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Ha pasado casi una década desde su última novela. No es que en este tiempo su pulso literario se haya detenido. Esas constantes le han llevado a publicar un poemario -'Orain hilak ditugu' (2015)- y su obra ha tenido un eco teatral con Ramón Barea, ... quien llevó a escena 'Ecografías', y cinematográfico con la adaptación de su exitosa primera novela 'Amaren eskuak' ('Las manos de mi madre').
La escritora Karmele Jaio (Vitoria, 1970) toma ahora del famoso poema de Gabriel Aresti el título de su nueva obra en euskera, 'Aitaren etxea' (Elkar), que saldrá publicada en castellano el 9 de enero de 2020 con la editorial Destino. Los protagonistas de esta ficción ambientada en la actualidad son Jasone, una bibliotecaria que escribe a escondidas; su marido Ismael, un escritor en plena crisis creativa, y la hermana de éste, Libe, quien regresa al País Vasco por motivos familiares después de pasar 20 años en Berlín. La reflexión de cada personaje acerca de cómo han sido educados marca la parte central de una novela en la que vuelve a palpitar el tema de los cuidados a seres cercanos. También hay una «reflexión sobre la escritura», asegura.
- Las huellas de la sociedad machista es uno de los temas que atraviesa la novela. ¿En qué momento decide escribir sobre ello?
- Se me hace difícil saberlo porque nunca decido un tema antes de escribir, sino que escribo y voy descubriendo qué es lo que tengo ganas de contar. En este caso ha aparecido este tema y centra una parte de la novela, pero la reflexión es más amplia. He elegido tres voces (Ismael, Jasone y Libe), que aparecen separadas para remarcar cómo dependiendo del lugar en el que te encuentres, el mundo es totalmente distinto. Esa es la primera idea del libro. En esto hay muchos factores y uno de ellos es el género, que nos marca en muchos sentidos. Es algo trasversal que llega a todos los lados. Podemos pensar que algo tan personal como tener sexo con alguien o enamorarse, ejemplos que aparecen en el libro; es algo íntimo pero está marcado por los patrones culturales, los roles y los valores de la sociedad. La novela cuenta cómo los personajes van tomando conciencia de esto y cómo les influyen.
- Comenta que en el proceso de escritura no plasma lo que sabe, sino que busca descubrir. ¿Qué ha descubierto?
- Siempre digo que si ya sé lo que voy a contar en un libro antes de contarlo, para qué lo voy a escribir. Yo creo que he descubierto que hay ciertas preocupaciones que aparecen siempre en todos mis libros y una de ella es el tema de los silencios en las familias, que a la vez dicen mucho. Está la importancia de las palabras no dichas, de todo lo que guardamos dentro y no decimos.
- Frente a esquemas, su proceso es más intuitivo.
- Sí, es una forma de escribir muy arriesgada. Por eso he tardado más, además de por motivos personales. Yo no sé muy bien lo que voy a contar, tengo intuición y es como ir buscando con una linterna en la oscuridad. En esta novela me ha pasado que hubo un tiempo que fui por un camino que no era el que quería…
- ¿Hay mucho trabajo que se ha ido a la papelera?
- Muchísimo, pero no es un trabajo inútil. Porque perderte y volverte a encontrar te ayuda. Me ha costado, porque escribir para mí es ir descubriendo.
- Una de las preguntas que se ha hecho con este libro es qué siente un hombre cuando se informa de un episodio de violencia machista. ¿Esta cuestión la ha trasladado y comentado con amigos o familiares en el proceso de escritura?
- No sé si explícitamente...
- ¿Un sondeo?
- He estado muy atenta, más que preguntar directamente, a comentarios, reacciones. Si algo tiene que hacer un escritor es estar atento. Yo he tenido esa curiosidad y de ella surge parte del libro. El protagonista es un escritor que tiene dos hijas y cuando escucha algo sobre un episodio de violencia contra las mujeres, tiene una mezcla de sentimientos. Por un lado, siente miedo por sus hijas. Y por otro lado, un punto de culpa. Le influye eso y el hecho de que ha de cuidar a su padre. Estando con su padre va a tener la oportunidad de reflexionar sobre qué modelos ha tenido como referentes.
- ¿Considera que Ismael es el personaje principal y Jasone y Libe secundarias?
- Es verdad que toma un protagonismo especial y tiene más espacio en la novela, pero los tres son claves, cada uno con su reflexión personal.
- Mientras escribía acerca de esos pensamientos, seguían y siguen ocurriendo asesinatos machistas. ¿Cómo influían esas noticias en los personajes y en la autora?
- Lo que se cuenta en ese sentido es algo muy del momento y siempre que aparece ese tema, como el caso de la violencia contra las mujeres, me viene a la cabeza esa forma de engañarnos y pensar que vivimos todos en un lugar neutral. Pensar que el mundo es igual para todos es una de las grandes trampas y una forma de engañarnos. La escritura me permite a mí, en medio de ese bombardeo de noticias, reflexionar e ir un poco más allá. Me parece muy importante la creación como camino de reflexión y de ser crítico con el mundo.
- Mientras no dejan de salir títulos sobre el feminismo, el número de libros en los que se cuestione el machismo escritos por hombre es más reducido. ¿Hay una carencia de esa reflexión que hace el personaje de Ismael?
- Yo creo que hay un momento de cambio en la sociedad que se ha acelerado en la última década y muchas mujeres han hecho una importante reflexión sobre cuál es su posición, también por la necesidad y la urgencia de estar en una situación peor. Además, el feminismo nos ha dado muchos instrumentos en este sentido. En cuanto se empieza a mover algo, los hombres se preguntan qué está pasando. Sí que creo que hay muchos hombres que han empezado a reflexionar sobre ello, pero todavía queda mucho camino que recorrer. Creo que es clave en este sentido la toma de conciencia: preguntarse dónde estamos.
- 'Amaren eskuak' ('Las manos de mi madre') fue traducida al castellano hace diez años. ¿Qué puntos hay en común con 'Aitaren Etxea'?
- Hay unas constantes que siguen. Dicen que un escritor está siempre escribiendo el mismo libro y es verdad en el sentido de que cada uno tiene las preocupaciones y quebraderos de cabeza. Se repite el tema de los silencios en la familia -del que hemos hablado- y de cómo podemos vivir en una casa durante muchos años y ser completamente desconocidos. Y el tema del cuidado aparece también. Cuando a Ismael le toca cuidar a su padre, descubre cosas. Pongo en la novela que se siente un explorador en un mundo nuevo. En todo el libro hay más preguntas que respuestas.
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