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Hasta las olas más pequeñas son capaces de provocar destrozos importantes. La marea del embalse de Ullíbarri-Gamboa ha sido capaz de dañar poco a poco el terreno sobre el que se apoya la vía de acceso al puente flotante hacia la península de Garaio ... y a la gran pasarela sobre el antiguo acueducto de Azua. Una estructura que fue construida hace ya dos décadas y que corre peligro de quedar 'descalzada' como consecuencia de la erosión de la base sobre la que se apoya. Una actuación necesaria porque por este concurrido punto pasan alrededor de 67.000 cicloturistas y paseantes cada año para completar la vía verde o que acuden a disfrutar del humedal Ramsar, uno de los 19 espacios de Álava protegidos de la Red Natura 2000.
Lo que está afectado -recalcan los expertos de la Diputación de Álava- no es la pasarela flotante de 112 metros que ya se tuvo que renovar cuando una tormenta de verano arrancó sus anclajes hace menos de dos años e incluso logró que algunos de los módulos volcasen. Esta vez, la obra se centrará en la parte fijada a la tierra que, pese a ser aún segura, podría perder su estabilidad en un futuro. Pero la Administración foral, siempre cautelosa, lo que busca es adelantarse a cualquier susto y por ello se ejecutará su refuerzo en la próxima época de aguas bajas del pantano, es decir, durante el verano que es cuando hay menor caudal en la 'fuente' que abastece los grifos de la mitad de la población de Euskadi. Unos trabajos que inicialmente tendrán un presupuesto de 168.536 euros y que se ejecutarán en un plazo de dos meses y medio, salvo indeseados imprevistos. A priori, no serán sencillos.
Una actuación que no viene sola, ya que el pasado marzo se realizaron otras para mejorar el drenaje y evitar inundaciones en la zona de Marieta y Urizar. Entonces, su presupuesto fue de 50.000 euros. Todo viene englobado en una serie de acciones para adecuar el entorno como atracción turística y zona de esparcimiento para los alaveses, muchos de los cuales se atreven a recorrer a pie o en bici su ruta verde de 43,6 kilómetros. Además, sus arenales se han convertido en el lugar preferido por decenas de miles de habitantes para tomar el sol o simplemente disfrutar durante la época estival. Para intentar atraer a todo el mundo, en los últimos años se mejoró su accesibilidad y se han colocado contenedores para animar a los visitantes a que lo dejen tan limpio como lo habían hallado.
Estas actuaciones, en buena medida, buscan que se aumente el número de visitantes a este enclave. En el último verano, 160.000 personas se acercaron a las playas interiores de Garaio y Landa, que este año optan a reeditar sus banderas azules. Un distintivo que busca acreditar la calidad de los servicios y el respeto al medio ambiente, por lo que las instituciones trabajan para que este punto no se quede atrás y pueda cumplir con las expectativas de quienes se acercan.
67.000 ciclistas y peatones atraviesan esta estructura flotante cada año, según la Diputación.
168.536 euros gastará la Administración foral para refozar estas estructuras.
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