No siempre se puede poner rostro a las personas sin hogar, a menudo invisibles entre sus vecinos, pero el último informe del Eustat retrata esta realidad, al menos, con cifras. Su estadística revela que los alaveses que se encuentran en esta delicada situación se han ... duplicado (algo más ya que el aumento es del 132,3%) desde 2012. Hace una década eran 328 y hoy ascienden a 762, y todos residen en Vitoria. Unos números que, reconocen desde las organizaciones sociales, «encajan con una sociedad que genera cada vez más margen». La línea ascendente de este problema se repite en el resto de Euskadi: en Bizkaia ha crecido un 70,9%, mientras que en Gipuzkoa se ha disparado un 180,4%, y en cada uno de estos territorios se acercan ya a los 2.000 ciudadanos sin techo. «Y si pensamos en esas personas con un tetra brik de vino en la mano, en la esquina de un banco, y que luego se van a dormir a un portal es que tenemos una percepción errónea del 'sinhogarismo'», advierte Ramón Ibeas, secretario general de Cáritas en la provincia.
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Entre esos alaveses que carecen de un lugar propio donde comer, donde dormir, aparecen todo tipo de perfiles. Desde familias locales que viven en una habitación a menores no acompañados que al alcanzar la mayoría de edad se han quedado sin alojamiento. El 'retrato robot' que sale del informe que se dio este miércoles a conocer dibuja a un hombre de 18 a 44 años, soltero, con estudios secundarios, en paro y nacido en el extranjero. En Álava, el 74,2% (un par de puntos por encima de la media vasca) ha llegado de otro país. De África proceden 412, de América 107 y de Europa 26. El brutal incremento de personas sin hogar en el territorio a lo largo de la última década deriva, precisamente, a ojos de Cruz Roja, del aumento de refugiados. «En 2012 apenas había, el 'boom' empezó en torno a 2016 y desde entonces no ha parado», constatan desde este ente social que suma catorce pisos, con más de setenta plazas, para este colectivo. Acogen sobre todo a colombianos, venezolanos, marroquíes... y en los últimos meses se han multiplicado los ucranianos.
El Eustat comprueba cómo la emigración se ha convertido en el principal motivo de la falta de un hogar propio, por delante de los problemas de adicción o la pérdida del empleo, que hace diez años destacaba como la causa más común que se observaba detrás de esta realidad. «Los extranjeros están mucho menos protegidos», coincide Ibeas, consciente de esa red social (familiares, amigos, compañeros de trabajo...) que suelen poseer quienes no han dejado su país atrás. Pero en la fotografía del 'sinhogarismo' que ofrece el estudio, agrega, «quizás falten los problemas de salud mental» que sufren muchas de estas personas derivados «del estrés, la tensión constante, los hábitos no saludables...». Y eso que el 75% no consume alcohol y el mismo porcentaje no prueba las drogas.
En la inmensa mayoría de los casos, eso sí, las personas sin techo propio no viven en la calle. Siete de cada diez (573 en total) residen en una vivienda cedida por entidades públicas u ONGs y un 20% (155) pernocta en un albergue. «No tienen una casa sino un lugar donde dormir», insiste el secretario general de Cáritas en Álava, con una decena de pisos repartidos por la provincia dentro del programa de acogida habitacional que desarrolla con la Diócesis de Vitoria. En la ciudad, sin embargo, hay quien no ha podido o no ha querido acceder a estos alojamientos y pasa sus días y sus noches al ras. «Son entre veinte y treinta personas, depende de la época, porque hay gente que va y viene, pero la cifra se mantiene bastante estable en el tiempo», comparten desde Cruz Roja en Álava.
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En la última década, eso sí, «la población alavesa ha crecido por los sectores más precarios», avisa Ibeas. «Ha habido una crisis económica, otra por el coronavirus y una guerra, y a ver lo que pasa cuando se derogue la medida aprobada por la pandemia para parar los desahucios», profundiza. El bolsillo resulta siempre determinante en estos casos. Hasta 267 de las personas sin hogar en el territorio carecen de ingresos, 157 reciben donaciones de ONGs y 144 perciben la RGI. Ninguna tiene ayuda monetaria alguna de amigos o familiares para salir adelante. Y el problema de no contar con un techo propio -ni comprado, ni en alquiler- es que, lejos de ser algo pasajero, se enquista con el paso del tiempo. El 61% de quienes se enfrentan a esta realidad en Álava lleva así más de un año y una cuarta parte (163) supera ya los tres.
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