La patrulla canina de Foronda

Estos peludos e intrépidos efectivos son considerados, a todos los efectos, agentes. Incluso tienen su número de identificación. Han recibido un adiestramiento especial para cumplir las tareas que se les encomiendan. El servicio tiene jurisdicción en Álava (concretamente en el llamado lado Aire del aeropuerto, edificios públicos y acuartelamientos) y el condado de Treviño (donde el instituto armado posee plenas competencias en Seguridad Ciudadana), y también dan apoyo a otras provincias vascas o la zona geográfica. En Foronda la base de esta unidad está en esa denominada Zona Aire, donde se sitúan sus oficinas. «Estamos cuatro guías, dos de drogas y dos de explosivos. Cada uno tenemos un perro y aparte, normalmente, siempre estamos enseñando a otro», detalla a EL CORREO uno de los agentes desde la terminal del aeródromo. «Cogemos un cachorro para crear el vínculo con él y luego ya empieza la fase de trabajo».

Si bien la base de los perros es el aeropuerto vitoriano, los agentes «nos llevamos el perro a casa, así lo tenemos autorizado por el comandante veterinario de El Pardo (en Madrid, sede de la Escuela de Perros-Policía de la Guardia Civil)». Se mira por el bienestar del animal. «Es mejor que le tengamos en casa y nosotros queremos tenerlo ahí, es parte ya de nuestra familia».

Tango y Budy, labradores retriever, son los canes expertos en detección de explosivos, mientras Fiona (mestiza) y Arest (pastor alemán checo) están especializados en hallar narcóticos. ¿Con qué métodos hacen los rastreos? Las técnicas de marcaje en perros de detección dependen de cada especialidad. En el caso de sustancias estupefacientes, «hay dos tipos de marcaje; el pasivo, en el que el perro se sienta, o hace un 'marcaje lapa'; es decir, se queda quieto, o el activo, rascando para indicar exactamente el punto donde está». Esto se aplica en maletas, paquetes, coches.... Con los explosivos, en un principio, siempre es en modo pasivo, dado que evidentemente no pueden tocar un posible artefacto que vaya a estallar. Cuando se halla un elemento sospechoso «formamos un equipo con el grupo del Tedax (Técnico Especialista en Desactivación de Artefactos Explosivos, en este caso de la Policía Nacional), normalmente va un guía y su perro, y dos Tedax, siempre que lo permita la disponibilidad de personal». En esos casos se utiliza un robot o cualquier otro medio. Mientras que si aparecen drogas, se procede a abrir la maleta, el paquete o a desmontar parte de un vehículo.

En el aeropuerto de Vitoria, en detección de estupefacientes, se desempeñan «servicios aleatorios» en los que se revisan equipajes, mercancías e incluso a personas para evitar el traslado o tenencia de estas sustancias. «También somos requeridos por otras unidades para refuerzo».

Por ejemplo, la dotación canina de Foronda participó en los registros con los que la Guardia Civil desmanteló hace poco en Euskadi la banda latina Trinitarios. Se suman reconocimientos preventivos en el aeropuerto, como cuando acuden autoridades -la reciente parada del expresidente galo Sarkozy con motivo del partido entre el PSG y la Real Sociedad-. La unidad, no hay que olvidarlo, cuenta con una larga experiencia en buscar zulos y explosivos de ETA en los años en los que la banda terrorista estuvo en activo. En Foronda, en el campo de narcóticos, más que aprehensiones de grandes cantidades «lo que hay es mucho menudeo, de pasajeros que lo llevan en maletas o encima, pero te ven venir con los perros y lo tiran». Suele tratarse habitualmente de hachís y marihuana.

Por su lado, el entrenamiento de los perros «se basa sobre todo en la capacidad de juego que tienen estos animales». «Un perro bueno para este tipo de detección es un perro muy juguetón. Aprovechamos ese juego y a darle el premio o el juguete cuando hace la detección». «Es muy importante el vínculo, por eso cogemos perros desde cachorros para tener un lazo muy fuerte con ellos y que el can esté contento de trabajar con nosotros».