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La semana pasada cumplió 25 años en una prisión fuera del País Vasco donde purga otro delito. Y por lo visto durante la mañana de ... ayer en la Audiencia Provincial de Álava, maneja serias opciones de sumar una nueva condena, por «abuso sexual». Este joven –conocido «desde menor» por la Policía Local y la Ertzaintza por su «multirreincidencia»– se presentó ayer como perjudicado por la fiesta que montó en julio de 2021 en el piso de alquiler social de su madre, en Vitoria, y que desembocó en este juicio penal.
Desafiante delante del micrófono acusó a los asistentes a aquella reunión de originar «5.000 euros» en desperfectos. En cambio, pasó de refilón sobre el motivo que le sentó en el banquillo de los acusados. «Fue sexo consentido», aseguró.
El resto de declaraciones le dejaron en mal lugar. Desde de la denunciante, que contaba 19 años en aquella época, y que describió entre sollozos cómo le invitó a tomar «dos pastillas», que mezcló con alcohol. A partir de ahí todo se nubló. «Lo siguiente que recuerdo es despertar en una cama y él encima de mí. Estábamos los dos desnudos».
Dos de los participantes en esa reunión en un bloque de Zabalgana, y que se estiró durante más de doce horas, corroboraron la versión de esta chica. Explicaron que hubo alcohol, porros y Lormetazepam (medicamento que favorece el sueño). «Él insistió a las chicas con las pastillas. Cuando ella (en referencia a la víctima) las tomó, empezó a sentirse mal, pidió descansar y él la acompañó», dijo uno de esos testigos clave. En un momento dado, este joven entró al dormitorio «por curiosidad y le vimos a él encima, diría que en perfectas condiciones, mientras que ella estaba como tirada, sin decir nada». Aún así nadie la auxilió.
Otra testigo que aquella jornada «estaba fugada de Sansoheta (un antiguo centro foral para menores)» testificó que la víctima «estaba mal y quería dormir». Aunque días atrás, esta declarante también perdió el sentido tras aceptar una pastilla del investigado, no notó nada raro y se fue en medio de la noche.
En sus conclusiones, el fiscal Josu Izaguirre exigió una condena de diez años por el cargo de «abuso sexual. «Se aprovechó de que la víctima no estaba en condiciones de dar su consentimiento u oponer resistencia», alegó. Hane King Montes de Oca, letrada de la acusación particular, recordó que los informes toxicológicos demuestran que «estuvo incapacitada durante 14 horas». Mientras que el abogado de la defensa, Iñaki Corcuera, solicitó la absolución al entender que «no está acreditado que esas sustancias anulen la voluntad» ante la atenta mirada de los magistrados Jesús Poncela, Elena Cabero y Francisco García Romo, quienes redactarán la sentencia en unas semanas.
En el último turno de palabra, el acusado habló sin parar durante cinco minutos y 42 segundos en los que lanzó toda clase de excusas e incluso acusó a la Justicia de no poner el foco en el –para él– verdadero delito: los destrozos en casa de su madre.
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