El perretxiko se resiste a la sartén

Pero a José Luis Villaverde sí se le escucha, no hay que arrimar la oreja curiosa, impertinente quizás, para saber de qué trata su conversación con un paisano. Va del monotema de estas fechas: los dichosos y exquisitos caracoles y perretxikos de las tierras de Álava. Le está diciendo con sabiduría campestre que allá, en el campo, ni los unos ni los otros se dejan ver como de costumbre. Que hay poco. Aunque a él sí le ha dado para coger unos cuantos de los primeros, «ayer mismo», bueno, el miércoles en Ribera Baja. En cambio, esta vez, en contra de su naturaleza agrícola, con la preciada seta alavesa no le ha quedado más remedio que pasar por caja y comprar unos gramos.

Un servidor, que pasaba por allí y coge el diálogo al vuelo, pregunta a José Luis el porqué de la escasez, curiosamente ahora que se les reclama a los dos, cuando llega San Prudencio tan casero este año como el anterior, confinado. «Con las temperaturas que ha hecho, incluso bajo cero, con heladas, no hay forma de que broten los perretxikos. Tiene que llover y luego hacer buen tiempo, sol», concreta el caballero. «El campo está muy seco», añade. «Y los caracoles, igual; brillan por su ausencia».

Justo al lado de donde está José Luis, el punto de encuentro entre los viejos conocidos, unos tarros hermosotes piden a gritos que se los lleven a casa con la bolsa de la compra. Botes de gasterópodos ya preparados para mezclar con el mejunje de tomate a 20,95 euros el de un kilo y a 8,95 el pequeño. Y si se prefiere y se apuesta por el caracol silvestre, aunque de cultivo, la malla sale a 12,90.

¿Y qué hay de los perretxikos? En el mostrador de Quesos Rosa Mari, en la plaza, asoma un cartel que advierte de que no es preciso guardar la vez, que uno llega y los pide. Como siempre, Santi se encarga de atender y hasta de ofrecer las oportunas explicaciones. «Tenemos desde marzo pero muy poquitos por el tiempo. Hace como una semana han salido más. La gente aguanta un poco a ver si bajan y esperan a San Prudencio», relata el tendero. Los suyos, navarros de procedencia, los despacha a 48 euros. Mientras espera acontecimientos, se acuerda de las ausencias por el covid. «Faltan los restaurantes, no hay cenas... Se está comprando menos, aunque sí más que el año pasado, que fue fatal», recuerda.

Rafa, de Frutas Gasteiz, también se lamenta. «Perretxikos de aquí, de la tierra, hay muy pocos. Me han ofrecido de fuera, pero yo no los quiero porque considero que no dan el nivel. Me temo que este año hasta mediados de mayo... Tiene que llover y templar. No hace tiempo. Ha helado, soplado el viento sur», relata en modo meteorólogo. En su puesto tiene unos pocos de Burgos que los saca a 64 euros el kilo y los alaveses, sí los alaveses, también en pequeñas cantidades, a 84. «El nuestro, el de Álava, está muy solicitado. Y no me hace gracia tener estos precios...». Pero manda el cielo, el bosque o la naturaleza mientras la sartén se limita a aguardar a quienes se le resisten este San Prudencio.