Nacional, entró a este local, aún abierto, hace casi cuatro años. Arrestó a siete personas, liberó a cinco mujeres, se incautó de casi medio kilogramo de cocaína, confiscó una pistola pero, sobre todo, destapó una supuesta organización operativa en Vitoria y en Miranda de Ebro.
La próxima semana, cuatro de aquellos detenidos tienen cita en la Audiencia Provincial de Álava, la máxima instancia judicial del territorio. Se enfrentan a penas mayúsculas. El gerente de la sala deberá responder por trece delitos; cinco de tráfico de seres humanos, otros tantos de determinación a la prostitución, uno de estafa, otro contra la salud pública y, por último, tenencia ilícita de armas. En total, la calificación fiscal, a la que ha tenido acceso este periódico, le reclama 56 años y tres meses de prisión, una de las penas más altas solicitadas en toda la historia del juzgado vitoriano.
Asimismo, se solicita al tribunal la clausura del club por «un plazo de cinco años», hasta 2023. Las peticiones fiscales para los otros tres encausados van desde los cinco años y un mes hasta los nueve años.
Los tentáculos de esta supuesta red abarcarían Vitoria, Miranda, el Condado de Treviño e incluso Gipuzkoa. El testimonio de una chica originaria de Europa del Este puso en marcha al instituto armado, que investigó durante meses a los supuestos integrantes. Esta joven llegó a España engañada y presuntamente le obligaron a prostituirse en interminables jornadas de quince horas al día en Miranda. De lunes a domingo «salvo cuando tuviese la regla», apostilla el escrito acusatorio.
El principal acusado, siempre según el Ministerio Público, tenía también a su cargo a varias mujeres en su club. «Fijaba las tarifas que debían cobrar por sus servicios». Los policías encontraron, entre otros indicios, una libreta con las anotaciones de las ganancias. A su vez, «aprovechándose en ocasiones de que los clientes estaban bajo los efectos del alcohol o drogas» les cargó a sus tarjetas gastos no disfrutados y sin su conocimiento. A un hombre hasta 1.360 euros en una hora.
En 2010, el principal procesado ya se las vio con la Justicia por un asunto similar. En aquella ocasión se enfrentó a una petición de nueve años y medio de cárcel. Sólo le condenaron por cohecho. A un año y seis meses de prisión. Y al tratarse de un castigo menor a los dos años sorteó el paso por la cárcel.
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