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A más de mil metros de altitud, en las bucólicas campas de Legaire, es posible pasear entre los monumentos del parque megalítico más grande de Euskadi y segundo de España. En este apartado rincón de la actual Álava, hace unos 5. ... 500 años, los pastores del neolítico erigieron al menos 13 menhires, realizaron 74 túmulos y construyeron una cista y dos dólmenes. Tres milenios más tarde, en la Edad de Hierro, también levantaron un crómlech —monumento megalítico formado por una serie de menhires que cierran un espacio de forma circular—.
De todos ellos han dado buena cuenta el equipo de geólogos y arqueólogos que ha trabajado en el proyecto para localizarlos, excavarlos, estudiarlos y restituir en su posición original cada uno de los elementos que estaban caídos o desplazados. Azotados por los vientos y someramente fijados, «no estuvieron de pie mucho tiempo», asegura el geólogo de la UPV Luis Miguel Martínez Torres. De hecho, el 4 de julio de 2018, el tornado con vientos superiores a los 180 kilómetros por hora arrasó parte del bosque de Legaire y afectó también a uno de los megalitos.
Una hora antes de que surgiera el violento remolino el equipo abandonó el lugar para ir a comer tras fijar con hormigón uno de los menhires izados. Las implacables rachas de viento «zarandearon el monolito y debilitaron la cimentación» todavía fresca. A unos kilómetros de la zona cero, los miembros del equipo, ajenos a las consecuencias del devastador tornado, no se percataron de los daños hasta que no volvieron al lugar. Cuando los accesos a la zona se restablecieron tuvieron que volver a picar y cimentar de nuevo.
La recuperación del Parque Megalítico de Legaire que culmina ahora se ha prolongado durante los últimos dos veranos y ha sido posible gracias a la inversión de 140.000 del convenio de colaboración firmado por la Diputación y la Fundación Gondra Barandiarán. La actuación, dirigida por los profesores de la UPV Luis Miguel Martínez y Alfonso Alday, ha consistido en realizar una prospección para descubrir la mayoría de estos monumentos ya que «han aparecido más de los que ya se conocían».
Su posterior análisis sirvió para «descartar» algunas moles de piedra «susceptibles de ser monumentos, pero que no lo eran». También han realizado las pertinentes excavaciones arqueológicas y, por último, han izado los trece menhires que estaban caídos de modo que luzcan como hace cinco milenios y que su visita sea segura. A diferencia de los hombres neolíticos, los técnicos del siglo XXI, han utilizado grúas y técnicas actuales de construcción para que estos especiales monolitos tengan una segunda oportunidad.
Los cálculos realizados por los expertos garantizan que deberá venir otro tornado o vientos huracanados, superiores a 180 kilómetros por hora, para derribarlos. La última fase, todavía por completarse, es la instalación de los nuevos paneles explicativos. Al margen de este detalle, los diferentes megalitos ya lucen imponentes en medio de los verdes pastos comunales de la Parzonería de Entzia.
Cómo llegar. Tomar la salida 379 de la A-1 en Salvatierra, en dirección a Opakua (A-2128). En el alto del puerto, seguir las señales de Legaire durante 9 kilómetros por una pista asfaltada. Frente al párking se aprecian los primeros menhires y el panel explicativo del parque.
El menhir más grande. El de Akarte es el segundo más grande de Álava gracias a sus 5 metros y 15 centímetros de altura.
La cantera. Los megalitos se tomaron de la cantera ubicada en el monte Baio, donde todavía se aprecian grandes bloques.
Cruce de rutas. Por Legaire pasa la senda del pastoreo y a media ladera el Camino Ignaciano.
Aunque todos poseen un gran valor y su peculiar estética, el menhir de Akarte, que estaba caído en la parte central del parque, destaca porque «está trabajado» y por sus dimensiones ciclópeas. «Con sus 8.000 kilos de peso y sus 5 metros y 15 centímetros de altura», aunque algo más de un metro está bajo tierra, «es de los más grandes del país», destaca Martínez Torres. El más grande es Gurutzegane, descubierto en 2005 por Tati Gamboa y Martínez Torres, que está en Gorbea, en Orozko (Bizkaia) y mide 5,5 metros, detalla el experto. El más alto de Álava, con 5,4 metros, se conoce como Mugarriaundi y se localiza en la Sierra de Elgea.
El coloso de Akarte fue descubierto junto al cauce del Legaire hace ahora cien años, en 1919, por el alavés Enrique Eguren y los guipuzcoanos Telesforo Aranzadi y José Miguel Barandiarán. Bajo sus 8 toneladas, que ahora han recuperado la verticalidad, se escondía «una lasca de sílex, muy abundante en esta zona situada a un kilómetro de la cantera de Urbasa», explica Martínez.
En caso de niebla o pérdida
A pesar de la vistosidad de Akarte, hay un lugar más fotogénico y frecuentado. No es Stonehenge, pero el crómlech de Mendiluze, en determinados equinoccios y solsticios, se convierte en un espacio «muy concurrido y animado». Es el más reciente de todos los elementos del parque, data de la Edad del Hierro, de hace unos 2.500 años, mientras que el menhir cercano, que fue el que movió el tornado, tiene 3 milenios más. Este místico lugar, situado al oeste de las campas, fue excavado por José Ignacio Vegas en 1984. El círculo, de diez metros de diámetro, está formado por unas 80 piedras y cuatro menhires. En el centro se encontraba el depósito parcial de un niño incinerado y restos de ajuar.
Uno de los últimos en ser descubierto e intervenido es el menhir de Surbe Sur. Se trata de una «piedra seleccionada, quizá por su morfología y transportada hasta el fondo del valle» donde ahora se muestra erguida. Cercano a ella se encuentra el de Surbe, de unos 900 kilos y casi tres metros de altura.
Pero el parque alberga también algunas rarezas, como el dolmen que tenía un menhir hincado. «Al principio pensábamos que era la cubierta del dolmen, pero al excavarlo vimos que estaba rota y nos dimos cuenta de que una parte estaba hincada y que era un menhir que estaba clavado en el túmulo de arcilla que cubría el dolmen. No llega al fondo, por lo que es posterior al dolmen. Hay pocos casos pero hay», aclara este experto de la UPV. En este pequeño panteón neolítico sin corredor han hallado una lasca de sílex y restos de huesos, pero hay que recordar que en 1920 lo excavaron Eguren, Aranzadi y Barandiarán y «se lo llevaron todo. Encontraron enterramientos de cuatro o cinco individuos», puntualiza.
Atractivo
Dentro del parque se encuentra también la cantera de donde los neolíticos extrajeron los bloques hace 5.500 años. Está en el cercano monte Baio, el punto más alto de la zona. Desde ese punto «desplazaron las piedras. Algunas de ellas están talladas y eso que ellos no tenían herramientas», recuerda Martínez, por lo que los escasos trabajos que presentan se realizaron «con otras piedras, a golpe». De ahí que «hay bloques que se los llevaron prácticamente enteros, sin retocar».
Antes de abandonar el lugar es obligatorio visitar Arrizazen, que agrupa «un túmulo, un menhir y una cista funeraria muy pequeña, de menos de un metro cuadrado, en la que quizá se realizaron enterramientos de incinerados». Se encuentra en el collado y goza de unas excelentes vistas al occidente de la Llanada y a los montes Aratz y Aitzgorri.
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