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Hasta hace nada el perro más famoso entre nosotros era el de San Roque, por la peculiaridad de que Ramón Rodríguez le había robado el rabo. A partir de ahora cantaremos 'el perro de Zestoa no tiene cola porque se lo ha robado la caracola'.
Mi amigo Pity puso de moda en Valladolid, y en realidad por todas partes, el 'perro que hace cua, cua, cua..., cuatro años que no come'. Iba por la calle y, cuando le parecía, voceaba a modo de anunciador de circo: '¡La mujer barbuda, las hermanas coloradas, el perro que hace cua...!'.
Mi hermano mayor me presentó a otro perro que me afectó mucho. Era mi perrito Lucero que me robaron, el mejor compañero que me mataron... En realidad, se trataba de 'Mi perro amigo', del gran Rafael Farina, pero a mí me daba igual. Yo era nada más oírselo cantar a mi hermano y empezar a llorar.
Eran emociones sencillas, de niño, porque ahora lo que me pone el sentimiento a mil es la de 'El perro negro', de José Alfredo Jiménez. Yo les echo una a todos/as, les pido a los jóvenes que dejen por un momento el hip hop, el rap, la bachata, y que escuchen la del perro negro. A ver qué les pasa por el cuerpo mientras escuchan la historia.
Bueno, pero vamos a lo que vamos. El antiguo descubrimiento (J. Altuna, finales de los 70) del hueso de un cánido en la cueva de Erralla ha proporcionado la sorpresa, al cabo del tiempo y de análisis cada vez más completos, de que pertenecía a un animal del género de lo que ahora llamamos perros, canis lupus familiaris.
De inmediato, lo ocurrido, un hallazgo de gran interés, sin duda, porque hablamos de 17.000 año, cuando hasta ahora era un común que la domesticación del perro iba unida al descubrimiento del pastoreo, junto a la agricultura, dos de los indicativos básicos del comienzo de lo que llamamos el Neolítico y de los tiempos modernos. Unos cuantos miles de años después. El hallazgo ha sido traducido enseguida por algunos/as: el perro más antiguo del mundo era vasco. Con la misma ingenuidad con la que el Padre Larramendi era capaz de demostrar que Adán y Eva hablaban euskera. Y Dios también, lógicamente, puesto que lo hacía con ellos.
Claro que lo de la ingenuidad es cosa mía. Lo propio sería hablar mejor de ignorancia o bien de opinión interesada. Dentro del ideario que trata de situar a los vascos en el origen de casi todo. Ahora, también, en el primer paso domesticado del lobo al perro.
Si aita Barandiaran levantara la cabeza. ¡Qué ilusión! A la imagen que se formó de aquellos pirenaicos occidentales, primitivos vascos, cazando en euskera por los montes igualmente vascos, se le podía sumar lo mismo pero en plan pastor vasco con su perrito. ¡Euzko-lur ganian zutunik!, apoyado melancólicamente en su cayado y el 'txakurritxo' a su lado. A imagen de Xalbador: 'Nun dago, zer larretan...'.
Mira por dónde mi perrita Eder, que en realidad se llamaba Urbinako rubi, o sea que era de las faldas mismas del Gorbea, se podía haber ufanado como vasca de tener progenie tan ilustre. Es igual que fuera cocker de raza, lo importante es que era vasca. ¿O no?
A Eder ya le da igual. Se lo he comentado a sus cenizas que todavía guardamos en la balda y no me ha parecido que le afectara demasiado. Sin embargo, conozco otra perrita, se llama Luka, esta sí vasca de verdad, pastorcita del Gorbea, a la que parece que se le han subido los humos.
Hasta hace unos días, cuando bajaba por la tarde a ver los concursos en un bar muy bien atendido por una familia china que, como la mayoría de los establecimientos que regentan los de su origen, está muy aseado y en el que tienen el detalle de ponerme unas aceitunas, unas patatas, unas cortezas gratis por consumición, pedía unas pocas de estas para darle a la perrita. Le llamaba '¡Luka!' y venía enseguida a cogerme de los dedos, con un mimo digno de mérito, el trocito que le ofrecía. Yo le decía y le hacía con las manos, ¡pis, pas! Y ella se iba a echar otra vez junto a su amo.
Pero ayer, todo ocurrió como de habitual pero Luka no me vino. La llamé más veces, la llamó su dueño, pero nada. Me fui hacia ella y le dije muy serio 'ya, ya te entiendo, te has enterado de que, como eres vasca, desciendes de los perros más antiguos del mundo y ya no quieres saber nada de mí. ¡Vale!, pues sabrás que si tú vienes directa desde los 17.000 años de Zestoa, yo vengo de los otros tantos del Goierri. Tengo RH 0 negativo y, si fueras capaz de fijarte bien, tengo en la nuca la protuberancia que nos define a los vascos vascos. O sea que si tú, en la antigüedad, fuiste perra pastora, serías perra pastora mía. Así que menos humos'.
Eso le dije. Y algo entendería porque hoy la he llamado, le he ofrecido los fragmentos de corteza, y los ha cogido de mi mano mientras me miraba con ojos de aceptación y de decirme 'tú y yo somos de la misma sangre...'.
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