«Aquí estamos de nuevo por otro abuso sexual a una menor de nuevo en el ámbito familiar». El arranque elegido ayer por el fiscal Josu Izaguirre para el último juicio en la Audiencia Provincial de Álava, hasta septiembre, condensa la preocupación en el ... Palacio de Justicia. Desde enero, el 51% de las vistas orales celebradas en la máxima instancia judicial local corresponde a delitos sexuales. Y la mayoría, a cargo de personas cercanas a la víctima. O víctimas, como el proceso de ayer.
Al encausado de esta vista oral está se le señala por abusar de su sobrina, hace ya unos cuantos años, cuando se quedaban a solas en su domicilio. También se le investiga por hacer lo mismo con otra familiar la semana que vino de vacaciones a Vitoria desde Italia.
La primera sesión tuvo lugar varias semanas atrás. Ayer tocaba escuchar las conclusiones definitivas de las partes. El Ministerio Público solicitó para este hombre un global de ocho años y medio de cárcel por «dos delitos continuados de abuso sexual a menor de 16 años». Cinco y medio por la víctima principal y los tres restantes por la menor venida desde Italia.
El fiscal Josu Izaguirre
«Estamos aquí de nuevo por otro abuso sexual a menor en el ámbito familiar»
Por su parte, la acusación particular, a cargo de la letrada Zuriñe Parra, solicitó seis años de prisión y 30.000 euros de indemnización por los perjuicios psicológicos para la príncipal perjudicada, quien sufrió el presunto hostigamiento en la intimidad entre los ocho y diez años. La defensa, dirigida por Antonio Llavador, abogó por la absolución de su patrocinado, quien negó agresión alguna.
No obstante, en este tipo de casos suele prevalecer el testimonio de la perjudicada, siempre que los magistrados consideren que existen indicios suficientes de que dice la verdad. Los encargados de dirimir ese aspecto capital serán Jesús Poncela, Elena Cabero y Ana Zulueta.
Delitos sexuales
Copan el 51% de los juicios celebrados desde enero en la Audiencia de Álava
En su declaración ante la sala, llevada a cabo en primavera, esta chica que ahora tiene 17 años contó que cada mañana toma antidepresivos. Le cuesta horrores hacer amigos. Siente «arcadas» cuando rememora lo que le ocurrió entre los ocho y los diez años. Se refirió a las visitas a la vivienda de su tía y su marido. Cómo «más de diez veces» a lo largo de 24 meses, según especificó, este adulto perteneciente a su entorno más próximo la llevó a una habitación para «jugar a papás y mamás».
La segunda víctima es una pariente lejana. Estuvo de visita en su domicilio cuando tenía catorce años . En su turno de palabra, esta joven residente en Italia refirió dos «besos en la boca» y «tocamientos» cuando nadie les vio.
Se intenta quitar la vida
Siempre calló. En parte porque no fue consciente de la gravedad de lo padecido hasta que, un lustro después, en 2019, su colegio organizó un taller de educación sexual. «Siento que me han quitado mi infancia», narró con voz tenue. A día de hoy le invaden con demasiada frecuencia sentimientos de «rabia, enfado» sin venir a cuento. A veces le da por pensar que «todo el mundo me mira mal». Se ha intentado quitar la vida en «varias» ocasiones. Está diagnosticada de un «trastorno depresivo».
Desde la denuncia, hace ya casi cuatro años, un juzgado impuso al sospechoso una orden de alejamiento y comunicación con esta adolescente. Aunque no ha vuelvo a verle, su sombra está presente a diario. La mitad de su familia le apoyó en la denuncia contra su tío. La otra parte le tachó de farsante. Porque el adulto siempre ha rechazado «rotundamente» ataque alguno sobre ambas niñas. Lo hizo ante la Ertzaintza, en el juzgado de Instrucción y en la Audiencia Provincial de Álava, quien decidirá su futuro. «Nunca nos quedamos solos», proclamó en un par de ocasiones a modo de defensa. «Siempre he pensado que a los niños hay que darles espacio porque hay que cuidarlos. No hay que tocarlos», justificó.
«¿Entonces a qué obedecen unas acusaciones tan severas?», le requirieron en la sala de vistas. «A una mala relación con su madre (de la víctima principal)», argumentó. «Tuvo un problema legal por una plantación de marihuana y me acusó de chivarme», soltó. También mentó un hipotético enfado entre su pareja y la progenitora de esta menor por un comercio minorista que dirigían a medias. Un par de peritos de la Unidad de Valoración Forense Integral dijeron que el discurso de la adolescente era «compatible» con la pesadilla se experimentar un ataque sexual en la infancia.
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