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Son las 22.51 del sábado en el cruce de la cuesta del Resbaladero con Portal de Rey. Con el calor, este punto presenta más ... ambiente de lo habitual. Desde Nueva Fuera, con paso firme y gesto contrariado, una treintena larga de jóvenes cruza la carretera. Su ímpetu provoca giros inesperados en los paseantes, espantados ante su irrupción. Se acercan a otro grupo de adolescentes, mucho más reducido. De repente, más de medio centenar de chavales se arraciman desafiantes, mientras bailan los insultos y los gritos. Apenas dos minutos después, la turba retrocede hacia Nueva Fuera, donde parece 2019. La distancia social brilla por su ausencia.
«Estamos hartos. Tenemos peleas todos los sábados noche. Pero es que no es una ni dos. Cuando empiezan, puede haber una cada diez minutos», cuenta con tono indignado un vecino «de toda la vida» de esta parte de la almendra medieval.
En el primer fin de semana en que el Gobierno vasco ordenó perseguir las aglomeraciones en espacios abiertos como contención a la quinta ola del coronavirus, EL CORREO fue testigo directo el sábado de hasta cinco riñas multitudinarias –con docenas de chavales participando o jaleando– entre las 22.51 y las 00.35 horas, ya del domingo, en este céntrico cruce de caminos.
«Algunos no te dejan ni entrar en el portal. Se te enfrentan sin rubor. Tienes miedo porque van en oleadas a pegarse, como una horda. Es muy impactante. Y lo peor es que llevamos así demasiado tiempo», extracta otra residente que pide el anonimato por temor a ser reconocida. Nueva Fuera y Portal del Rey son las preferidas por muchos adolescentes para su ocio nocturno. Casi ninguno supera los veinte años y no resulta raro cruzarse con menores. Pero desde hace semanas, las agresiones, robos y peleas se han disparado. Hace ocho días, ertzainas requisaron un cuchillo a un joven de 16 años.
Entre el pasado sábado y la madrugada de ayer, la Policía autonómica acudió en varias ocasiones. En una, cuatro dotaciones rotuladas, más otra de paisano, activaron sus sirenas ante la impasibilidad de la chavalería que les miraba entre desafiante y ausente. Hizo falta que los uniformados pusieran pie en el asfalto y avanzaran, con las porras en la mano, para disolverlos.
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«La noche del sábado al domingo tuvimos varios botellones que se dispersaban con sólo activar las luces, acudimos a otras peleas, a agresiones, se sucedieron los robos de móviles, bolsos, carteras o de patinetes. Si tienes que mandar a cuatro patrullas a este punto cada dos por tres por obra y gracia de estos chavales, al resto de incidencias se llega tarde o no se llega», sintetizan patrulleros de la Ertzaintza consultados por este medio.
«El verano pasado ya tuvimos muchas aglomeraciones. Me llama la atención que se siga permitiendo. Porque todo eso lleva acompañado peleas cada sábado. Si me preguntas por mi percepción es que esto es como el Bronx», responde muy serio un comerciante de la ladera Este de la almendra medieval.
Ya entrados en el domingo, otra nueva andanada sobresaltó a viandantes y clientela de la hostelería que vive al margen de estos chicos. «¿Pero dónde están los municipales?», se preguntó una pareja que optó por variar su ruta y bajar por el Resbaladero. «La noche del sábado, la Policía Local sólo contó con once efectivos en la calle», deslizan fuentes internas de Aguirrelanda. «Con ese número poco se puede hacer con todo lo que hubo».
La madrugada del domingo, cuando quedaba poco para que los bares de Mateo Moraza bajaran la persiana, la Ertzaintza recibió el aviso del robo de una bicicleta. El presunto autor andaba por esa recta, con mucho flujo de personas en la calle a esas horas.
La aparición de los uniformados fue malinterpretada por una minoría, que les lanzó «varias botellas», según fuentes policiales. Los autores no pudieron ser identificados ya que los patrulleros salieron a la carrera a por el supuesto ladrón, que huyó al verles. Éste fue el único incidente reseñable sufrido este fin de semana por los agentes en Álava. Sin embargo, en la vecina Bizkaia se abrieron expedientes hasta en nueve localidades diferentes.
Los casos más graves se vivieron en Santurtzi y Lekeitio, donde los asistentes a sendos botellones recibieron a las patrullas «cruzando vallas y contenedores» y lanzándoles botellas.
«Un último esfuerzo»
A lo largo de la madrugada de ayer, la Policía autonómica también tuvo que intervenir por botellones «en Plentzia, Bermeo, Armintza, Amorebieta, Bakio, Sukarrieta y Markina», detalló el director de la Ertzaintza, Rodrigo Gartzia, en una entrevista en Radio Euskadi. Las actuaciones policiales se saldaron en Bizkaia con cuatro detenidos, 26 identificaciones, y 11 actas de denuncia. En Álava no hubo arrestos por esta circunstancia.
No obstante, Gartzia quiso dejar claro que «los jóvenes se han mostrado colaboradores» y que «el balance ha sido positivo» porque la mayoría de los botellones se disolvieron sin problemas. «Se les pide responsabilidad y contención y hay muchas ganas de fiesta. Ya queda menos y hay que hacer un último esfuerzo».
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