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Mascarillas y pantallas con información sanitaria. Es la estampa que presentaba ayer el aeropuerto de Vitoria en la zona de embarque y de llegada de los vuelos con origen y destino en la ciudad italiana de Bérgamo, en la región donde se ha producido ... la mayoría de casos de coronavirus. «Teníamos reservado el viaje hace tiempo y no lo queríamos cancelar», explicaba Roberto Moreno poco antes de embarcar. «Vamos tranquilos, pero con precaución. No queríamos perder el viaje», coincidía una pareja con dos hijos pequeños. A su lado, algunos miembros del personal del aeropuerto en la zona de control desempeñaban su labor con máscara protectora.
En el mismo avión en el que se disponía a despegar el pasaje –correspondiente a la ruta que opera Ryanair–, había llegado un grupo de viajeros procedente de Bérgamo. «Nos hemos puesto las mascarillas solo en el aeropuerto y en el avión porque son sitios con más gente», argumentaba la donostiarra Elena Román acompañada de su suegro, italiano de la zona de Rovereto. «Allí estábamos por encima del foco. La gente estaba más tranquila».
En las tiendas y supermercados del norte del país han «arrasado» con las mascarillas y los geles desinfectantes, y en internet «se venden a precios disparados», contaban los pasajeros, conscientes de la preocupación que hay fuera de Italia. «Hemos recibido un montón de llamadas de familiares». Raquel, una joven burgalesa, describía que durante su estancia en Milán muchos locales y comercios «cerraban a las seis de la tarde, salvo los lugares más turísticos».
Las facultades, por su parte, se están quedando desiertas, como confirmaba Andrea. «Han suspendido las clases y en mi residencia no quedaba casi nadie», aseguraba esta estudiante de Erasmus en la universidad de Padua. La joven regresaba junto a sus padres y su tía, que habían volado a Italia en una expedición que en un principio iba a ser de visita. «Pero al final me he vuelto con ellos». Este grupo restaba gravedad a la situación. «Hay mucho pánico, cuando los fallecidos son gente muy mayor. La situación en la calle es normal. Parece que hay más miedo en España que allí. Nuestro único miedo era que nos suspendieran el vuelo de vuelta».
La vitoriana Leire Alonso y su familia tuvieron la suerte de poder visitar el Duomo antes de su cierre, en unas inusuales vacaciones con «mucha gente con mascarilla por las calles». El ajetreado aeropuerto de Bérgamo «estaba un poco más vacío que de costumbre, y en el avión había asientos libres», comentaba el italiano Vittorio Rossi, de 21 años y estudiante en la Universidad de Navarra. Este joven se tomaba la situación con «tranquilidad», al igual que su compatriota Massimo, que volaba a la capital alavesa por trabajo. «Me tomaron la temperatura en el aeropuerto en Bérgamo y solo marcaba 35 grados», compartía en tono bromista.
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